
Por Atenea del Mar
Primera la voluntad es la capacidad de actuar según lo que dictan el corazón y la razón y ambas actúan simultáneamente.
La segunda voluntad es a base de esfuerzo o de la razón, es la forma de voluntad más común y conocida, pero es insuficiente porque no la apoya el corazón.
Por ejemplo tener la voluntad de no enojarte por alguna circunstancia negativa que viviste con la actitud de tu hijo.
Es importante aspirar a la primera voluntad la que dicta el corazón, espontánea, la del deseo profundo por arreglar el asunto, conociendo tu voluntad y la de tu hijo, alejándote como papá de posiciones infravalorativas, o pesimistas y apostando por una comunicación sana y abierta, como el latido del corazón, que nos empuja amar.
Si optamos por la voluntad de la razón, puede ser que te gane la ira, el enojo manteniendo tu voluntad secuestrara en la humillación, el sometimiento, la culpa de no cumplir con expectativa, el sentimiento de impotencia, en resumen todo lo que impida rebelarse ante la injusticia, el otorgar al hijo infravalorando lo que tú sientas sometiendo tus sentimientos.
El ser tú mismo es separarte de este sentimiento de autodesvalorización en la que te puedes sentir más objeto que persona el separarte va ser una tarea compleja y lenta; pero es un viaje a la libertad, a la individualización encontrando sentido a la vida.
Puede ser que para desarrollar tu voluntad desistas en el intento porque te parece que no puedes, porque se encuentra en tu inconsciente, desde tu infancia donde se empezaron a conformar carencias, miedos, malos hábitos a repitiendo patrones destructivos.

El camino y la oportunidad para ponerlos en su lugar y permitirnos abrazar “la libertad” es quitar el disfraz a estos miedos inconscientes que obstaculizan
Esa libertad nos permitirá la mayor responsabilidad que podemos tener, que consiste en ser nosotros mismos.
En las Escrituras encontramos descripciones muy significativas para retornar a nuestra voluntad y libertad. Si tenemos a nuestro alrededor demasiado ruido no podremos abrirnos a escuchar la voz de Dios.
Y por el contrario si ponemos atención a lo que es fruto de lo que nos ofrece la sociedad, familia o el mundo en lugar de acércanos, nos alejará de ÉL y de nuestra verdadero ser.
Por lo tanto, acercarnos al Señor es lo única forma de acceder a una nueva circunstancia o situación sin miedos, desde la confianza, para dar lugar a lo que Dios tiene para cada uno de nosotros.
La resurrección de Lázaro en el Evangelio de Juan capítulo 11 se puede interpretar a un nuevo renacer, puedes vivir en la voluntad de una sociedad, de un padre o madre respectivamente, y no en tu voluntad.
Cumpliendo con las expectativas de los otros y no de las nuestras y lo que quiere Dios para nosotros es libertad, verdad y confianza. Aléjate de herencia de limitaciones ajenas convertidas en identificaciones propias.
Ten la valentía de vivir la vida que Dios te ofrece para vivirla a plenitud, para dar gracias y gloria a ÉL.


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