Por Eduard Cohen.

Provocando un abandono interno todo lo que eres, en el inicio de un proyecto, en el placer del logro cumplido, en el momento menos pensado.

A veces pasa, que te das la vuelta y no tienes quien te seque las lagrimas, quien te guiñe el ojo cuando todo está bien, y quien te limpie las rodillas cuando te fuiste al pasto, todos sabemos de la soledad. Y entonces, encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo.

Vemos a personas amadas que se comen la angustia fumándose un paquete de cigarrillos, tal vez otro que corre y corre para ver si el viento en la cara le vuela el agujero en el pecho.

Comiendo paquetes enteros de galletas que van a parar en la boca sin tener noción alguna de lo que se intenta matar y no es el hambre.

O por lo menos, no  esos chicos que se perforan la nariz y las venas, con alguna otra cosa que lo pase a otra realidad aunque sea por algún tiempo.

Comparas impulsivamente cosas que no necesitas para sentirte vivo un instante.

Yo me quedaré mirando una película, que me habilita disimuladamente a llorar mirándola desde afuera, donde no tengo las ganas de mirar hacia dentro.

Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando peor nos juzgamos. Porque todo eso que te comes al final te come vivo pero a ti.

Te suma al abandono, la culpa de hacer algo que no es genuino. Que no es lo que quieres, no comes así por hambre, no corres por hacer ejercicio, sino que estás huyendo de ti, te pones unos auriculares para no escucharte a ti

Y quizá está el secreto en frenar y mirarte al espejo y ver tu alma, quizá sea la hora de pedir ese abrazo, es ahora, no después, llora, grita, di, pide.

Da amor, pide lo que necesites si ves que sólo no puedes.

Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo.

Me decía mi psicoanalista que mi preocupación por los vínculos es prioridad para mi. Continuamente pendiente por mi pareja, o personas cercanas por qué temía el abandono y necesitaba un reaseguramiento  permanente.

Siendo demandante y posesivo, ya que no confiaba en ser tomado en cuenta. Hipersensible al rechazo, leyéndolo hasta los mínimos gestos, buscando aprobación permanente, necesitando mucha atención, y continuas muestras de que vale la pena para tu pareja.

No arruines tus relaciones con hijos y pareja, ignorando tus necesidades, y luego querer reparar, poniendo a total disposición y consintiendo en todo

Amate, será el principio de una relación que te durará toda tu vida.