Como combatir la ansiedad

Por Andrés Iturralde

Vivimos en un mundo complicado. La situación económica mundial no pinta bien; la inflación se desborda y nos quita poder adquisitivo mes con mes; conflictos entre países se escalan y se convierten en guerra y división, la sociedad en general parece corromperse cada vez más y con mayor frecuencia se le llama bueno a lo malo y viceversa…

Y para colmo vamos apenas saliendo de una pandemia que duró un par de años y nos dejó graves secuelas económicas y anímicas a (casi) todos. Pero el día de hoy quisiera hablar de una pandemia mucho más peligrosa que el COVID, una pandemia que nos afecta a todos y puede destruir nuestra paz, felicidad, integridad y mucho más: la ANSIEDAD.

¿Qué es la ansiedad? La RAE (Real Academia Española) la define como: “Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo”. Parafraseando, yo diría que ansiedad es un estado de dudas, miedo e inseguridad. Es un estado de ánimo en el que decidimos entrar y permanecer las personas y tiene un sin número de estados negativos para nuestra salud física, emocional y espiritual.

Es el extremo opuesto de lo que Dios planeó para la vida de cada uno de nosotros: vivir en paz, gozo, armonía y sintonía con Él.

¿Cómo podemos combatir esta terrible epidemia? En Su Palabra, Dios nos da algunos recursos. Analicemos lo que dice Filipenses 4:4-9 (RVR1960):

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.”

De este valioso pasaje podemos recabar lo siguiente. Primero, Dios quiere que nos regocijemos, que disfrutemos la vida y todos los placeres que tenemos a nuestro alcance. Para hacer esto tenemos que concentrarnos en aquello que queremos disfrutar (y el momento en el que lo queremos disfrutar) y olvidar todo lo demás. Luego, se nos exhorta a no estar afanosos por nada y en lugar de eso exhibir todas nuestras dudas, miedos e inseguridades (o cualquier fuente de ansiedad) a Dios, confiando en que Él se hará cargo de ellas mucho mejor de lo que nosotros mismos podríamos.

Debemos hacer esto en oración, humildad y con una actitud agradecida, sabiendo que aún en medio de la tempestad siempre tenemos muchas cosas que valorar y agradecer. Es difícil permanecer en un estado de ansiedad cuando uno tiene un corazón agradecido. Finalmente este pasaje nos indica que debemos de cambiar nuestras formas negativas de pensar y en lugar de eso debemos llenar nuestras mentes de las cosas verdaderas, honestas, justas, puras y amables (siendo Dios la máxima expresión de cada una de ellas).

Como conclusión, la cura para la ansiedad es primero reconocer el poder que tenemos sobre ella y empezar a dar pasos de acción inmediatamente; luego hacer un esfuerzo diario y constante por cambiar nuestra forma de pensar, enfocándonos siempre en el momento presente, el amor y la bondad, manteniendo un corazón agradecido y confiando en Dios y Su Voluntad.