
Por René Dubois
Sabiendo que se aproxima mi final, lo prepararía días antes: rentaría la serie Lost para verla completa; arreglaría todas mis cuentas de banco, los seguros; regalaría todas mis cosas a mi familia. Pediría perdón a toda la gente que pude haberla lastimado, dormiría bien y estaría bien descansando para no estar de mal humor en mi último día.
Esa mañana, levantarme lo más temprano, poner toda la música que me gusta; a todo volumen unas dos horas.
Desayunar una rica barbacoa,
Preparar navidad aunque yo ya no valla a estar presente; ver por última vez mi árbol navideño y hacer que mi familia trate de disfrutarla.
Una sesión de fotos con mis seres amados ( muchas fotos)
Algo que me doliera si mañana fuera mi último día es no haber tenido hijos, así que acudiría a un banco de óvulos para dejar mi última descendencia.
Grabaría un pequeño video para ellos y para las personas que no estén al momento de mi muerte.
Tendría que conseguir un Ferrari para manejarlo.
Ir con mi vecino (que me gusta desde niños) con mi guitarra y decirle que me fascina, mirarla a los ojos y plantarle un beso que recuerde para siempre.
Manejar una Harley-Davison.
Hablar con un ex novio, decirle que es un gran hombre, que lo admiro y lo seguiré amando siempre.

Organizar una comida con mi gente y despedirme de cada uno de ellos. De mi papá y mis hermanas, con un sentimiento de tristeza, pero muy feliz porque me reencontraré con mi mamá, la abuela, el abuelo, y mi perro.
Y ya por último, cuando casi haya terminado el día, saltar en un paracaídas en la noche con una foto de mi familia junto a mi corazón, para nunca olvidarlos; para que en el momento de que mi alma se desprenda de mi cuerpo, mi alma ya esté en el cielo.
Y tú, ¿ qué harías? Probablemente no sepamos cuándo sea el último día, así que realiza todas esas cosas de las que aún tienes ganas; vive a plenitud.
No quiero ser severa, y entiendo que si no hay confianza en vivir no se puede avanzar
¿Con que tranquilidad serías un atleta si no supieras que tu cuerpo puede repararse ante una fractura?
Tendrías miedo, cuidados excesivos que probablemente llevarían a cometer errores y dejar pasar oportunidades.
De la misma manera, pensamos que ante la catástrofe no tenemos la posibilidad de reconstruirnos y esto es un error.
Debemos vivir con la absoluta certeza de que, pase lo que pase, saldremos adelante, y que la vida no nos manda nada con lo que no podremos luchar. Pensar así no es darle permiso a la vida de que nos pasen cosas, no asumimos como vulnerables ante las penas.
Es que las cosas van a pasar de todas maneras y debemos fluir con ellas.
Hay quien piensa que ser fuertes es como una maldición, porque parece ser que entre más fuertes somos más cosas duras nos ocurren porque podemos con ellas.
No es así, la fortaleza emocional es una herramienta más con la que contamos, pero no nos predispone a ser víctimas de más pesares.
Fuertes y débiles tendrán que darle una respuesta a la vida, llegando el momento.


“Soledad en medio de la gente.”
Creo que todos alguna vez hemos vivido la sensación que nos produce encontrarnos rodeados de gente y sentirnos desorientados y muy solos, tan diferente a la soledad buscada y apreciada que nos ayuda a relajarnos y en la que fácilmente encontramos compañía con multitud de estímulos internos y externos que nos sirven como reconstituyentes vitales, esa soledad reconfortante que podemos abandonamos a voluntad incluso sin necesidad de otra presencia humana utilizando un simple teléfono y reclamando atención.
Por Desgranates

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