Dime con Quién andas… y te diré quién eres.   

Por Ma. Ester Galindo H

Hace algunos días en la iglesia, celebramos la Cena del Señor en una cálida reunión en donde recordamos la muerte de nuestro Señor Jesucristo, algo que haremos hasta que Él venga, unidos en un profundo y eterno agradecimiento…

 Y lo imaginábamos ahí en ese cuarto, en ese Aposento Alto que describen las Escrituras junto con sus más cercanos y allí reunidos con el Salvador del mundo haciéndoles la preciosa promesa del Espíritu Santo:

¹⁵ Si me amáis, guardad mis mandamientos. ¹⁶ Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

 ¹⁷ el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

¹⁸ No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. ²⁵ Os he dicho estas cosas estando con vosotros. ²⁶ Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Juan 14:15-18,25

La evidencia de nuestro amor es la obediencia y dentro de esta comunión de la que disfrutaban en ese momento los discípulos con Jesús, es glorioso leer la Palabra de Dios y enterarnos que esta misma promesa es para nosotros también, es para todos aquellos que le aman.

Y qué bueno es saber que el Espíritu Santo no es una paloma, no es una energía. El Espíritu Santo es una persona y se le llama el Consolador. En otras versiones aparece como el Ayudador y mora en nosotros.

Como se menciona en 1ª. Corintios 6:17-19 somos templo del Espíritu Santo.

17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

1ª. Corintios 6:17-19

¿Podemos describir esto? Simplemente va más allá de nuestro entendimiento, pero, ¡¡Es grandioso!! ¡¡Glorioso!! Y es algo tan básico. El Espíritu Santo nos “ayuda”, nos consuela, tenemos a Alguien dentro de nosotros que es inseparable y está para ayudarnos en toda nuestra vida. Así como vino a fortalecer al pueblo de Dios para ser valiente en este mundo, en medio de la persecución, así nos ayuda hoy a caminar en la voluntad de Dios. Él está vivo en los creyentes.  

Su gran propósito en nosotros es glorificar a Jesucristo y conformarnos a Su imagen. El fruto del Espíritu Santo nos ha sido dado y no puedo imaginarlo viviendo en ti, en mí sin que haya una evidencia de ello, y podríamos reflexionar sobre algunas preguntas:

1.-¿Ves en tu vida la evidencia de que el Espíritu Santo quien es Dios, vive en tí?

2.-¿Tu familia, esposo(a), hijos, amigos, ven la evidencia  de ello en ti?

3.-¿Manifiestas el fruto del Espíritu en tu vida? (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre, templanza). El Espíritu Santo nos ayuda; podemos tener con su ayuda victoria sobre la tentación y la atracción de la carne por el poder del Espíritu Santo.

4.-¿Eres de bendición a los que te rodean?

5.-¿Estás realmente consciente de Quién mora en ti?

Día a día debe notarse que estamos siendo transformados; día a día, cada situación, buena, mala, cada circunstancia, cada tribulación, cada noticia, enfermedad, etc., son oportunidades para manifestar que tenemos al Espíritu Santo en nuestra vida.

Si tú quieres andar en el Espíritu, entonces debes andar según la Palabra de Dios, según lo que la Biblia enseña.

Dime si andas con el Espíritu Santo y te diré quién eres:

¡¡¡Eres un hijo de DIOS victorioso!!!