
Por Nicole Di Matteo
La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado el regalo
Albert Einstein
Los científicos acaban de demostrar que el corazón tiene neuronas. Es divertido comprobar cómo la ciencia y las leyes de la física van demostrando y corroborando la espiritualidad a cada paso, y como la ciencia y la intuición se van dando la mano.
Para mí la intuición es justo eso.
La intuición es esa certeza interior, esa corazonada, esa información que no sabes de dónde proviene, que desafía a toda lógica, pero que sabes que es cierta.
¿Y por qué lo sabes?, pues no sé, pero tu corazón late con fuerza, vigoroso, cada vez que la intuición aparece en escena, mostrándote que ese es el camino.
La intuición es un espacio poderoso de conexión esencial, de conexión con el cosmos, con el universo, con la fuente; un espacio en el que llega a nosotros toda la información esencial necesaria para nuestras vidas.
Es un espacio interno de sabiduría que nos muestra el camino, nos conecta, nos integra y nos expande.
Desgraciadamente, en pocas ocasiones lo escuchamos y dejamos hablar a esa vocecita interior de paz y sabiduría.
Seguimos cerrándonos y negándonos a escuchar nuestro corazón, preferimos escuchar el sistema de creencias predominante, escuchar a nuestros miedos. Seguimos queriendo planificarlo y controlarlo todo.
Tratamos de controlar todo cuanto ocurre a nuestro alrededor, cuando de lo único que podemos estar seguros es de que todo cambia y nada permanece. De la resistencia al cambio solo se deriva el sufrimiento.
Todo fluye nada permanece
Lao Tse
Así que, de lo único que podemos estar seguros, es de que todo cambia y nada permanece igual. Lo único constante es el cambio. Y nuestra intuición es un mecanismo natural de conectarnos con la información universal que nos permita transitar esos cambios desde el amor y la sabiduría.

En lugar de potenciarla, desarrollarla y permitirle estar en su lugar, nos pasamos la vida acallándola, tratando de vivir desde las variables puramente racionales y procesándolo todo desde el miedo, buscando desesperadamente la certidumbre.
A medida que le demos alas y potenciemos nuestra intuición, fluiremos con la vida, aceptaremos el cambio y tomaremos las decisiones alineadas con nuestro corazón.
¿Cómo extrapolamos esto a nuestra relación de pareja?
En ocasiones intuímos que estamos con alguien con quien ya no nos sentimos plenos y oímos la llamada de la vida hacia la incertidumbre de la ruptura, hacia el desapego, hacia el fluir. Aunque, incapaces de dar un paso al frente, nos quedamos en nuestra zona de confort.
Nuestra mente nos provee de infinidad de argumentos racionales para tenernos atrapados ahí: el dinero, los hijos, la comodidad, las apariencias, el círculo de amigos, nuestros padres.
La lógica racional nos cuenta que nuestra pareja es la idónea porque cumple todos los requisitos, porque es ideal y porque todo el mundo nos lo dice, pero nuestro corazón nos dice que no. Nuestro corazón late con fuerza indicándonos el camino en cada ocasión que estamos fuera de casa o separados de nuestra pareja, nuestro corazón se alegra con todos los solter@s que encuentra apetecibles en su camino. Pero nuestra mente decide tapar esa sensación, decide dejar espacio solo a lo predecible, decide conformarse y se cuenta historias por las cuales esa es la opción segura e idónea. Por eso seguimos erre que erre negándonos a sentir, a escuchar a nuestro corazón y a afrontar los cambios, paralizados por el miedo.
La lógica aplastante nos dice que esa no es la salida, pero nuestro corazón e intuición, siempre alineados, pugnan por su libertad, quieren que les hagamos caso, que les escuchemos; y cuantas veces nos hemos negado.
Cuando al final por fin les hacemos caso nos decimos a nosotros mismos: «Si les hubiera escuchado mucho antes».
El intelecto siempre tiene razón, la intuición nunca se equivoca
Alejandro Jodorovski
En el corazón radica nuestra conexión esencial y es la fuente de toda sabiduría, por eso no podemos permitirnos ignorarlo, porque estaremos ignorando la fuente de toda sabiduría esencial y potencialidad infinita, nuestro oráculo esencial, nuestra parte divina. Estaremos reprimiendo una vida con sentido y nos estaremos entregando a los convencionalismos sociales y al miedo imperante que nos convierte en zombis.
¿De veras vas a seguir viviendo reprimido? o ¿vas a dar un salto adelante para permitirte ser tú y vivir tu vida con quien quieras y cuando quieras?
Tú no eres responsable de cómo se siente el otro, él debe tomar sus propias decisiones; no debes sentirte culpable por escuchar a tu corazón. Si abandonas a alguien por seguir a tu corazón a ese alguien le estás haciendo un favor, le estás ayudando a despertar y a comenzar a escuchar su propio corazón.
No merece la pena reprimir nada, no merece la pena vivir a medias, tú solo eres responsable de ti mismo.

Algún día, en retrospectiva, los años de esfuerzo te parecerán los mas hermosos.
Sigmund Freud

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