Nunca subestimes los pequeños comienzos.

Por Xaume Bueno

¿Alguna vez comenzaste algún nuevo proyecto o te propusiste una meta, pero no la terminaste o la dejaste a la mitad?

A todos nos ha pasado.  Y es que vivimos en una época donde si nos gusta algo o nos sentimos bien le seguimos, pero si ya no nos gusta o no es placentero, lo abandonamos.

Eso hace que dejemos muchas cosas a la mitad. Al principio, la adrenalina y la emoción de comenzar algo nuevo nos motiva. Pero, ¿por qué es tan difícil concretar o terminar una nueva meta o proyecto?

En Eclesiastés 7:8 El Rey Salomón escribió:

“Vale más terminar algo que empezarlo”

”Vale más la paciencia que el orgullo”

Y es que nuestra naturaleza humana se emociona y enciende con lo nuevo; la novedad, lo último. Pero, ¿Qué hay del proceso? Salomón, como Rey de Israel, sabía que no era el comenzar lo que prueba nuestro carácter y determinación, sino el terminarlo.

En esa primera frase nos deja ver que más allá de la emoción del momento, nuestra mirada siempre está en la meta final. Cuando dejamos a un lado las emociones y el placer, nos puede o no causar el finalizar una meta; podremos avanzar hacia ella.

El día de hoy deja de mirar los contras o los obstáculos que se te interponen y enfócate en la meta; lo que tienes por delante, y en el resultado final.

El segundo consejo que nos da Salomón es anteponer la paciencia al orgullo; ahí está la clave. Especialmente en una cultura donde todo debería ser rápido, instantáneo y en el momento; cultivar la paciencia es una tarea de todos los días. No es una habilidad exclusiva de ciertos temperamentos o personalidades.

Muchas veces confundimos a una persona “pasiva” con “paciente” y, evidentemente no es lo mismo. La Biblia nos enseña que la paciencia es un fruto del Espíritu; por tal razón no es una cualidad que nazca de nuestra naturaleza humana. Eso significa que la única forma de cultivarla y fortalecerla es, valga la redundancia, “cultivando” y “fortaleciendo” nuestra relación con Dios.

Es precisamente esta paciencia que viene de Dios, la que nos ayudará a dejar a un lado el orgullo, que desde un polo opuesto nos empuja a poner la vista en nosotros mismos, distrayéndonos de la meta. Y tomando de esa paciencia lograremos ver nuestras metas cumplirse.

¿De qué metas hablamos? De las que sean. Hacer ejercicio, mejorar la dieta, manejar mejor nuestro tiempo, pasar más tiempo con la familia, emprender un nuevo negocio, aumentar la cartera de clientes, cerrar una venta, pasar más tiempo con Dios, dedicar más tiempo a la lectura y estudio bíblico.

 El día de hoy fija tus ojos en la meta y echa mano de la paciencia para poder llegar al resultado final.

Acá te dejamos 5 tips que te ayudaran a terminar lo que comienzas.

1.- Haz una lista de los proyectos más apremiantes para este año.

2.- Escoge a qué le darás un seguimiento mensual, semanal, y diario.

3.- Haz una lista de las cosas que más te distraen y te alejan de cumplir esas metas.

4.- Toma pasos de acción y determinaciones en tu vida que te alejen de todo aquello que te impide cumplir tus metas

5.- La suma de tus tareas más pequeñas darán como resultado el cumplimiento de tus sueños más grandes. No se trata de grandes pasos diarios, sino de pequeños pasos, pero constantes. Cumple tus metas diarias y semanales.

¡No subestimes los pequeños comienzos!