Crónicas Bíblicas: Gedeón

Por John Macarthur

Parte 1

CRÓNICAS BÍBLICAS

GEDEÓN: UN HOMBRE DÉBIL FORTALECIDO

El relato de Gedeón comienza en Jueces 6. Desde el principio, se le describe como un hombre cuyo temor era mayor que su fe. Lo mismo ocurría con sus compatriotas.

Durante siete años habían vivido en un temor constante de los madianitas y amalecitas colindantes, que repetidamente arrasaban la tierra de Israel, destruyendo sus cosechas y robando su ganado. Cansados de esconderse en cuevas en las montañas, los israelitas finalmente clamaron al Señor pidiendo ayuda.

EL LÍDER QUE CARECÍA DE VALOR

Que el Señor seleccionase a Gedeón como la respuesta para liberar a Israel demuestra que su poder no puede limitarlo ni tan siquiera el instrumento humano más inconcebible.

La primera vez que encontramos a Gedeón, está escondiéndose de los madianitas, intentando sacudir el trigo en el lagar a escondidas (Jueces 6.11). El proceso de sacudir el grano para separarlo de la paja normalmente se realizaba al aire libre, en lo alto de una colina, donde la brisa se llevaba la paja. Pero, temeroso de que el enemigo merodeador pudiera detectarlo, Gedeón se escondía al abrigo de un lagar. El lugar no era ni mucho menos ideal para sacudir el trigo, pero al menos no lo descubrirían, o al menos eso imaginaba él.

Mientras Gedeón realizaba su monótona tarea con un temeroso fervor, ocurrió algo impactante: el ángel del Señor se le apareció de repente. La evidencia en el Antiguo Testamento de estas apariciones indica que el ángel apareció en forma humana, y por esa razón no se producía pánico como podría ocurrir si la apariencia fuera de gloria celestial. Gedeón no cayó en un sueño profundo como aquellos que vieron realmente la gloria de Dios (como Isaías, Ezequiel, Juan y Pablo). En vez de eso, mantuvo una conversación.

No cabe duda de que lo que le dejó perplejo fue darse cuenta de que habían descubierto su escondite. Pero Gedeón se sorprendió aun más cuando escuchó que el ángel le dijo: «Jehová está contigo, varón esforzado y valiente» (v. 12). Desde la perspectiva de Gedeón, ambas partes del saludo eran cuestionables. «Si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?», preguntó en el versículo 13. «¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo:

¿No nos sacó Jehová de Egipto?

Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas». Movido por la duda, Gedeón negó ser un hombre de valor:

«Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre» (v. 15). Claramente, la fe y la fortaleza eran cualidades que Gedeón no poseía.

Sin embargo, al llamarle valiente, el ángel del Señor no se estaba refiriendo a lo mismo que Gedeón, sino a aquello en lo que se convertiría mediante la fortaleza que Dios le proporcionó. Así, le dijo a Gedeón:

«Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre» (v. 16). Cuando el Señor vino sobre él, este cobarde sin fe lograría actos de valor increíbles para librar a Israel. Gedeón estaba tan poco familiarizado con que eso pudiera proceder de un cobarde que dudaba como él, que le pidió a Dios una señal.

El Señor consintió misericordiosamente. Cuando el granjero sin fe le ofreció pan y carne a su visitante celestial, este milagrosamente lo consumió con fuego antes de desaparecer de su vista (v. 21).

Es importante destacar que al ángel del Señor se le identifica en Jueces 6 como el Señor mismo (vv. 14, 16, 23, 25, 27).

Por eso Él aceptó de buena gana la ofrenda de adoración de Gedeón (vv. 18–21), algo que un ángel común nunca haría (cp. Apocalipsis 22.8–9). Cuando finalmente Gedeón se dio cuenta de que era el Señor mismo a quien había visto, estaba seguro de que moriría.

Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara. Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. (vv. 22–23)

El peso de la evidencia bíblica indica que el ángel del Señor era el Cristo preencarnado, el segundo miembro de la Trinidad, apareciendo en forma corporal, como lo hacía en algunas ocasiones en la era del Antiguo Testamento (cp. Génesis 16.7–14; 22.11–14; 31.11–13; Éxodo 3.2–5; Números 22.22–35; Josué 5.13–15; 1 Reyes 19.5–7).

Las apariciones del Ángel a lo largo de la historia de Israel, junto con pasajes como Isaías 9.6 y Daniel 7.13, proporcionan una fuerte evidencia en el Antiguo Testamento de la deidad de Jesucristo.

Esa noche, el Señor llegó a Gedeón y le dijo que destruyera un altar a Baal que había cerca de la casa de su padre.

El joven obedeció, aunque con gran temor. Según Jueces 6.27: «Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo.

Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche». De nuevo, el valor no era una virtud muy conocida para Gedeón. Sin embargo, había demostrado tener la disposición de obedecer al Señor, y eso era progreso en su fe. 

LA ESTRATEGIA QUE PARECÍA SUICIDA

Cuando escuchó que los invasores madianitas habían vuelto, Gedeón reunió a los hombres de Israel para luchar. En una destacada muestra de valiente voluntariado, respondieron unos treinta y dos mil guerreros. Pero incluso con una fuerza tan grande bajo su mando, Gedeón dudaba de ser la persona adecuada para dirigir la batalla. De nuevo, su fe flaqueaba, así que demandó otra señal para estar seguro de que Dios estaba con él. 

Continua la historia abajo está el enlace.

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