Por David Colin C

Como querer o amar algo que no se conoce, es algo casi imposible de llevar a cabo. De ahí la importancia de conocer nuestro pasado, a través de interesarnos en la historia, solo así, llegaremos a comprender lo que ahora somos.
Así como Octavio Paz en su Laberinto de la Soledad, hace alusión a las características en conducta de los mexicanos, propone en su visión, lo que el mexicano es y representa, un producto de su pasado gestado a sangre y fuego.
Estamos por celebrar los 700 años de la fundación de Tenochtitlan (1325), de un pueblo venido del norte del continente, de un lugar llamado Aztlán. Después de muchas batallas con las culturas asentadas ya en ese momento en la meseta de Anáhuac (Chalcas, Xochimilcas etc.), se levantan como una de las grandes civilizaciones de América.
Y porque no mencionar la existencia de civilizaciones que ya habían desaparecido para ese momento, como los Teotihuacanos, en náhuatl se traduce como “Lugar donde los hombres se convierten en dioses”, los registros la datan entre el año 100 A. C. y el 500 D.C. Sin duda, estos últimos contemporáneos de los Mayas.


Así de milenaria y compleja es la historia de los Pueblos Originarios, los verdaderos americanos, y más aún, en el caso de México, los verdaderos norteamericanos.
La llegada de Cortes en 1519 marca el nacimiento de una nueva raza, que tiene un periodo de gestación de 300 años, periodo que conocemos como la colonia, que está por demás decir, esta conquista se da por la fuerza, y el mestizaje de la misma forma.
Y no es hasta 1821 que surge el Imperio Mexicano. Cuando revisamos lo anterior, no podemos asumirnos como aztecas o españoles, en realidad nos tenemos que referir a nosotros mismos, como mexicanos, la fusión de dos mundos, y que justo, esto es lo que nos hace ricos en historia, costumbres, cultura, comida etc.
Vasconcelos la llama “La Raza de bronce”.
En ese momento, comienza nuestra peregrinar, en busca de una identidad que aún no se entiende del todo, insipiente, muy difusa, de la misma manera que un niño busca formar valores, hábitos, personalidad, etc.
Por si no fuera poco con esta búsqueda de identidad y evidentemente, problemas internos, regresan los españoles con el deseo de reconquistar en 1829, saliendo Santa Ana victorioso.
El gobierno mexicano comienza a dar concesiones, para establecerse en Texas los vecinos del norte, que eran esclavistas (México había abolido la esclavitud), ya para 1835, eran mayoría en el estado, gran error del gobierno.
No contaban con las pretensiones de los Estadounidenses, no vieron venir las intenciones expansionistas, que era una fiebre mundial.
Finalmente, el ejército mexicano es derrotado y culmina con la pérdida del estado de Texas. Los Estados Unidos de América, se darían cuenta de la debilidad de nuestro país, y en 1847, vendrían por más del 50% del territorio Nacional.
Cabe señalar, que una de las causas de lo anterior, eran nuestras divisiones internas entre las diferentes facciones. Incluso había estados que no enviaban a sus hombres, no existía unidad alguna.
Los conflictos internos nacionales, mermarían la fuerza de nuestra Nación, y evidentemente los países más consolidados, vieron su oportunidad.
Posteriormente vendría el triunfo de los liberales, liderados por Benito Juárez, un periodo en donde tuvieron lugar hechos muy importantes, como la constitución de 1857, la proclamación de las leyes de reforma de 1859, y la guerra de los tres años.
Al final, en la ciudad de Veracruz, Juárez es notificado en medio de una función de teatro, de la derrota de los conservadores en 1861, y a modo de celebración, se toca la Marsellesa. En ese momento las ideas de república y libertad provienen de Francia, quien iba a imaginar que, un año después, tropas francesas estarían desembarcando en Veracruz.
Con hombres como Zaragoza, hicimos frente al mejor ejercito del mundo de aquel tiempo.
Y nuestros intelectuales, no peleaban con armas si no con su pluma, como Guillermo Prieto que escribía alentando a los compatriotas al inicio del sitio de Puebla;
“Si se toma un fuerte, quedaran los otros fuertes. Después quedan las torres de las iglesias, los patios, los cementerios, los claustros, las celdas (….) Y cuando todo se haya perdido tendremos por parte una tumba”.
Díaz junto con el pueblo de Juchitán derroto a los zuavos argelinos, que venían con los franceses, la legión de los belgas que mando el Rey Lepoldo I, para apoyar a su hija Carlota, también fueron derrotados en Michoacán. El Imperio Austrohúngaro contribuyó con 7,000 efectivos a pelear por Maximiliano.
Sin embargo, Maximiliano, junto con los conservadores Tomas Mejía y Miguel Miramón, son fusilados en 1867. El mismo Víctor Hugo dirige una carta a Juárez, con la finalidad de interceder por Maximiliano;
“Juárez, abolid sobre toda la tierra la pena de muerte. Que el mundo vea esta cosa prodigiosa: la república tiene en su poder a su asesino, un emperador; en el momento de arrollarlo, se da cuenta de que es un hombre, lo suelta y le dice: Eres del pueblo como los demás. Vete. Ésa será, Juárez, su segunda victoria.”
Sin embargo, la contestación de Juárez, ya es por demás conocida.
El mensaje de México, era muy claro para los países imperialistas. Para muchos historiadores, en ese momento surge nuestra identidad, amor y patriotismo. Algo milagroso había sucedido, a pesar de los pesares, luchando contra las naciones más poderosas del mundo, con casi todas las variables en contra, y gracias a muchas vidas de hijos de la patria, se instaura la Republica.
Revisando todo lo anterior, nos podemos dar cuenta, de lo difícil que ha sido mantener en pie nuestro territorio, costumbres, democracia y libertad. Hoy en un día, en este mundo globalizado es muy fácil perder las identidades como pueblos y naciones, necesitamos refrendar nuestro compromiso y sobre todo seguir construyendo un mejor País para las generaciones venideras. Libremos la batalla de la indiferencia, mantengamos la unidad, refrendemos nuestro cariño a través del entendimiento del devenir de nuestro pueblo.


HOMBRES ILUSTRES

OCTAVIO PAZ
«El mexicano puede doblarse, humillarse, ‘agacharse’ pero no ‘rajarse, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.”
El autor de El laberinto de la soledad,
escrito entre 1948 y 1949, e inscrito «en la filosofía de lo mexicano,
cuyo origen partió de la confusión y la necesidad de ordenar el mundo, es un texto esencial que al analizar el destino de México, su historia y sus habitantes, ha sido considerado una guía para reflexionar sobre quiénes somos, cómo y por qué, incluida esa sensación de orfandad presente en México durante siglos.
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