No te cases cuando estas enamorado

Por René Dubois

CONTENIDO PSICOLÓGICO

El enamoramiento es una proyección, una idealización de alguien en quien ves toda tu magia reflejada, toda tu luz y tu belleza.

Todos reconocemos esa sensación de volvernos locos y sentir acelerarse toda la química de nuestro cuerpo. De pronto nos sentimos increíblemente bien, estamos enamorados, todo es genial, ¡mola! Caminas por la calle con una sensación de satisfacción,

¡GUAU!

Te sientes pleno, te sientes bien, tu vida tiene sentido, estás enamorado.

Esos mensajitos de móvil que te regalan dos horas de subidón; esas ganas locas de contarle a todo el mundo que por fin has encontrado a la persona de tus sueños, ¡por fin! Has encontrado a tu media naranja, a tu alma gemela, ¡¡¡ohhhhh sííííí!!! ¡Por fin puedes ser feliz! Tu vida tiene sentido. Has encontrado a tu mitad ¡¡Ya estás completoooooo!!

Vosotros ¿creéis que eso es normal?

Más tarde vendrá la segunda fase, cuando de pronto ese ser al que he idealizado, en el que he visto mi salvación y el sentido de mi vida, ese ser por el que me he sacrificado y lo he dado todo… me decepciona y me defrauda. Entonces se convierte en un ogro feroz. Ya no es lo que yo pensaba, resulta ser un egoísta… de pronto veo toda su sombra.

Esto también es una proyección, y es exactamente igual de disfuncional que la primera fase, pero todos reconocemos la disfuncionalidad en esa segunda fase de dolor y desamor, aunque somos incapaces de ver que la primera fase, a pesar de que en ella nuestra vida cobra sentido porque hemos encontrado a otra persona, es exactamente igual de disfuncional.

Pero, por favor, ¿cómo podemos pensar que alguien puede darle sentido a nuestra vida?

¿Cuál es la decepción de las madres abnegadas cuando después de años haciendo de sus hijos el sentido de sus vidas se encuentran con que estos dejan el nido?

Ellas caen en una profunda tristeza al no sentirse correspondidas, o peor, entran en dinámicas de control y competición con las parejas de sus hijos.

El sentido de la vida no te lo da tu pareja ni tus hijos… el sentido de tu vida te lo da tu propósito, tu misión, alinearte con lo que has venido a hacer y conectar con tu esencia divina.

¿Qué porquería es esa de proyectarse tan a lo bestia y pensar que por fin, ¡¡¡estás salvado!!!?

¿No vemos que ambas fases son exactamente igual de disfuncionales?

¿Acaso no vemos que son dos caras de la misma moneda?

Es el ego proyectándose a lo bestia… y el bajón posterior es directamente proporcional al subidón previo.

Photo by Djordje Petrovic

Ese subidón de atribuirle a alguien la capacidad de hacerte feliz, de ocuparse de cuidar esas partes de ti no sanadas de las que no estás ocupándote tú mismo.

Pero qué sabia es la vida… A esos dos seres emocionalmente inmaduros que depositan su felicidad el uno en el otro los coloca en un juego de reproches y decepciones mutuas para que tomen conciencia de que solo cada uno de ellos tiene la llave de su propia felicidad.

Así no les queda más remedio que madurar y responsabilizarse de sus vidas, no les queda más remedio que aprender a amar, aprender a ser felices y a no dar rienda suelta a su ego proyectándose en los demás.

El enamoramiento pone un parche a nuestro dolor unos meses, a lo sumo un año, pero ese dolor en ningún caso desaparece. Es solo un remedio transitorio, una ilusión que nos hace sentir que ya estamos bien, que todo está sanado y es perfecto, pero en realidad no es así.

Nuestro dolor, nuestras heridas, todo aquello que no nos hayamos mirado ni trabajado previamente continua presente en el inconsciente.

El estado del enamoramiento solo consigue que parezca que no está y que por unos meses nos sintamos sanos, plenos y llenos de ganas de vivir.

Con el tiempo, la química del enamoramiento desaparece, la proyección e idealización brutal se esfuma y nuestras heridas emocionales vuelven a quedarse en carne viva, abiertas, y sentimos el mismo dolor que sentíamos inicialmente, pero ahora con mucha más fuerza e intensidad.

Responsabilizamos a nuestra pareja en lugar de tomar conciencia de que ese dolor y esa falta de aceptación y de presencia ya estaban en nosotros, y en lugar de darle un sitio, en lugar de mirarlo, de acoger nuestro dolor y sanarlo, en lugar de abrazarlo y trascenderlo, y de transitarlo hasta estar en paz, hemos elegido obviarlo, ponerle un parche y hacer como que no existe.

Esta decisión no puede ser más errónea, extraviada e irresponsable, pero nos aferramos a ella una y otra vez, esperando que alguien venga a darnos lo que no nos damos a nosotros mismos, que alguien venga a hacer un trabajo que solo nosotros podemos hacer, que venga a hacernos felices, a cuidarnos y a responsabilizarse de nosotros.

El ego nos dice que la responsabilidad individual es compleja, ardua, difícil y exasperante, pero… es la única opción que tenemos.

Es el único camino y la única forma de trascender el ego y volver a casa.

Photo by Hassan OUAJBIR

La vida me enseñó que a veces no todo lo que yo quieralo puedo tener.

Me enseñó quepor más fuerte que sea el golpe y la herida, nada duele para siempre y que las penas no aniquilan, solo forjan mejor el carácter.

Me enseñó también que la soledad no es mala y que al final, sembrar bien en las personas aunque me paguen mal, es la mejor manera de esperar con seguridad que algún día el favor del Señor me compense con lo mejor.

A. Desconocido

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René Dubois

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