Cuando estamos gravemente enfermos en el alma.

Por René Dubois

CONTENIDO PSICOLÓGICO

Yo defiendo la aplicación del concepto de enfermedad al patrón de amar en exceso. Eso podrá parecerle una exageración, y si usted se resiste a aceptar esta propuesta, espero que al menos vea la analogía existente entre una enfermedad como el alcoholismo, que es la adicción a una sustancia, y lo que sucede en las mujeres que aman, adictas como lo son a los hombres de sus vidas. Yo estoy plenamente convencida de que lo que aqueja a las mujeres que aman no es como un proceso de enfermedad; es un proceso de enfermedad, que requiere un diagnóstico específico y un tratamiento específico.

Analicemos primero lo que se quiere decir literalmente, con la palabra enfermedad: cualquier desviación de la salud con un conjunto específico y progresivo de síntomas identificables en sus víctimas, que pueden reaccionar a formas específicas de tratamiento.

Esta definición no exige la presencia de un virus o un microbio ni de otro agente físico causante en especial; sólo que la víctima de la enfermedad desmejora en una forma reconocible y previsible, exclusiva de esa enfermedad, y que la recuperación puede ser posible después de la aplicación de ciertas intervenciones apropiadas.

No obstante, es un concepto difícil de aplicar para muchos en la profesión médica cuando la enfermedad tiene manifestaciones de conducta en lugar de físicas en sus etapas iniciales y medias.

Esta es una de las razones por las cuales la mayoría de los médicos no reconoce el alcoholismo a menos que la víctima esté en las etapas tardías, cuando el deterioro físico es evidente.

Tal vez resulte más difícil aun reconocer como enfermedad al hecho de amar en exseso, porque la adicción no es con una sustancia sino con una persona. Sin embargo, la mayor barrera para reconocerlo como condición patológica que requiere tratamiento es que los médicos, consejeros y todo el resto de nosotros tenemos ciertas creencias muy arraigadas respecto de las mujeres y el amor.

Todos tendemos a creer que el sufrimiento es una señal de verdadero amor, que el negarse a sufrir es egoísta, y que si un hombre tiene un problema entonces una mujer debe ayudarlo a cambiar.

Estas actitudes ayudan a perpetuar ambas enfermedades: el alcoholismo y amar en exceso.

Tanto el alcoholismo como amar en exceso son enfermedades sutiles en sus primeras etapas.

Cuando se hace evidente que está ocurriendo algo muy destructivo, la tentación es examinar y tratar las manifestaciones físicas  el hígado o el páncreas del alcohólico, los nervios o la alta presión sanguínea de la mujer adicta a las relaciones  sin evaluar con precisión el cuadro entero. Es vital ver a esos «síntomas» en el contexto general de los procesos de enfermedad que los han creado y reconocer la existencia de estas enfermedades cuanto antes posible a fin de detener la continua destrucción de la salud emocional y física.

El paralelismo entre la progresión de la enfermedad del alcoholismo y la progresión de la enfermedad de amar demasiado está claramente delineado en los siguientes gráficos.

Cada gráfico demuestra cómo la adicción, ya sea a una sustancia que altera la mente o a una relación infeliz, a la larga afecta todas las áreas de la vida del adicto en forma progresivamente desastrosa.

Los efectos van del área emocional a la física, e involucran no sólo a otros individuos (hijos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo) sino que, para la mujer adicta a las relaciones, a menudo incluyen también otros procesos de enfermedad, tales como el comer, robar o trabajar compulsivamente.

Las estadísticas describen también los procesos paralelos de recuperación para las personas adictas a sustancias químicas y a las relaciones.

Cabe mencionar que el gráfico de la progresión y la recuperación de la enfermedad del alcoholismo quizá sea ligera mente más representativo de lo que ocurre cuando el alcohólico es un hombre, y el gráfico sobre la adicción a las relaciones es más representativo del proceso de enfermedad y recuperación de una mujer, y no de un hombre, que es adicta amar.

Las variaciones debidas al sexo no son importantes y quizá se las pueda imaginar con facilidad al ver ambos gráficos, pero no está dentro del alcance de este libro analizar esas diferencias en detalle. La cuestión principal aquí es comprender con mayor claridad cómo las mujeres que aman demasiado se enferman y cómo pueden sanar.

Photo by Caroline Veronez

Tal como lo indica cada historia presentada en este artículo, las mujeres que son adictas a amar provienen de familias en las cuales estuvieron muy solas y aisladas, o bien fueron rechazadas o sobrecargadas con responsabilidades inapropiadas, y por esa razón se volvieron excesivamente maternales y altruistas; si no, se vieron sujetas a un caos peligroso, de modo que desarrollaron una abrumadora necesidad de controlar a quienes las rodeaban y a las situaciones en que se encontraban.

La consecuencia natural de esto es que una mujer que necesita controlar, atender, o ambas cosas, sólo podrá hacerlo con un hombre que al menos le permita o, más aun, invite  ese tipo de conducta. Es inevitable que ella se involucre con un hombre que es irresponsable en por lo menos algunas áreas importantes de su vida, porque está claro que él necesita su ayuda, su atención y su control.

Allí comienza la lucha de esa mujer por tratar de cambiarlo mediante el poder y la persuasión de su amor.

«FASES DE DUELO»

Negación

Es una reacción que se produce de forma
habitual inmediatamente después de una
pérdida. No es infrecuente que, cuando
experimentamos una pérdida súbita, tengamos
una sensación de irrealidad o de incredulidad
que puede verse acompañada de una
congelación de las emociones. Se puede
manifestar con expresiones tales como:

«aún no
me creo que sea verdad»


«es como si estuviera
viviendo una pesadilla» e incluso con actitudes
de aparente

«entereza emocional» o de actuar
«

como si no hubiera pasado nada».

La negación puede ser más sutil y presentarse
de un modo difuso o abstracto, restando
importancia a la gravedad de la pérdida o no
asumiendo que sea irreversible cuando en
muchos casos lo es.

Ira A menudo, el primer contacto con las
emociones tras la negación puede ser en forma
de ira. Se acuivan senumientos de trustracion de impotencia que pueden acabar en atribuir de responsabilidad de una pérdida irremediable un tercero. En casos extremos, las personas no pueden ir elaborando el duelo porque queda atrapadas en una reclamación continua que les impide despedirse adecuadamente del objeto amado. Cuándo pedir ayuda especializada:

El duelo a veces puede acabar complicándose de manera que la persona queda atrapada en ese dolor que le impide seguir adelante. Puede ocurrir de muchas formas:

a) cuadros depresivos intensos o cronificados;

b) conductas de huida de las emociones que el duelo genera a través del uso de alcohol u otras drogas;

c) reaparición en una pérdida presente de emociones y sentimientos de un duelo no resuelto en el pasado, y de presencia de fantasías de reunirse con el ser querido buscando la muerte de forma pasiva o activa.

Cuando el duelo se complica, es importante realizar un tratamiento de salud mental para superarlo.

Crédito al Autor

René Dubois

No te cases cuando estas enamorado

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