Crónicas Bíblicas: La Paciencia del Sr. Jesús

Por Timothy Keller

«Concédenos seguir el ejemplo de la paciencia de Jesús». Esta declaración es la que Thomas Cranmer, autor del Libro de Oración Común original, escribió como oración para el domingo antes de la Pascua.

¿Qué quería decir con «paciencia»? Paciencia es ese amor para el largo camino; es resistir bajo circunstancias difíciles, sin rendirse ni caer en la amargura.

La paciencia implica seguir trabajando aun cuando la gratificación se demora. Significa aceptar lo que la vida ofrece, incluso si es sufrimiento, sin arremeter contra nadie.

Y cuando te encuentras en una situación en la que estás muy preocupado o cuando algo se retrasa o te sientes bajo presión o lo que esperabas que ocurriese no ocurre, siempre está la tentación de poner punto y final a la paciencia

Quizás ya la has perdido y ni siquiera te has dado cuenta. La oración de Cranmer es especialmente conmovedora ya que se lee la semana antes de la Pascua, el momento en el que recordamos sacrificio de Jesús en la cruz. Jesús tuvo paciencia no solo por la manera en la que se enfrentó a su ejecución y a sus enemigos. También tuvo mucha paciencia con los discípulos (piensa en la paciencia que tuvo en el episodio de la tormenta) y con las personas que conoció a lo largo de su vida.

Marcos nos habla del encuentro de Jesús con un líder religioso, una autoridad de la sinagoga, que se llamaba Jairo. Debió ser un hombre que vivía con devoción para Dios, moralmente respetable, así como una persona próspera y con importancia social.

Marcos escribe: Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies…. (Marcos 5:21-22)

Aquí tenemos a un hombre de prestigio y autoridad que, sin embargo, cae a los pies de un carpintero de Galilea. Una situación muy poco común. Debía estar desesperado. ¿Así que cuál es el problema? Marcos nos dice:

suplicándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que sane y viva.

» Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, que lo apretujaba. (Marcos 5:23-24)

Ahí está el problema. Su hija está prácticamente muerta. Esa es la expresión que utiliza: la niña va a morir a no ser que Jesús vaya. Así que uno se puede imaginar la emoción de Jairo cuando descubre que hay esperanza para su hija agonizante, aunque por dentro debe estar aterrorizado por si él y Jesús llegan demasiado tarde.

Así que Jesús, Jairo y los discípulos se apresuran a ir a casa de Jairo y les sigue una multitud de personas que desean ser testigos de otro milagro:

Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenia sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar; iba de mal en peor:

(Marcos 5:25-26) Es interesante que el texto dice que «había sufrido mucho a manos de varios médicos, y en vez de mejorar; había empeorado». Es decir, no solo había sufrido por la enfermedad sino también por los «remedios».

Había gastado todo su dinero y agotado todas las posibles soluciones médicas:
Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.» Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa
aflicción.

Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder; así que se volvió hacia la gente y preguntó: «¿Quién me ha tocado la ropa?» (Marcos 5:27-30)


La multitud está apretando a Jesús, esta mujer le toca y se sana y leemos que Jesús siente que ha salido poder de él. Esta es la primera vez que el término griego dynamis, «poder,» de la que viene la palabra dinamita, se utiliza en el libro de Marcos.

Jesús nota que de Él ha salido fuerza, y sabe que alguien ha sido sanado. Él ha perdido fuerza para que ella pudiese recuperarla. Jesús para a los que van con Él, a ese cortejo de urgencias, se gira y dice: «Necesito saber quién me ha tocado»
Ves que te apretuja la gente
-le contestaron sus discípulos
, y aun asi preguntas:

«¿Quién me ha tocado?». Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.
La mujer; sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad. (Marcos 5:31-33)
Cuando Jesús encuentra a la persona que se ha sanado por acceder a su poder, se detiene y espera a que ella le diga «toda la verdad», a que le cuente lo que ha ocurrido. Imagina la ansiedad de Jairo durante todo este tiempo, la irritación de los discípulos y la paciencia y compostura de Jesús.


La mujer con la enfermedad crónica se lleva toda la atención, en lugar de la niña cuya situación es muy grave. La enfermedad crónica había durado mucho tiempo, y podía esperar un par de horas más.

El problema de la niña era urgente: estaba a punto de morir. Aun así Jesús decide parar y hablar con la mujer a la que acaba de sanar. No tiene sentido, es totalmente irracional.


De hecho, es todavía peor: es una negligencia médica. Si en la misma sala de urgencias hubiese una mujer con una enfermedad crónica, que podía esperar, y una niña debatiéndose entre la vida y la muerte, denunciarían a cualquier médico que tratase primero a la mujer y dejase a la niña morir.

Jesús está actuando como ese médico imprudente. Seguro que Jairo y los discípulos están pensando: «¿Qué haces? ¿No entiendes lo que está pasando?


Apresúrate o será demasiado tarde. La niña necesita tu ayuda ahora, Jesús. Date prisa, Jesús, date prisa. Pero Jesús no se da prisa. Se queda allí y habla con la mujer,
entonces ocurre lo que Jairo ha estado temiendo todo el camino:

Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle:
«Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando Maestro?» (Marcos 5:35)
Imagina cómo se siente Jairo con Jesús en ese momento. Pero Jesús le mira con calma, y:
Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: «No tengas miedo; cree nada más». (Marcos 5:36)


Lo que Jesús le dice a Jairo es: Confia en mí. Ten paciencia.

No hay necesidad de darse prisa. Cada cultura tiene un sentido del tiempo distinto. Este hecho salta a la vista en reuniones y acontecimientos interculturales. Imagina una boda en la que el novio es de una cultura en la que llegar 15 o 30 minutos tarde está bien, mientras que la novia es de una cultura que en la que llegar tarde está muy mal visto.

Ella y las damas de honor están preparadas para la boda, pero el novio no está allí y ya han pasado 15 minutos.

En el lado izquierdo de la iglesia, la gente está preocupada y nerviosa. En el lado derecho, todo el mundo está tranquilo. El sentido del tiempo es relativo. Y todo el mundo piensa «este es el momento correcto, pero este no».

El sentido del tiempo que Dios tiene siempre nos desconcertará, da igual de qué cultura seamos. Su gracia nunca actúa según nuestro horario.

Cuando Jesús mira a Jairo y le dice: «Confía en mi. Ten paciencia», de hecho, Jesús está mirando por encima de Jairo y nos está diciendo a cada uno de nosotros: «;Recordáis que cuando calmé la tormenta os mostré que mi gracia y mi amor son compatibles con las tormentas por las que pasáis, aunque vosotros no lo veáis así? Bueno, ahora os digo que mi gracia y mi amor son compatibles con lo que para vosotros son retrasos desmesurados»


No está diciendo: «No me daré prisa, aunque os quiero»; lo que
está diciendo es: «No me daré prisa porque os quiero». Sé lo que
hago.

Y si tratáis de imponerme vuestra comprensión del tiempo os costará sentiros amados por mi, Jesús no se va a apresurar y en consecuencia, nos sentimos igual que Jairo: impacientes porque se está retrasando de manera absurda y excesiva.

Lo que realmente necesitamos No obstante, debido al retraso, tanto Jairo como la mujer reciben mucho más de lo que habían pedido.

Ten en cuenta que cuando acudes a Jesús buscando ayuda, siempre le darás y recibirás de Él mucho más de lo que pensabas.

Ten paciencia ya que nunca ocurrirá de la manera que tú esperabas. Mira a Jairo
Fue hasta Jesús para que sanase a su hija moribunda, pero recibió mucho más que eso. Vayamos ahora al clímax de la historia.

Después de que la hija de Jairo muriese, debido a la supuesta negligencia del Gran Médico, Jesús le miró a los ojos y le dijo, «Confia en mi«. Esto sí que era una prueba de fe totalmente diferente a la que Jairo había esperado.

También observa a la mujer enferma. Ella se acercó a Jesús para ser sanada. Ella solo quería tocarle e irse sin más. Quería poder decir: «Ya estoy mejor, y me largo de aqui». Jesús no iba a permitir que ocurriese de ese modo.

Jesús la obligó a salir a la luz.

Tenemos que recordar que esta situación no era nada cómoda para ella. Había vivido con flujo de sangre, lo cual la convertía en una persona ceremonialmente impura. Como no mejoraba, es probable que la gente pensara que estaba bajo una maldición; a menudo, esta es la idea que se tenía de las personas con enfermedades crónicas.

Puesto que se la consideraba impura, tocar a un rabí en público era una ofensa horrible. De ahí que la petición de Jesús a identificase fuera algo aterrador.

¿Por qué insistió Jesús en que saliese a la luz? Porque ella lo necesitaba. La comprensión que tenía del poder de Jesús era un tanto supersticiosa. Ella pensaba que bastaba con tocarle; que el hecho en si, es lo que la sanaría. Pensaba que este poder podía controlarse.

Y Jesús hizo que saliera a la luz para decirle: «No; es tu fe la que te ha sanado.» Vayamos ahora al climax de su historia:
La mujer; sabiendo lo que le había sucedido, se acercó
temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda
la verdad.
«¡Hija, tu fe te ha sanado!»
-le dio Jesus- Vete
en paz y queda sana de tu aflicción.
(Marcos 5:33-34)


Jesús le está diciendo: «Tu fe es lo que te ha sanado, y ahora
que lo sabes, el camino que empiezas conmigo transformará tu
vida».

Existe una gran diferencia entre una persona supersticiosa que en un momento puntual experimenta sanidad física, y un seguidor de Jesús que ha sido transformado para toda la eternidad.

Si te acercas a Jesús en busca de algo, te pedirá mucho más de
lo que en un principio pensaste dar, pero Él te dará infinitamente más de lo que te atreviste a pedir o pensar.


Lo que realmente necesitamos saber Para Jairo y los discípulos, que la niña muriese mientras Jesús sanaba a una mujer con una enfermedad crónica era una negligencia. No obstante, aquellos que hemos leído el final de la historia sabemos algo que ellos no sabían. Sabemos que a Jesús le era igual sanar a la niña de la fiebre o resucitarla de los muertos, ya que tenía poder sobre la muerte.

También sabemos que Jesús dio a una mujer supersticiosa que había sido sanada físicamente la oportunidad de descubrir que si le seguía, El transformaría toda su vida. Jairo y los discípulos no podían ver nada de todo esto. No tenían ni idea de lo que iba a ocurrir.


A Jairo y a los discípulos les parecía que Jesús se estaba retrasando sin razón, pero no tenían toda la información. A menudo, nos parece que Dios está retrasando su gracia y está siendo negligente en nuestra vida.

Esto se debe a que hay cierta información crucial que aún no tenemos, una variable esencial de la que aún no disponemos.

Si me pudiese sentar contigo y escuchar la historia de tu vida, es probable que yo dijese al igual que tú: «No puedo entender cómo Dios se demora. No sé por qué
no actúa».

Créeme, sé cómo te sientes, así que quiero ser sensible a la hora de explicar esto. Sin embargo, miro las veces en mi propia vida en las que Dios se ha demorado y me doy cuenta de que gran parte de mi consternación está enraizada en la arrogancia.

Me quejo a Jesús: «Vale, eres el hijo eterno de Dios, vives por la eternidad, has creado el universo. ¿Pero por qué tienes que saber mejor que yo cómo debería ir mi vida?».

Jacques Ellul, en su obra clásica La edad de la técnica, argumenta que en la sociedad occidental moderna se nos ha enseñado que casi todo en la vida está ahí para que lo manipulemos en nuestro beneficio.

Las personas han actuado así en toda época y lugar, pero Ellul cree que en la sociedad occidental moderna es mucho peor.

No somos Dios, sin embargo, tenemos tales delirios de grandeza que Dios a veces se demora para derribar la pretensión de superioridad moral y la arrogancia que hay en nuestro corazón.


Ahora mismo, ¿hay algo en tu vida que Dios está demorando?
¿Estás a punto de rendirte? ¿Estás siendo impaciente con él?
Quizás exista un factor crucial al que no tienes acceso, que aún no conoces. La respuesta, igual que en el caso de Jairo, es confiar en Jesus.

Lo que realmente sabemos ¿Crees que es un poco raro que cuando Jesús llega a la casa de Jairo diga que la niña está dormida?

Las narraciones paralelas de esta historia en los Evangelios de Mateo y Lucas dejan claro que Jesús entiende que está muerta. No está a punto de morir; está muerta.

Entonces, ¿por qué dice que está dormida?. La respuesta está en lo que Jesús hace a continuación.


Recuerda, Jesús se sienta junto a la niña, la agarra de la mano y le dice dos cosas. La primera es talita, que literalmente significa «niña». aunque esta traducción no refleja lo que Jesús trata de decir.

Es un nombre cariñoso, un diminutivo que muestra afecto. Debido a que este diminutivo lo podía utilizar un padre o una madre para llamar a su hija, la mejor traducción sería «cariño». La segunda cosa que le dice Jesús es cum, que significa «levántate«

No significa «resucita»; tan solo «levanta». Jesús está haciendo lo que sin duda harían los padres de la niña cualquier mañana. Se sienta, la agarra de la mano y le dice: «Cariño, es hora de levantarse». Y ella se levanta. Jesús se enfrenta a la muerte, el
enemigo más implacable e inexorable del ser humano, y su poder
es tal que agarra a la niña de la mano y la levanta con cuidado.
«Cariño, levántate».

Con sus acciones, Jesús dice: «Si te tengo de la mano, la muerte no es más que estar dormido». No obstante las palabras y acciones de Jesús no son solo poderosas; también muestran amor. Cuando eras pequeño, si tu padre o madre te agarraba de la mano sabías que todo iba bien.

Por supuesto, estabas equivocado. Hay padres malos, e incluso los mejores no son perfectos.

Incluso los mejores pueden meter la pata, pueden perder a su hijo. Incluso los mejores padres toman decisiones incorrectas.

Sin embargo, Jesús es el Padre por excelencia, que te lleva de la mano en medio de la noche más oscura. El Señor del universo,

Aquel que puso a las estrellas en su sitio, te da la mano y dice: «Cariño, es hora de levantarse» ¿Por qué querríamos meter prisa a alguien así de poderoso y cariñoso, que nos trata con tanta ternura? ¿Por qué nos impacientaríamos con alguien así? Jesús nos lleva de la mano v nos guía a través de la mayor oscuridad. ¿Por qué puede hacerlo?


En una de sus cartas a la iglesia en Corinto, Pablo dice que Cristo fue crucificado en debilidad para que nosotros podamos vivir por el poder de Dios (2ª Corintios 13:4). Cristo se hizo débil para que pudiésemos ser fuertes.

No hay nada que asuste más a un niño que soltarse de la mano de su padre o su madre en medio de una multitud en la oscuridad, pero eso no es nada en comparación con lo que Jesús perdió. En la cruz,

El se soltó de la mano del Padre. Fue a la tumba para que nosotros pudiésemos salir de ella. Soltó la mano de su Padre para que sepamos que una vez nos tiene asidos,
nunca, nunca nos abandonará.

Esa es la razón por la que la oración del domingo anterior a la Pascua de Thomas Cranmer dice lo que dice. La oración completa reza así: «Concédenos seguir el ejemplo de su paciencia y también ser partícipes de su resurrección». Jesucristo sabía que la única manera de llegar a la corona era a través de la cruz. El único camino a la resurrección era a través de la muerte.

Así que la sanidad de la mujer enferma fue un nuevo anticipo de la cruz. Perdió poder para que ella pudiese conseguir fuerza. Pero en la cruz perdió su propia vida para que nosotros podamos vivir para siempre. La única manera en la que Jesús podía darnos ese poder y esa vida era a través de la debilidad y la muerte.


¿Estás intentado meter prisa a Jesús? ¿Eres impaciente con la espera? Deja que te coja de la mano, deja que haga lo que quiere

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