Cuento de Navidad, El Fantasma de Keramon

Por Charles Dickens.

ESPECIAL DE NAVIDAD

A diferencia de las anteriores veces, GatchCrouge se despertó por su cuenta, sin saber qué hora era y con los ojos enrojecidos de tanto sollozar.

Aún siendo incapaz de ver nada más que las 4 paredes del ascensor y el pequeño muñeco de trapo que le dejó el fantasma anterior, este sabía que aún era noche buena, pues no escuchaba el común bullicio mañanero del día de Navidad. Los niños que GatchCrouge tanto odiaban aún no habían abierto sus regalos y sus padres seguían durmiendo plácidamente.

Aún pensativo por lo que acababa de pasar, GatchCrouge se incorporó un poco, pero de poco le sirvió, pues el suelo del ascensor comenzó a temblar súbitamente y este se convirtió en unas fauces azuladas que devoraron al viejo avaro y le llevaron a un túnel oscuro.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!- gritaba el Appmon sin saber si el ascensor se rompió de verdad y se encontraba precipitándose contra su imparable perdición.

-¡TONK!- un golpe seco retumbó por todo el edificio y GatchCrouge por fin se encontraba en el suelo. 

-Al fin se acabó este viaje infernal, menos mal que no me ha pasado na…

– dijo el viejo Appmon antes de darse cuenta de la figura que tenía delante

– Tú… ¡Esta es otra de tus bromitas verdad Keramon! Todo eso de los fantasmas… ¡Ya decía yo que todo esto era muy raro! ¡Que sepas que todos os van a ir de patitas a la calle!

Sin responder a las amenazas, Keramon hizo un gesto a GatchCrouge para que le siguiese, cosa a la que, por alguna razón, el dueño no pudo negarse.

Como si una fuerza invisible le arrastrase, GatchCrouge se vio forzado a salir al exterior, donde no sólo era de día si no que brillaba el Sol como nunca antes.

-No lo entiendo, decían que los próximos días estaría nevando. Estos meteorólogos, ya no te puedes fiar ni de los profesionales, DigiPaparru…

– sin poder terminar su frase, Keramon señaló hacia lo alto del edificio de oficinas donde se encontraba EMDT, y GatchCrouge pudo ver, con horror, que el cártel de EMDT no estaba- ¡¿Qué significa esto?! ¡Yo he pagado por ese cártel! ¡Volver a ponerlo!

Mientras decía esta frase, dos Digimon salieron de la redacción, eran Lopmon y Sangomon, quienes estaban sacando sus cosas del edificio.

-No me puedo creer lo que ha pasado, por suerte ahora podemos ir a trabajar a otro sitio con mejor sueldo- Dijo Sangomon a su compañero mientras estos pedían un taxi.

-¿A qué se refieren con trabajar en un sitio mejor? Es imposible que les haya dado tiempo a recoger todo, si acabo de decir que os he despedido.

-Al terminar la frase, el entorno cambió. Volvía a ser de noche y la nieve no paraba de caer, sin embargo, GatchCrouge sabía exactamente donde estaba.

-Espera, tú no eres Keramon, eres otro de esos fantasmas que me llevan atormentando toda la noche, pues tonto de ti, tu compañero anterior ya me ha traído aquí antes así que este truquito de que Gumdratchi no pueda dar de comer a su familia por Navidad no volverá a funcionar-

Lo que GatchCrouge no sabía es que las intenciones del Fantasma no eran volver a enseñarle la escena anterior, si no la de las siguientes Navidades. Señalando por la ventana, GatchCrouge se vio obligado a mirar, pero algo era distinto.

– Qué raro, cuento 12 sillas pero sólo veo 11 Digimon. ¿Por qué no usan la silla que les sobra para encender la chimenea?

– Pero entonces calló en la cuenta, no es que sobrase una silla, es que faltaba un Digimon. Por más que buscó y buscó, GatchCrouge no era capaz de encontrar al pequeño Timimon, rompiendo su corazón en mil pedazos al percatarse.

No… No puede haber pasado esto. Espíritu, llévame a donde esté, necesito saber por qué el GarchCrouge actual no ha ayudado a ese pequeño niño.

– Y complaciente, el fantasma les transportó a una colina oscura y llena de árboles sin hojas en mitad de una tormenta. -No lo entiendo, ¿Dónde estamos?

Entonces, el fantasma señaló una piedra extraña frente a ellos que se iluminó por unos instantes gracias a los relámpagos. Con horror, GatchCrouge pudo ver lo que había sido de él en el futuro. -Es imposible que haya acabado así, ¿Por qué mi lápida es la única de la colina fantasma?

Con un movimiento de sus grandes manos, Keramon tocó la frente de GatchCrouge, y este comenzó a recordar.

Recordó cómo, en su testamento, indicó que se le enterrase a él sólo y no se pudiese enterrar a nadie más junto a él.

– En su momento me pareció buena idea, así ni muerto me molestaría la chusma, pero ahora me doy cuenta de que pasar la eternidad sólo no suena tan bien.

Tras una breve pausa para reorganizar sus pensamientos, GatchCrouge se giró hacia la figura de Keramon y le imploró.

– ¡Por favor espíritu! ¡Devuélveme a la vida, haz que todo vuelva a ser cómo antes y permíteme evitarlo!

-Tras una pequeña pausa para recuperar el aliento, el viejo Appmon dijo unas últimas palabras

-¡El pequeño Timimon no se merecía eso!

Tras decir esas palabras, GatchCrouge se encontraba de vuelta en el ascensor, y escuchó unos ruidos al otro lado de la puerta.

Abriéndose de par en par, Meramon y Knightmon consiguieron desatascar el ascensor y sacar a GatchCrouge de él.

– Perdone señor GatchCrouge, no sabemos qué puede haberle pasado al ascensor pero espero que haya pasado una buena noche.

-¿Una buena noche? He tenido horribles pesadillas y no he podido pegar ojo más de 5 minutos seguidos, pero esas pesadillas…

Me han hecho darme cuenta de una cosa. -Tras lo cual le dio las gracias y unas monedas a Meramon y Knightmon y salió corriendo a la calle, dejando a los dos Digimon extrañados por el comportamiento del anciano.

-¡Feliz Navidad a todos! ¡Feliz Navidad!

– gritaba mientras corría como podía calle abajo.

-Disculpe señor GatchCrouge

– dijo una voz detrás suya.

– Se que ya nos ha dicho varias veces que no, pero hoy es Navidad y… ¿Podría usted darnos algo de dinero para el orfanato?

-¿Que si podría?

– Respondió el viejo con cara de pocos amigos

.- ¿Te atreves a preguntarme eso a mí?… ¡Pues claro que sí! Los jóvenes son el futuro del Mundo Digital y estos pobrecitos necesitan toda la ayuda que puedan para crecer sanos y fuertes

– Dijo mientras se sacaba fajos de dinero de los bolsillos para entregárselos al Digimon

-Que Yggdrasil le bendiga señor GatchCrouge- Dijo entre sollozos el Digimon

Siguiendo calle abajo llegó a una casa que ya le resultaba más que familiar y, tras llamar a la puerta con entusiasmo, un GumdRatchi somñoliento le abrió la puerta.

– ¡Señor GatchCrouge! ¿Qué hace aquí? Hoy es Navidad, así que es festivo y no puede obligarme a trabajar.

-¡DigiPaparruchas! ¡Por supuesto que sé que es Navidad, GumdRatchi! Y por eso precisamente estoy aquí.

– Tras decir eso, se coló en la casa de GumdRatchi sin permiso y abrió una bolsa que llevaba encima, pues antes se había parado a hacer unas compritas navideñas.

– GumDratchi, despierta a los niños porque aquí están sus regalos de Navidad.

Tras quedarse con los ojos como platos al ver que su avaro jefe sacaba cajas y cajas de regalos de su bolsa decidió hacer caso y despertar a toda su familia para que viesen el milagro, y uno por uno, los hijos de GumdRatchi fueron recibiendo sus regalos, hasta llegaron a un pequeño Timimon con una tos muy fea.

-Verás Timimon, para ti no tengo juguetes.

– Lo cual puso muy triste a Timimon.

– Pero sí que tengo un bote de medicina que, aunque no sepa muy bien, te curará esa espantosa tos. ¡Y también un montón de madera para encender esa chimenea y que no volváis a pasar frío nunca más!

Desde entonces, en Navidad, siempre hay un edificio que brilla incluso más que el árbol ardiente de la Tierra de las Bestias Sagradas.

Se trata de la oficina de EMDT, donde todos los años se celebra una cena para todos los empleados y sus familias llena de juegos, comida y mucho mucho amor, pues aunque el gasto de electricidad se vaya por las nubes, GatchCrouge sabe que el amor no es algo que se pueda comprar.

Lo qué te ha pasado no te define de lo que tú eres, cómo respondes a eso hace que crezcas y maduremos

 ¿Por qué no hacerlo de nuevo?  ¿Por qué no empezar de nuevo?

Esta vez no vas a empezar sin nada,  estas empezando con una experiencia adquirida.  Y eso es todo lo que necesitas para empezar de nuevo y saber ahora que Dios está contigo.

No dejes que un poco de incertidumbre, un contratiempo o tu autoestima te haga disuadirte de tus bendiciones.

Hay más coraje en nosotros que el peligro que nos espera.  

Creer, Obedecer, ser Valiente y Esforzado,  recuerda que eres lo suficientemente fuerte para las batallas que se presentarán adelante.  

El que te ha llamado es más poderoso y soberano sobre todo, te a dado Su bendición haciéndote más poderoso que la incertidumbre a la que te enfrentas.

Y la Buena noticias, es que Él está de tu lado en este momento. 

Créditos al Autor

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