
Contenido Cristiano
Mi padre, padece de una enfermedad neuronal crónico degenerativa llamada ELA (esclerosis lateral amiotrófica), esta enfermedad, ha hecho que él pierda la movilidad de todos los músculos de su cuerpo, desde la capacidad de caminar y moverse con libertad, hasta la de respirar y deglutir correctamente, e incluso, hablar.
Es una de esas enfermedades sumamente raras que le dan a una persona entre millones y cuya causa se desconoce.
Cuando mi padre tuvo su diagnóstico, todos, incluyéndome, entramos en una etapa de duelo, en el que pensamos sólo acerca de cómo esto estaba destinado a terminar, según la ciencia de la medicina y lo que esta dice al respecto.
Sin embargo, hace poco retome la lectura de un libro bastante recomendable, el cual, habla acerca de las vidas de hombres y mujeres que fueron usados poderosamente por Dios.
Uno de esos hombres fue John G Lake, un hombre de sanidad, cuya amada esposa estaba muriendo por el año de 1898. Este hombre llegó a una conclusión, él dijo algo así:
“Dios no es autor de la enfermedad de mi esposa, ni cualquier otra enfermedad. Si soy hijo de Dios por medio de Jesucristo, entonces, Dios está conmigo, así como estuvo con Jesucristo”. (Los Generales de Dios, Roberts Liardon).
John G Lake,
En Hechos 13:30, Pedro dice lo siguiente:
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (RV60)
Esto quiere decir que Jesús hacía todo lo que hacía porque Dios estaba con Él, y si yo soy su hija/hijo, también está conmigo, por lo tanto, yo también puedo hacer bienes y sanar a los oprimidos.
Esto fue justo lo que llevó a Lake a clamar a Dios por la vida de su esposa, Jennie. Lo más increíble de esta historia, no es que Jennie haya sido sanada por completo, eso en sí ya es bastante extraordinario, sino que esto fue el parteaguas de un ministerio, a través del cual, Dios sanó a muchos enfermos y extendió el conocimiento de su Palabra a aquellos que no lo conocían en otros continentes.
Cuando Dios sana a una persona de manera milagrosa, no sólo es a esa persona, sino, a una familia entera devastada por la enfermedad, y en otros casos, como el de John y Jennie, a millones.
Esta historia me hizo ver, cómo muchas veces cedemos terreno al enemigo. He de confesar que yo nunca oré por la sanidad de mi papá, aunque, sí clamé vigorosamente por su salvación. Fue como si todo hubiera acabado, como si no tuviéramos otra opción, en pocas palabras, olvidé el gran poder de Dios y que Él está conmigo.
Fue entonces, cuando me di cuenta de que no había luchado, sólo doblé mis manos ante la desalentadora situación, vi las circunstancias, más no vi a Dios en las circunstancias.
Ante esto, me propuse, junto con El Señor, a trazar un plan de acción. Yo le iba a creer que Él puede y quiere sanar a mi padre, pero, ¿qué pasaría si no lo hace?
Mi primer pensamiento fue la frustración; el enojo y el dolor que esto me causaría, pero, al pensar en mi papá en un ataúd, pensé en que de igual manera me sentiría frustrada, enojada y con mucho dolor, por el hecho de haber tenido la oportunidad de creerle a Dios por un milagro y no haberlo ni siquiera intentado.
Así que le dije: “Señor, te voy a creer, aunque no lo hagas, porque, incluso si no lo sanas, sé que algo extraordinario harás”. Cuando no tienes muchas opciones, es más sencillo creerle a Dios.
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” .
Deuteronomio 30:19 (RV60).
En el caso de la enfermedad de mi papá, sólo tenemos dos opciones, escoger entre la vida y la muerte. Así que, querido lector, hoy debo decirte, que yo y mi familia escogimos la vida, te exhorto a que tú también lo hagas, porque, aunque las cosas no salgan como tú quisieras, puedes estar seguro de que Dios hará algo extraordinario, y que tú fe te será contada por justicia.
“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.”
Santiago 2:23 (RV60).


Por favor mira mi vida, la vida de mi familia, nuestros propósitos e ilusiones. Acompáñanos en el trabajo, en el estudio, en cada una de nuestras actividades y permite que nuestros actos sean productivos y agradables para Ti.
Por favor aparta de nosotros al enemigo malvado, al peligro que asecha y a todos aquellos que pretenden alejarnos de Ti con malos consejos y actuaciones que van en contravía de tu palabra.
Te pido también por todas las personas que inician este día con alguna necesidad o problema, especialmente por mis familiares y mis seres queridos. Te suplico que una abundante lluvia de milagros y bendiciones caiga sobre el mundo y que en este día todos puedan vivir en la paz y la esperanza de ser hijos de Dios.
Amado Dios gracias por escuchar mi oración. En este día solo quiero pedirte que guíes mis pasos y que cuides a todas las personas que amo, permite que tu presencia sea constante en nuestras vidas, que tu mano sea abriendo caminos y colmando nuestra senda de éxito, paz, alegría, bendiciones y bienestar, en el nombre de Sr. Jesús, Amén.
Por Ma. Guanajuato G.







