Por Timothy Keller

pensamientos de otros hombres, […]. Es cuando nos volvemos a Cristo, cuando nos entregamos a Su Personalidad, cuando empezamos a tener una auténtica personalidad propia.
Lewis dice que si acudes a Jesús en busca de una nueva identidad, entonces en realidad no estás buscando a Jesús. Tu verdadero yo no saldrá a la luz mientras eso sea lo que estás buscando; solo surgirá cuando busques a Jesús.
Cuando Pedro se entera de que Jesús planea ir a Jerusalén, decisión que supondrá sufrimiento (y casi seguro no solo para Jesús, sino también para él), se enfurece. ¿Por qué?
Porque tenía un plan que debía ir de victoria en victoria, y, obviamente, no incluía el sufrimiento. Y cuando ve que Jesús no sigue su plan, le reprende. Si tu plan es el fin, entonces Jesús es el medio para conseguir ese fin. Le estás utilizando. Sin embargo, si Jesús es el Rey, no puedes convertirle en el medio para alcanzar tu propósito.
No puedes acercarte a un rey con la idea de negociar. Lo que
haces es dejar tu espada a sus pies y le dices:
«Estoy a tus órdenes». Si intentas negociar y le dices: «Te obedeceré si…»
, no le estás reconociendo como rey.
No obstante, no olvides que Jesús no es un rey cualquiera; es un Rey sobre una cruz.
Si solo fuese un rey sentado en el trono, te someterías a El porque tienes que hacerlo y punto. Pero es un Rey que fue a la cruz por ti.
Por lo tanto, te sometes por amor, con confianza. Te acercas a Él sin negociar y le dices: «Señor, me pidas lo que me pidas lo haré, me envíes lo que me envíes lo aceptaré».
Si alguien se ha dado por ti de forma completa, ¿Cómo no vas a entregarle tu vida por completo? Tomar tu cruz significa que mueres a la autodeterminación, dejas de controlar tu propia vida, dejas de usarle para conseguir tus planes.
Cuando Jesús dice: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder», ¿Qué quiere decir? Algunas personas han interpretado que lo que Jesús dijo es que aquella generación no iba a morir antes de que Jesús regresase a la tierra. Pero no es así.
La iglesia primitiva atesoró este pasaje hasta mucho después de que toda la generación de Jesús muriese. Sabían que Jesús quería decir algo distinto: que aunque el reino de Dios comenzó en debilidad, en la cruz, no terminaría de esa manera.
Verían el poder de su resurrección y verían a la iglesia multiplicarse y crecer en amor,
servicio e influencia en el mundo.
Para nosotros, el reino de Dios comienza con debilidad, renuncia, cediendo los derechos en nuestra vida; comienza cuando admitimos que necesitamos un salvador.
Necesitamos a alguien que cumpla todos los requisitos y pague por nuestro pecado. Eso es debilidad. Jesús comenzó «en debilidad’. primero, al convertirse en ser humano y, después, al ir a la cruz. Y si le queremos en nuestra vida, también tenemos que comenzar «en debilidad».
El reino comienza de ese modo, pero no terminará de ese modo. Un día, cuando Jesús regrese y marque el comienzo de una creación renovada, el amor triunfará sobre el odio y la vida triunfará sobre la muerte.
Lewis finaliza el pasaje de «perder tu vida para encontrarla» con lo siguiente:
Entregad vuestro ser y encontraréis vuestro verdadero ser. Perded vuestra vida y la salvaréis. Someteos a la muerte, a la muerte de vuestras ambiciones y vuestros deseos favoritos de cada día, y a la muerte de vuestros cuerpos enteros al final: Someteos con todas las fibras de vuestro ser; y encontraréis la vida eterna.
No os guardéis nada. Nada que no hayais entregado será auténticamente vuestro. Nada en vosotros que no hava muerto resucitará de entre los muertos. Buscaos a vosotros mismos y encontraréis a la larga solo odio, soledad, desesperación, furia, ruina y decadencia.
Pero buscad a Cristo y le encontraréis, y con El todo lo demás. Ves, si en verdad hay una danza, entonces hay un Rey que nos ama aunque no necesita nuestro amor. Y si realmente hay una mancha que no podemos lavar, entonces es necesario que haya una cruz














