Crónicas Bíblicas: La Pascua, Parte 1

Para los judíos en la antigüedad, y todavía para los judíos de hoy en día, la Pascua es una comida anual en la que conmemoran un momento clave de la historia de Israel.

Más de un milenio antes de la época de Jesús, los israelitas eran siervos del faraón de
Egipto y estaban atrapados bajo una esclavitud terrible.

Después de haber enviado las plagas a Egipto para que el faraón dejase de oprimir a Israel con tanta severidad, Dios envió la plaga final: desenvainó la espada de la justicia divina. Y esta justicia recaería sobre todo el mundo.

No pasaría por alto a los judíos solo por el hecho de ser judíos. En todas las casas de Egipto, tanto de judíos como de egipcios, alguien tendría que morir bajo la ira de Dios.

La única manera de escapar era poner la fe en el sacrificio que Dios había provisto; había que matar un cordero y pintar la puerta con la sangre como señal de fe en Dios.

Aquella noche, en todos los hogares habría un niño muerto o un cordero muerto. Cuando la justicia descendiese, o bien recaía sobre tu familia, o bien te refugiabas bajo el sustituto, bajo la sangre del cordero.


Aceptabas ese refugio, entonces la muerte pasaba de largo estabas a salvo. Te salvabas por la fe en un sacrificio sustitutorio.


Este es el modo en el que Dios liberó a los israelitas y los guio a la libertad, a la tierra prometida. Cada año la Pascua conmemora esta liberación (que se conoce como el éxodo), que había sido el momento más importante de Israel como nación y como pueblo.

Sin embargo, a pesar de lo impresionante que fue esa liberación, nos deja una pregunta inquietante. ¿Por qué razón el sacrificio de un cuadrúpedo lanudo puede eximirme de la justicia? La respuesta se encuentra en lo que ocurre cuando Jesús
y sus discípulos celebran la Pascua. Marcos narra:

El primer día de la fiesta de los sin levadura, cuando se acostumbraba sacrificar el cordero de la Pascua, los discípulos le preguntaron a Jesús:

-¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?
El envió a dos de sus discípulos con este encargo:

-Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidlo, y allí donde entre decidle al dueño:


«El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que pueda comer la Pascua con mis discipulos?» El os mostrará en la planta alta una sala amplia, amueblada y arreglada.

Preparad allí nuestra cena. Los discípulos salieron, entraron en la ciudad y encontraron todo tal y como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua. (Marcos 14:12-16)


La comida de la Pascua
tenía que prepararse de una manera específica y se comía de una forma especial. Incluía cuatro puntos en los que el que presidía se levantaba con un vaso de vino en la mano, y explicaba el significado de la fiesta.

Las cuatro copas de vino representaban las cuatro promesas que Dios realizó en Éxodo 6:6-7.

Estas promesas consistían en el rescate de Egipto, la liberación de la esclavitud, la redención a través del poder de Dios y una nueva comunión y relación con Dios.

La tercera copa llegaba casi al final de la comida. El que presidía empleaba las
palabras de Deuteronomio 26 para bendecir los diferentes elementos

– el pan, las hierbas, el cordero – y explicaba que eran recordatorios simbólicos de varios aspectos de la cautividad y la liberación de los israelitas.

Por ejemplo, mostraba el pan y decía:
«Este es el pan de nuestra aflicción, el que nuestros padres comieron en el desierto”

Jesús presidía esta comida de la Pascua con los discípulos y Marcos cuenta lo que pasó cuando Jesús levantó la tercera copa:


Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos, diciéndoles:

-Tomad: esto es mi cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a
ellos, y todos bebieron de ella.

-Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos


-les dijo- Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. (Marcos 14:22-25)


Imagina el asombro de los discípulos cuando, al bendecir esos elementos y explicar su simbolismo, Jesús se aparta del guion que se había seguido generación tras generación.

Les enseña el pan y dice «Esto es mi cuerpo» ¿Qué quiere decir? Jesús está diciendo:

«Este es el pan de mi aflicción, el pan de mi sufrimiento, ya que voy a liderar el éxodo definitivo y proporcionaros la liberación definitiva de la esclavitud».

En la antigüedad cuando alguien decía: «No voy a comer o beber hasta que yo…”
estaba haciendo un juramento.

Por ejemplo, en Hechos 23, algunos se enfadaron tanto con Pablo que prometieron que no comerían o beberían hasta que lograsen matarlo.

Es como cuando dices:
«Voy a hacer esto aunque me cueste la vida», pero en la época bíblica era un juramento que se tomaba muy en serio y se sellaba literalmente con sangre.

Ese juramento significaba que estabas estableciendo un pacto, una
relación solemne de obligación, entre otra parte y tú.

Era como firmar un contrato. Aunque este contrato o pacto se establecía y
ratificaba matando un animal, cortándolo por la mitad y caminando entre
las dos mitades mientras pronunciabas el juramento.

O, en algunas ocasiones, la sangre derramada la rociaban sobre ti mientras hacías tu promesa.

A nosotros nos resulta repulsivo, pero era una manera de decir:

«Si no cumplo mi promesa, que derramen mi sangre, que me corten en dos». Era una manera muy gráfica de establecer el pacto vinculante. Recordemos lo que dijo Jesús cuando tomó la copa:


Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos, todos bebieron de ella. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos les dijo

– Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba
el vino nuevo en el reino de Dios. (Marcos 14:23-25)


Las palabras de Jesús significan que como resultado de su sacrificio sustitutorio ahora existe un nuevo pacto entre Dios y nosotros.

Y la base de esta relación es la propia sangre de Jesús: «mi sangre del nuevo pacto».

Cuando anuncia que no comerá ni beberá hasta que se haya encontrado con nosotros en el reino de Dios, Jesús está prometiendo que está comprometido con nosotros
de forma incondicional:

«Voy a llevaros a los brazos del Padre. Voy a llevaros al banquete del Rey». Con frecuencia, Jesús compara el reino de Dios a la asistencia a un gran banquete.

En Mateo 8 Jesús dice: «Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y participarán en el banquete […] en el reino de los cielos».

Jesús promete que estaremos en ese banquete en el reino con él. Con estos simples gestos de tomar el pan y el vino, y las simples palabras «Esto es mi cuerpo […], esta es mi sangre», Jesús está diciendo que todas las liberaciones previas, los sacrificios, los corderos en la Pascua, estaban apuntándole a Él.

Del mismo modo que la primera Pascua se celebró la noche antes de que Dios redimiese a los israelitas de la esclavitud a través de la sangre de los corderos, esta Pascua se celebró la noche antes de que Dios redimiese al mundo del pecado y de la muerte a través de la sangre de Jesús.

El plato principal La última cena de Jesús con sus discípulos se sale del guion establecido por otra razón. Cuando Jesús se levantó y bendijo la comida, lo que sostenía era el pan. Todas las comidas de la Pascua tenían pan. Bendijo el vino; siempre había vino durante la Pascua. Pero ninguno de los Evangelios menciona el plato.

CONTINUARA.

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