Crónicas Bíblicas, El Sufrimiento te Puede Dar el Giro a la Espiritualidad.

Por Timoty Keller

Tanto la investigación como la experiencia nos dicen que la mayoría de las personas acuden a lo espiritual en busca de ayuda para interpretar y soportar el sufrimiento.

Victor Frankl, un psiquiatra judío que sobrevivió tres años en los campos de exterminio nazis, observó cómo algunos de
sus compañeros de prisión pudieron soportar el horror y superarlo mientras que otros no pudieron.

La diferencia se redujo a lo que Frankl llamó
propósito. El problema es que las personas contemporáneas piensan que la vida se trata de encontrar la felicidad. Decidimos qué condiciones nos harán felices y luego trabajamos para lograr esas condiciones. Vivir para la felicidad significa que estás tratando de obtener algo de la vida.

Pero cuando llega el sufrimiento nos quita las condiciones para la felicidad y destruye toda razón para seguir viviendo.

Pero cuando «vivimos por un propósito» no estamos tratando de obtener algo de la vida, sino que la vida espera algo de nosotros.

En otras palabras, solo tienes propósito en la vida cuando hay algo más importante que tu propia libertad y felicidad, algo por lo que estás más que dispuesto a sacrificar tu felicidad.

Debido a que esta era la única forma de sobrevivir al terror de los campos de exterminio, Frankl notó la frecuencia con que las personas seculares o nominalmente religiosas recurrían a la fe una vez que entraban en el horror de esos lugares.

Muchos presos desarrollaron un nuevo in-
terés religioso… el más sincero que pudiéramos imaginar.

La profundidad y el vigor de las creencias religiosas a menudo sorprendían a los recién llegados.

Esto incluía «oraciones improvisadas y servicios en la esquina de una choza o en la oscuridad del camión de ganado* » Frankl
argumentó que este incremento en la fe no solo era natural, sino que era una de las únicas formas de sobrevivir en un entorno que te despojaba de todas las fuentes terrenales de importancia, seguridad y propósito.

Después de los bombardeos del maratón de Boston, una escritora de The Atlantic, Eleanor Barkhorn, notó que sus redes sociales se llenaron de mensajes que decían:


«Ora por Boston». Barkhorn dijo: «Fue
discordante… Era. extraño ver a tantos amigos no religiosos hablando de la oración.

La mayoría de esos amigos de Facebook que escribieron sobre la oración no son practicantes.

Tal vez vayan a la iglesia o a la sinagoga en días festivos, pero no regularmente, y nunca publican algo sobre la oración en circunstancias normales.

Lo que vi en Twitter y Facebook. no fue simplemente a personas devotas recordando a otras personas devotas que… oraran.

También vi a las que no son religiosas
haciendo un llamado a la oración. Barkhorn continuó observando que la declaración “no hay ateos en las trincheras” es tanto condescendiente como inválida.

Mucha gente se vuelve atea en las trincheras. También argumentó que la compulsión generalizada de orar después de una crisis es de corta duración.

Pero luego explicó cómo, siendo una joven no religiosa en Manhattan, después del 11 de septiembre sintió un impulso involuntario de invocar el nombre de Dios , que con el tiempo se convirtió en un deseo de leer la Biblia y finalmente en un fe cristiana auténtica.

Un libro aclamado de Andrew Solomon, Lejos del árbol, examina el impacto y la respuesta de los padres que descubren que su hijo no es como ellos, sino que nace con una discapacidad auditiva, con autismo,
con enanismo, con Síndrome de Down, con una enfermedad crónica o con alguna discapacidad.

Solomon presenta una serie de casos de fa-
milias que han enfrentado cada una de estas condiciones y más. Estos niños siempre representan una crisis para la familia donde nacen, pero en el horror de esos lugares.

Estos niños siempre representan una crisis para la familia donde nacen, pero lo la conclusión de Solomon fue: » El paradigma es que la mayoría de las familias descritas aquí han terminado agradecidas por las
experiencias que hubieran querido evitar»
.

Esto, por supuesto, encaja mucho mejor con lo que las culturas antiguas llaman «la dulzura de la adversidad», es decit, que el sufrimiento no es la interrupción de una historia de vida sino una parte crucial de una buena vida.

Una de las cosas más interesantes para el lector es observar cómo la religión suele ser parte de todas estas descripciones de cómo las familias llegaron a aceptar a sus hijos.

Esto es cierto a pesar de que el propio Solomon no es religioso y no tiene tal intención.

Hubo una pareja, David y Sara, que tuvo un hijo ciego y con discapacidad cognitiva.

Jamie creció sin poder sentarse o darse la vuelta por sí mismo, y siempre tuvo que utilizar un catéter.

Después de los médicos asegurarle que la condición de Jamie era anómala, Bill y Sara tuvieron una hija que nació sana, pero luego tuvieron otro hijo, Sam, que terminó siendo aún más discapacitado neurológicamente que Jamie.

Para sorpresa del lector; Sara le dijo a Solomon: «Si hubiéramos sabido que la con- dición podía repetirse, no nos hubiéramos arriesgado…

Habiendo dicho eso, si me dijeran: Podemos borrar esa experiencia [de tener un segundo hijo discapacitado], no lo haría.….

Me sorprende mucho el impacto que alguien ciego, retrasado, mudo y paralítico genera.

Su habilidad para tocar a los demás ni se compara con la nuestra. Esa es parte de nuestra historia de supervivencia, nuestro asombro de cómo él ha conmovido a tanta gente».

Es una historia impresionante, y una que está llena de referencias religiosas, lo cual no es sorprendente a la luz de lo que hemos visto el nuestro estudio de las culturas y la historia.

El día después de habers enterado de que su primer hijo era ciego y discapacirado, Sara le dijo? David: «No sé por qué digo esto, pero tengo la firme convicción de qui debemos bautizar a Jamie?.

Este impulso fue extraño para ambos por qué ninguno había ido a la iglesia en años. Y aún a si se resistan a gran parte de la doctrina religiosa, pero Sara explico: Creo que estaba reconociendo Jamie ienia un alma. Este fine un paso crucial para los padres Para amar y cuidar a su hijo, tenían que entender que él era verdaderamente humano.

Pero si se trataba simplemente de un cuerpo, sería mucho más difícil verlo así. Carecía de la mayoría de las capacidades que consideramos nos hacen humanos.

La filósofa Martha Nussbaum enumera los tipos de «capacidades» que según la visión secular definen a alguien que es humano
y que, por tanto, tiene derechos.

Ella incluye: el uso de la imaginación
y el pensamiento, las emociones, la razón práctica, la afiliación («tener las bases sociales del respeto propio»), la recreación y el control sobre nuestro entorno.

Por supuesto, Jamie no poseía nada de esto. ¿Cómo evitarían verlo y tratarlo como a un animal o a un objeto?

Adoptaron una comprensión más antigua de la naturaleza humana que incluye tanto el
cuerpo como el alma, pues todos los seres humanos, ya sean brillantes o discapacitados, están hechos a la imagen de Dios.

Como argumenta Richard Shweder, las narrativas seculares oficiales son inadecuadas para millones de personas que sufren en las sociedades occidentales.


Existen muchas otras señales de que las familias en el libro de Solomon recurrieron regularmente a «contradiscursos»
para sobrevivir e incluso prosperar en situaciones que parecerían intolerables.

El padre de un hijo con enanismo es ahora un cristiano devoto y llegó a amar a su hijo
y profesar:


«Creo que hay un Dios. Creo que Dios no hace basura». Otra madre de un niño autista dice que su iglesia es su mayor consuelo.


La hermana de Jamie, Liza, una vez se tomó dos semanas de vacaciones para leerle Las crónicas de Narnia, un conjunto de libros para niños de C. S. Lewis que está lleno de simbolismo cristiano.

Incluso Solomon, que no era religioso, dijo que su propio hijo era «completa y permanentemente humano, pues tiene un alma y ninguna alteración podría cambiar eso».


UN LLAMADO A LA HUMILDAD


En el libro antiguotestamentario llamado 2 Reyes leemos la historia de Naamán, un rico y poderoso general del ejercito sirio.

Estaba sufriendo terriblemente, muriendo lentamente de lepra. Al escuchar sobre un Dios poderoso en Israel, viajó allí con dinero y una carta amenazadora de su propio gobernante.

Fue donde el rey de Israel y exigió ser curado de lepra. Al igual que muchos de nosotros hoy;

Naamán pensó que el dinero la influencia y la experiencia podrían resolver su sufrimiento.

Así que recurrió a la persona que en ese entonces poseía la mayor cantidad de
estas cosas y esperaba una solución.

En respuesta, el rey israelita se rasgó
la túnica y respondió: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte!»
(2R 5:7).

En otras palabras, dijo: «¡No me pidas hacer algo que solo Dios puede hacer!»


Todo el mundo occidental de la actualidad necesita escuchar esta exclamación del rey de Israel.

Cuando nos enfrentamos al sufrimiento, creemos que la solución vendrá de un cambio en la política pública de la mejor terapia psicológica o de los avances tecnológicos.

Pero la Oscuridad del mundo es demasiado profunda para ser disipada por esas cosas.


Está mal, en nuestro orgullo, creer que podemos controlar y vencer la
oscuridad con nuestro conocimiento.

La mayoría de las veces no admitimos cuán oscuro es el mundo, pero cuando suceden eventos como el del 11 de septiembre o la masacre de Newtown, esos eventos nos abruman de una forma que nos parece casi intolerable.

No debemos ser pasivos frente a desastres y tragedias.

Si hay alguna forma particular de esa oscuridad que pueda evitarse mediante un cambio en la política pública, deberíamos hacer todo lo que posible por lograrlo.


Sin embargo, es crucial percatarse de que tales medidas nunca serán suficientes.

El dolor y la maldad en este mundo son profundos y tienen raíces espirituales. No pueden reducirse a causas empíricas que puedan aislarse y climinarse por completo.

Como expresó Hamlet: «Hay más cosas en el cielo y en la tierra que las que imagina tu filosofia….»

Quizás J. R. R. Tolkien lo expresa más claramente en su novela El señor de los anillos: «Siempre después de una derrota y un respiro, (el mal] toma otra forma y vuelve a surgir. No importa lo que hagamos, el sufrimiento humano y el mal no pueden ser erradicados.

Aunque pongas todo tu empeño en detenerlo, simplemente tomará otra forma y volverá a crecer.


Si vamos a enfrentarlo, necesitamos algo más que recursos terrenales.


Al final Naamán no recurrió a la riqueza, a la tecnología ni al poder de los expertos, sino a Dios mismo.

En lugar de confiar en su propia experiencia o en la de los demás, fue llamado a humillarse ante Dios.

Como resultado, no solo obtuvo una cura para su cuerpo sino también una nueva relación con Dios y un alma rebosante de gracia y alegría.

El sufrimiento lo llevó a su salvación. Esto ni siquiera comienza a responder la pregunta
«Por qué permite Dios que tanto mal y sufrimiento persistan en el mundo!».

El ejemplo tampoco justifica ese sufrimiento. Sin embargo, una de las principales enseñanzas de la Biblia es que casi nadie crece ni encuentra a Dios sin sufrimiento, sin que el dolor llegue a nuestras vidas como sales aromáticas que nos despiertan y nos hacen conscientes de realidades sobre la vida y sobre nuestros corazones que antes no percibíamos.


Cristo mismo tuvo que enfrentar un sufrimiento infinito en la cruz para poder darnos salvación y gracia. Él nos amó lo suficiente como para soportar ese sufrimiento con paciencia y valentía, así que debemos aprender a confiar en Él lo suficiente como para hacer lo mismo.

Enfrentar Su debilidad y sufrimiento de esa manera condujo al poder de la resurrección, y nosotros también podemos experimentar ese poder si le imitamos.

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