
Hemos de reconocer y darnos cuenta, de cuáles son nuestros sentimientos,y luego hacernos sensibles y corresponder a los sentimientos de la otra persona.
Los sentimientos, son meramente una expresión de la condición o estado presente. Cuando expresas tus sentimientos, lo que estás en realidad expresando, es tu «ser real«, tu «yo», en un momento dado. Los sentimientos, comunican la realidad de tu yo interno; revelan tu condición interna.
Por desgracia, una razón por la que muchos toman drogas o beben en exceso, es porque esto hace que se sientan menos cohibidos y más libres de comunicar sus sentimientos, después de haber usado la droga o el alcohol. En muchos casos, la inconformidad de las personas con el «yo verdadero», los lleva a la supresión de la expresión de sus sentimientos, por ello se cierran, se vuelven reservados, y se ponen a la defensiva.
Veamos algunos consejos para cambiar nuestro yo interior, de modo que podamos expresar los sentimientos con alegría y satisfacción, en vez de avergonzarnos de ellos.
1. TIENES QUE ENTENDER TUS SENTIMIENTOS.
Debes empezar por reconocer el hecho de que, los sentimientos, son una realidad importante en nuestras vidas.
Hemos sido creados como seres sensibles o emocionales, con sentimientos. Muchos, conseguirían una nueva dimensión de libertad, si pudieran reconocer la naturaleza de sus emociones.
El problema, es que, a muchos, se les enseña desde niños que no deben expresar sus sentimientos.
Hemos de reconocer nuestros propios sentimientos. Es posible que no nos gusten, pero nunca podemos conseguir cambiarlos, a menos que reconozcamos su naturaleza. Sólo entonces, podemos empezar a trabajar sobre ellos y cambiarlos para hacerlos mejores.
Por ejemplo: ¿Has estado airado alguna vez contra alguien a quien amas de veras? En vez de expresar esta ira, lo que hacemos muchas veces es suprimirla y quedarnos callados. Cuando la persona de que se trata, nos pregunta qué es lo que nos pasa, le contestamos, muchas veces diciendo simplemente que no tenemos ganas de hablar.
En realidad, el problema no se puede resolver nunca hasta que hemos reconocido nuestro sentimiento de ira y lo hemos expresado de una manera constructiva. Sólo así, se puede resolver el problema.
Nuestras vidas, pueden ser como un río que fluye de un modo sosegado y hermoso dentro del cauce, o sea, con las orillas como bordes, es decir, bajo control. O bien, pueden ser como un río impetuoso y desbordado, que acarrea destrucción y muerte a su paso.
¡Qué diferencia pueden hacer las emociones en la vida cuando están bajo control!
Si hemos de comunicar nuestros sentimientos de modo adecuado, y también responder de modo apropiado a los sentimientos de otros, hemos de empezar reconociendo la realidad de nuestros sentimientos y luego aprender a reconocerlos e identificarlos.
2. LA PERSONA TIENE QUE HACERSE RESPONSABLE DE SUS SENTIMIENTOS.
Al aprender a reconocer e identificar nuestros propios sentimientos, hemos de aprender también a asumir responsabilidad por ellos. Los sentimientos vienen de dentro. Sólo nosotros somos responsables de nuestros sentimientos.
Debido a nuestra naturaleza humana, con frecuencia intentamos poner en todos, la responsabilidad de nuestros sentimientos en un momento dado. Por ejemplo, decimos: «¡Me ha hecho enojar!» o bien: «¡Me da asco!» Esto, simplemente no es exacto. La otra persona, no es la causa esencial de estos sentimientos nuestros: nosotros, consentimos en que ella nos influencie de esta manera.
El poner la culpa de nuestros sentimientos negativos en otro, es buscar excusas, o escaparse por la tangente. La otra persona da lugar al estímulo que nos hará reaccionar, pero nosotros tenemos la capacidad de responder a este estímulo, según queramos hacerlo. Sólo tú eres el que decide si vas a responder con ira o con buen humor. Tú puedes dominar tus sentimientos. ¡Tú eres responsable!
El asumir responsabilidad por nuestros sentimientos, nos da una sensación de libertad. Dios nos ha dado a cada uno, la capacidad de controlar nuestras emociones. Cuando nuestras emociones nos controlan, no somos dueños de nosotros mismos. Cuando controlamos nuestras emociones, somos los guías de nuestra propia vida.
3. NECESITAS EXPRESAR TUS SENTIMIENTOS DE MODO POSITIVO.
Cuando tú estás en control de tus sentimientos, estás en una posición ventajosa para poder expresarlos de modo abierto y franco. Por desgracia, muchos hemos aprendido el arte de suprimir nuestros sentimientos. Debido a que, nuestros sentimientos son, con frecuencia, negativos o potencialmente destructivos, nos vemos en la necesidad de retenerlos o mantenerlos a raya.
Si uno está constantemente suprimiendo sus emociones, puede estar seguro de una cosa: acabará enfermo, sea física, emocional o espiritualmente. La supresión conduce a la enfermedad. De hecho, algunos médicos sugieren que un porcentaje enorme de las enfermedades físicas, tienen causas que podemos llamar psicosomáticas, es decir, se originan en el estado anímico o del alma.
El suprimir las emociones, no permite tener paz con uno mismo, o sea, bienestar. Puede darnos la impresión de que estamos a punto de «estallar» o “colapsar», pero, lo que no hará nunca, es darnos satisfacción.
Voy a poner un ejemplo de este principio.
Supongamos, que la madre de Billy, le ha dicho al niño que no pinte monigotes en la pared, pero que Billy no ha obedecido y los ha pintado. Su madre, puede responder de varias maneras. Puede encolerizarse, chillarle a Billy y castigarle, incluso físicamente. Sin embargo, es mucho mejor para los dos, si ella puede expresar su ira verbalmente con calma, explicarle el por qué, y luego disciplinarle de modo apropiado, y hacerle limpiar la pared acto seguido.
En otras palabras, Billy debe aprender que no puede controlar a su madre, ni tampoco puede conseguir que ella pierda su propio control. Lo que sí debe hacer, es pagar las consecuencias de su desobediencia. Es posible que una azotaina, sea un medio adecuado en este caso, pero, lo importante, es que Billy se dé cuenta, que la azotaina no es el resultado de la ira de su madre, sino la consecuencia directa de su desobediencia.
Estos mismos principios, deben ser aplicados en nuestras relaciones con otros adultos. Necesitamos reconocer, que no hay nadie que pueda «hacernos enfadar». Tenemos el derecho a decidir si nos enfadamos o no, y de qué forma, si nos enojamos, vamos a expresar este enojo. ¡No tenemos que suprimir nuestros sentimientos, sino, expresarlos de modo sincero y constructivo!
4. DEBES RESPONDER A LOS SENTIMIENTOS DE LOS OTROS.
Al aprender a reconocer y asumir responsabilidad por nuestros propios sentimientos; y a saber expresarlos de modo franco y constructivo, estamos preparados para aprender a responder a los sentimientos de los demás. Hemos de empezar con nuestro propio modo de vida. Al comunicar con los otros, hay que practicar una sinceridad total, y expresar no sólo nuestras ideas, o sea dar información, o datos, sino que, también hemos de comunicar nuestros sentimientos.
La identificación o reconocimiento es, pues, una herramienta importante. Cuando las otras personas están comunicándose contigo verbalmente, procura no sólo reconocer lo que están diciendo, sino también, entender al comunicante como persona. Escucha no sólo el mensaje verbal, sino está atento a los sentimientos que expresa. Luego, intenta «corresponder» a estos sentimientos, del mismo modo que respondes a la persona. Responde al que te comunica, algo de un modo simple por lo que te dice. No caigas en la trampa de tratar de analizar al comunicante. Respóndele de modo simple, con afecto y sensatez. En otras palabras, hemos de aprender a gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran. Si hemos de ser comunicantes efectivos, hemos de serlo todo para todos, según las necesidades.
La comunicación de eficacia máxima, incluye mi deseo y voluntad de estar disponible para la otra persona, identificarme con ella, responder con interés genuino, y con ayuda práctica.
Al intentar corresponder a las emociones del otro, hemos de tener cuidado de compartir, animar, construir, llevar cargas, suavizar heridas, curar y vendar; todo con sentimientos de compasión y amor auténtico.
5. LA COMPRENSION Y LA PRÁCTICA DEL AMOR.
Hemos de comprender la dinámica del amor y luego practicarlo activamente en nuestro modo de vivir.
Sin el amor, la comunicación interpersonal se hace meramente mecánica. El amor, es a la comunicación, lo que la corriente sanguínea, es al cuerpo humano. Sin el flujo continuo de la sangre a las células, el cuerpo humano es un mero cadáver. Y sin el amor como centro de nuestras comunicaciones personales, las relaciones con los otros, acaban también muriendo. ¡El amor trae la vida!
1. EL AMOR COMO UNA NECESIDAD.
Sólo el amor puede satisfacer una de las necesidades más primarias de la humanidad. Si los científicos de la psicología behavorista, están de acuerdo en una premisa común, es la de que el amor, amar y ser amado, es una necesidad universal, o sea, de todas las personas. No hay ninguna otra necesidad más evidente en nuestras vidas diarias, que la necesidad de amar.
De hecho, gran parte de nuestra conducta personal, es una expresión de nuestra necesidad básica de ser amados. Deseamos ser aceptados, apreciados y corroborados, y, generalmente, nos comportamos de manera que invitamos a la respuesta del amor.
Todos hemos observado a niños que están haciendo un gran esfuerzo por recibir atención y ganar la aprobación de sus mayores. Gran parte de nuestra conducta como adultos, es meramente una expresión velada de este mismo modo de comportamiento: el buscar ser amado y ser corroborado.
Los técnicos de los anuncios, usan sus medios múltiples sobre nosotros, en el punto preciso de nuestras necesidades, y luego intentan instigarnos a que compremos una mercancía particular, a fin de satisfacer esta necesidad. Se nos está bombardeando constantemente en los periódicos, la radio, o la televisión, asegurándonos que un cierto desodorante, pasta dentífrica, o un automóvil, nos hará más aceptados y queridos.
Muchos, hemos probado estos productos con grandes expectativas, pero, hemos quedado decepcionados con los resultados obtenidos. Hemos descubierto, que el perfume de una cierta loción para afeitarse, o el color de un cierto lápiz para labios, no es un punto clave para ser aceptado y ser amado. Para gozar del amor de los otros y vivir una vida de amor, se requiere mucho más que esto. iEl amor auténtico es mucho más caro!
2. EL AMOR ES ALGO CARO.
Si has de disfrutar una vida de amor, tienes que satisfacer unos requisitos inevitables. El amor, no fluye meramente de una fuente indefinible. El verdadero amor, viene siempre de Dios. Él, es la única fuente del amor.
Veamos cuáles son los precios que hay que pagar por esta mercancía tan maravillosa del amor.
Riesgo.
Dolor.
Tiempo.
Decisión.
Sensibilidad.
3. EL AMOR COMO MOTIVACION.
La conducta de una persona, está determinada por sus motivos interiores. La palabra, procede de la palabra latina «‘motum», que quiere decir «mover». ¡El motivo, es pues, lo que nos induce a la acción o causa movimiento!
Si el amor pasa a ser nuestro motivo interno primario, la vida empezará a ser caracterizada por el amor. Esta cualidad de amor, es muy diferente de lo que es sólo contentación y fachada. El amor fabricado, es superficial y poco digno de confianza. Su existencia, es como un actor en el escenario, que hace los gestos, pero que, no tiene los sentimientos auténticos.
El amor que es genuino, debe fluir de dentro del corazón. No puede ser fabricado. Este amor, empieza como un motivo, y entonces se manifiesta como una expresión auténtica, en palabras y en hechos.
Si es así, ¿Cuáles son las características de un amor genuino?
CARACTERÍSTICAS DEL AMOR.
-El amor, es muy paciente.
-El amor, es amable.
-El amor, no es envidioso, ni tiene celos.
-El amor, nunca es fingido.
-El amor no es jactancioso, arrogante, altanero u ordinario. Se preocupa siempre de lo que es mejor para los demás, antes de hacerlo por uno mismo. Reconoce que lo que es bueno para uno mismo y lo que es bueno para los demás, no se excluyen en general. Al contrario, están en armonía entre sí. Cuando hay amor, lo que es bueno para el uno, es bueno para el otro. Naturalmente, esta afirmación, se basa sobre la premisa de que la vida no es meramente un accidente, sino que, Dios está realmente en control del universo y se preocupa de nuestras vidas.
He descubierto que, cuando Dios me bendice, nunca lo hace perjudicando a otro. La bendición de dos, no va dirigida a aislarme, sino que, me hace potencialmente una bendición para otros, cuya vida está relacionada con la mía. Cuando otro es favorecido y yo no, aun puedo gozarme de modo genuino, porque la bendición del otro, es una bendición para mí.
Esta, es una de las distinciones básicas entre el amor y el deseo egoísta. El deseo egoísta, exige siempre y procura conseguir la satisfacción propia, sin la menor preocupación respecto al otro. En el amor, hay una sana preocupación para uno mismo y para el otro. El amor, prefiere dar y compartir para el bienestar mutuo o de todos los afectados.
– El amor, no es irritable, quisquilloso o resentido.
• El amor, nunca se deleita en la injusticia, sino que, se deleita en la verdad. El amor, sólo se decide por lo recto y lo justo, cualquiera que será el precio a pagar. De hecho, hemos dicho ya, que el amor siempre es costoso. La búsqueda de la justicia y la verdad, es siempre muy costosa, y el amor es el que guía. La Biblia, habla muy claramente de «decir la verdad en amor». Hay una manera de expresar la verdad, que hiere, que destruye. Pero, cuando la verdad, es expresada en amor, es constructiva, anima, edifica. iDonde hay verdad y justicia, se necesita amor!
El amor, es también optimista y animoso. El amor, tiene el potencial de reparar toda relación humana fracturada. ¡No es de extrañar que el amor sea optimista y animoso!
– El amor, puede vencer literalmente toda clase de obstáculos. El amor, lo resiste todo. El amor, es una de las pocas cualidades de la vida, que tiene el potencial de persistir para siempre. ¡El amor nunca termina, y nunca fracasa!













