Cuida Tus Pensamientos

Recientemente meditaba acerca de asuntos familiares, ese tipo de asuntos de los que nadie habla pero que todos saben que están ahí, de pronto escuche esta dulce voz que decía

 “cuida tus pensamientos”

Pero ¿qué significa cuidar nuestros pensamientos? Bueno, al inicio no me quedó muy claro, pensaba que debía escoger el tipo de pensamiento, escoger las cosas positivas y desechar las negativas. 

Sin embargo, es muy difícil escoger tus pensamientos todo el tiempo, por tu mente pasan alrededor de 48.6 de ellos en un solo minuto.

¡Qué locura! Son tantos, que muchos de ellos ni siquiera llegan a ser conscientes, aunque si afectan nuestro comportamiento.

Por lo tanto, es muy difícil escoger los pensamientos, no es imposible, pero ciertamente se requiere de un trabajo profesional para lograrlo. 

Así que, la duda de cómo cuido de mis pensamientos no es tan fácil de responder cuando tenemos, según los expertos, un promedio de sesenta mil a ochenta mil pensamientos en un día, de los cuales el 80% son negativos.

Pero, ¿qué dice Dios en su Palabra? La Biblia dice que del corazón del hombre salen los malos pensamientos y que esto contamina a la persona (Mc. 7:20-23).

Es decir, si yo pienso constantemente en cosas incorrectas, eventualmente me contaminaran y comenzare a actuar con base a ellas. Dicho de otro modo, si yo me quejo constantemente, es cuestión de tiempo que empiece a ver que todo a mi alrededor esta mal, aunque no necesariamente lo este, yo lo estaré percibiendo de esa manera, osea, me contaminara de amargura e incluso muy probablemente de envidia. Lo que pienso afecta mi autopercepción y esto, la percepción que tengo de mi entorno y cómo me desenvuelvo en el. 

Pablo nos dice:

 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (RVR60)

Filipenses 4:8

Pero, ¿no dices que tenemos miles de pensamientos al día y que la gran mayoría son negativos? ¿Cómo puedo entonces pensar como dice Pablo? La respuesta es simple, cuida el tiempo que le dedicas a tus pensamientos. 

Tal vez la mayoría de nosotros no estemos acostumbrados a filtrar nuestros pensamientos, y quizás, nos sea muy difícil escogerlos, pero, sí puedes elegir el tiempo que les dedicas a cada uno.

Por ejemplo, alguien que tiene una tendencia a mentir, si esta persona elige no dedicar tiempo a crear historias para impresionar a alguien o para no ser descubierto por mentiras anteriores, puede dedicar ese tiempo en pensar cómo resarcir el daño o simplemente a reafirmar su autoestima para no tener la necesidad de impresionar a nadie.

Lo mismo sucede con el cónyuge que piensa constantemente en los errores del otro, lo mal que lo pasa con su pareja culpándolo constantemente de todos los males maritales.

Si ese cónyuge, dejara de darle tiempo a todos esos pensamientos negativos y en lugar de eso, comenzara a invertir ese tiempo en pensar cosas positivas del otro y en cómo hacerle feliz, vería un gran cambio en su percepción de la vida y, por lo tanto, de su cónyuge. 

La clave esta en el tiempo que dedicamos a los pensamientos negativos y qué hacemos con ellos. Al dedicarles tiempo, les permitimos crecer y lo justificamos por lo que sentimos como una emoción (enojo, frustración, etc.).

Y peor aun, al justificarlos, creamos argumento tras argumento para razonar nuestro enojo, nuestra amargura y nuestra falta de acción, porque en el momento que llega el pensamiento negativo le agregamos más y más dichos que hacen que se vuelvan reales en nosotros, hacen que nos contaminen y que actuamos acorde a ellos. 

Querido lector, no tomes tiempo para pensar en los pensamientos que no te edifican, elige no darles espacio.

Ciertamente vendrán a ti, no una vez, sino sesenta mil veces o más al día, pero recuerda lo que dice El Señor en:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (RVR60)

Isaias 55:8

Y otra recomendación, cuida tu corazón porque de él mana la vida (Prov. 4:23), recuerda que la persona que te hiere, es una persona herida, tenle compasión; la persona que te juzga y te critica, es aquella que anhela lo que tú cargas de parte de Dios.

Perdona rápido y no guardes rencores. ¡Cuida tu corazón!