Crónicas Bíblicas, Cómo Jesús Vence La Maldad. Segunda Parte

Por Timothy Keller

Ahora, pasemos a cosas más prácticas. Si, conocemos quién es el enemigo, la segunda pregunta que debemos considerar es, ¿dónde están las trincheras? ¿Qué nos dice la Escritura, además del hecho de que existe un diablo? Nos dice dónde está el frente de la batalla, el principal punto de ataque. Observa, que varias veces el diablo dice:

«Si eres el Hijo de Dios» Este, es su principal punto de ataque, no sólo contra Jesús, sino, contra nosotros también. Unos versículos antes, Dios, le ha asegurado a Jesús, que en verdad es Su Hijo amado; y satanás inmediatamente, ataca a Jesús en ese punto. Básicamente, satanás, le pide a Jesús, que le demuestre que Dios lo ama, y que le ha dado autoridad. Pero, no es necesario que una persona demuestre su identidad, a menos que, tenga dudas.

Y, esa,es la principal meta militar de satanás. Él, quiere que Jesús, pierda la certeza de la aceptación completa de Dios y de Su amor incondicional.

Ahora, si este es el principal frente de ataque de satanás, ¿cómo busca lograrlo con nosotros? Para comenzar, satanás, quiere evitar que creamos que Jesús es realmente el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.

Observa cuidadosamente, lo que Dios dice desde el cielo en el bautismo. Primero dice: «Este es Mi Hijo amado», una referencia al Salmo 2, una canción que trataba del rey mesiánico de Dios, el cual, terminaría con toda la rebelión y la maldad en el mundo.

Pero, cuando Dios dice: «Estoy muy complacido con ÉI, alude a Isaías 53“; donde, describe al Siervo sufriente, una persona misteriosa, y que algún día, sufriría y moriría por las transgresiones del pueblo. Esta, es una clave importante para comprender toda la Biblia.

A lo largo del Antiguo Testamento, (como en el Salmo 2)encontramos la promesa de un gran rey mesiánico, que vendrá a arreglar el mundo. Muchos de los judíos lo esperaban con ansias. Por otro lado, estaba también, el personaje que describe Isaías, el Siervo sufriente. A los judíos, se les había dicho que este siervo,sería rechazado, que, «gracias a sus heridas seríamos sanados» (Isaías 53:5).

Y nadie, hasta que Dios bendijo a Jesús, en el bautismo, había puesto a esas dos personas juntas. Dios, estaba tratando de que comprendiéramos esto: Jesús no es sólo un buen hombre que nos dice cómo vivir. Tampoco, es un Rey Celestial que vino a destruir toda la maldad de un sólo golpe.

Como hemos visto, la maldad está enraizada en lo más profundo de nuestro ser. Y, si Jesús hubiera venido a terminar con toda la maldad en ese momento, entonces, también habría terminado con nosotros.

En cambio, Jesús es un Rey que vino, no a un trono, sino a una cruz. Vino, a ser tentado y probado, a sufrir y a morir. 

Para un hombre bueno y nada más. Por otro lado, a las personas que piensan que son cristianos, pero, no comprenden que la salvación es un regalo de Cristo, satanás, espera mantenerlos ignorantes del evangelio mismo. Él, quiere mantenerlos confundidos sobre la verdad de que somos justificados, aceptados por Dios, únicamente,mediante la fe en Cristo, no, a través de nuestros esfuerzos morales.

Pero, para aquellos de nosotros que sabemos que somos adoptados como amados hijos e hijas, satanás quiere que retrocedamos a nuestra identidad pasada, basada en nuestro comportamiento moral, nuestros esfuerzos y nuestra bondad.

Esto, le sucedió a un exministro, con quien hablé hace algunos años. Aunque, predicaba lo que llamaríamos predicaciones cristianas ortodoxas, muy en lo profundo de su corazón, satanás lo había vencido.

Con su cabeza y su boca decía: “Somos salvos por Jesús y mediante la gracia». Pero,en su corazón estaba operando algo muy diferente. Si el lenguaje de su corazón pudiera haberse hecho audible, habría sonado algo como esto: «Así es como me aseguraré de ser una persona buena y de valor. Seré un ministro; no hay nada mejor que eso. ¡Un ministro! Alguien, que hable a las personas sobre la verdad.

Volviendo Alguien, que ayude a las personas que sufren. Alguien, que arregle sus vidas. En otras palabras, mientras su cabeza decía, que Jesús era su salvador, su corazón, estaba buscando, ser su propio salvador.

Como resultado, cuando su iglesia crecía, su ministerio se expandía, y sus predicaciones eran solicitadas; el ministro comenzó, a lentamente, ser más frio, presumido y superior. Sus predicaciones, se volvieron más sarcásticas, y él, se volvió más arrogante y crítico en su interacción con las personas.

Esto, llevó a varios conflictos con ciertas familias, quienes, comoresultado,abandonaron la iglesia.

Y, cuando la iglesia empezó a decrecer; ya no pudo soportarlo. No sólo era una pérdida de personas; era una pérdida de identidad. Comenzó a emborracharse, para amortiguar las penas, y hasta tuvo un romance con una mujer que le daba la adulación que añoraba. Su matrimonio y su ministerio colapsaron.

¿Qué sucedió? satanás, por supuesto, había ganado. Si piensas en la identidad de tu corazón, como un motor, podrías decir, que existe un tipo de combustible que lo hace trabajar limpia y eficazmente. Por otro lado, hay un tipo de combustible, que no solamente contamina, sino, también destruye el motor. El combustible sucio,es el combustible del temor de sentir que eres necesitado. Tal vez, sea la necesidad de expresarte de forma libre y sin restricciones.

Hay muchos «combustibles» que nos motivan a vivir por un tiempo, pero, sólo hay un combustible limpio, que no lleva al cansancio, ni a la desilusión. Ese combustible, es el amor de Dios hacia ti.

Cualquier otro combustible, llegará a ser demoníaco. Te obsesionará, en el mejor de los casos, te defraudará. Cuando tu vida, opera con esos combustibles, satanás, te tiene donde te quiere tener. La única cosa que no quiere, es que las palabras de Dios, «Eres Mi hijo amado», alimenten el motor de tu vida y corazón.

J. C. Ryle, fue un obispo anglicano de Liverpool, Inglaterra, a finales del siglo diecinueve. En un ensayo titulado, «Seguridad», Ryle, escribe sobre este efecto de forma conmovedora:

La seguridad, va más allá de liberar a un hijo de Dios, lo capacita,para sentir que el gran negocio de la vida, es un negocio establecido, que la gran deuda, es una deuda pagada, la gran enfermedad, es una enfermedad sanada, el gran trabajo, es un trabajo terminado; y todos los otros negocios, enfermedades, deudas y trabajos, son pequeños en comparación.

En este sentido, la seguridad hace paciente a un hijo de Dios en la tribulación, tranquilo ante la pérdida, inamovible en el dolor, sin temor de malas noticias; en toda situación está satisfecho, ya que le da estabilidad en su corazón. Endulza su copa amarga, aligerar la carga de sus cruces, suaviza las asperezas del lugar por donde viaja e ilumina el valle de sombra de muerte. Lo hace sentir, que él tiene algo sólido bajo sus pies y algo firme en sus manos, que tiene a un amigo confiado y un hogar seguro al final del camino. 

Hay una hermosa expresión en el Libro de Oraciones para la Visitación de los Enfermos:

“El Señor Todopoderoso, quien es una torre fuerte para todos los que ponen su confianza en Él, sea ahora y para siempre, tu defensa, y te haga sentir y conocer que no hay otro nombre bajo el cielo, a través de quien puedas recibir salud y salvación, sino, únicamente en el nombre de nuestro Señor, Cristo Jesús» ¿Cuál es tu mejor defensa en esta batalla?

Otra vez, veamos lo que podemos aprender del texto.

Primero, veamos que Jesús, no trata con satanás, en lo que yo llamaría, una forma mágica o supersticiosa. Jesús, no simplemente lo destruye con Su gloria; no estoy diciendo que no exista tal cosa como la posesión demoniaca, y que amerite una palabra de mando. Es obvio, que, en los Evangelios, vemos que Jesús, lo hace en ciertos casos. Pero, en general, satanás no nos controla con mordeduras de serpiente sobre la piel, sino, con mentiras dentro de nuestro corazón. 

Vemos esto, en el relato del Jardín del Edén, cuando satanás, tienta a Adán y a Eva. No llega con todo tipo de efectos especiales, sino,que sugiere ideas a sus corazones, que contradicen la palabra de Dios; impugnan Su carácter y destruyen la relación de confianza que tenían con Él. Lo mismo sucede en nuestro caso. Nuestra mejor defensa en la lucha contra las mentiras de satanás, generalmente no se encuentra en el pronunciamiento de conjuros, sino, en recordar y decir la verdad.

Observa, la forma en la que Jesús, usa la Biblia. Ese, es uno de los puntos más obvios del pasaje. Jesús, usa la Escritura, cada vez que es atacado por el diablo. Esta estrategia, por supuesto, encaja con lo que acabamos de decir, sobre el frente de la batalla. Satanás, quiere que te sueltes de la verdad.

Pero, más que esto, satanás, quiere influenciar, las creencias de nuestro corazón. De acuerdo con la Biblia, el corazón, no es sólo el lugar donde se guardan las emociones, sino, también la fuente de nuestras creencias, esperanzas, y confianzas más profundas.

Y del corazón, fluyen nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. En lo que el corazón confía, la mente justifica, las emociones desean, y la voluntad ejecuta. Si satanás, logra que tu mente consienta ante la idea de un Dios de gracia y amor, pero, que tu corazón crea que debes hacer X, Y o Z, para ser una persona digna de Su amor, él estará más que satisfecho.

Es por esto, que cada vez que satanás dice algo que insinúa o niega abiertamente las promesas y revelaciones de Dios, esto, debe ser contestado con la Escritura misma. Jesús, cita Deuteronomio 8:3, después, 6:16, y finalmente, 6:13.

Aun, cuando estaba en la cruz, cuando se encontraba en Su más profunda agonía, citó el Salmo 22:1: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Cuando estás en momentos de profundo dolor, las cosas que salen de tu mente y de tu boca, son las más fundamentales de tu ser.

Y, cuando estaba en tales momentos, salieron palabras de la Biblia. Cerca del diez por ciento de todas las cosas que Él dice, son citas o alusiones de las Escrituras hebreas.

Cuando conoces las Escrituras tan bien, todos tus pensamientos y emociones son procesados a través de un filtro bíblico. Y, cuando tienes las citas, las promesas y las revelaciones de Dios fijadas en lo más profundo de tu ser, es extremadamente difícil que satanás te tome desprevenido y ataque tu garantía de salvación.

Cuando te afianzas de la Escritura, no eres vulnerable en las trincheras de la batalla, donde satanás te ataca. 

Ahora bien, tengo que preguntarte: Si Jesucristo, el Hijo de Dios, no se atrevió a enfrentar las fuerzas malignas en el mundo, sin tener un profundo conocimiento de la Biblia en Su mente y corazón, ¿qué nos hace pensar que nosotros podemos intentar enfrentar la vida de cualquier otra manera? Es verdad que, esto requiere de mucho tiempo y esfuerzo. La adoración, la lectura diaria, la meditación y memorización; cantar, escuchar Su Palabra. Todas estas cosas, son necesarias para llegar a saturarnos de las Escrituras.

Y, cuando estemos bajo ataque, tentados a pecar, a estar desanimados, o a darnos por vencidos, es ahí donde debemos luchar. 

Por llevar las palabras y promesas de la Biblia, al centro de nuestro ser; para «que habite en ustedes, la palabra de Cristo con toda su riqueza» (Colosenses 3:16). Por supuesto, será, y se sentirá como una batalla. 

J. C. Ryle escribió:

El cristianismo verdadero, es una batalla. Existe un sinnúmero de actos religiosos en el mundo que no son un cristianismo verdadero y genuino. Es un cristianismo, que cumple requisitos; que satisface conciencias adormecidas; pero no es genuino. Existen cientos de hombres y mujeres, que van a la iglesia cada domingo; pero, nunca ves ninguna “batalla» en su religión. 

No conocen absolutamente nada sobre las luchas espirituales, sobre el esfuerzo y el conflicto, sobre la abnegación, la oración, y el combate.

Por favor, no separes la tentación del bautismo en este pasaje. Satanás, viene a Jesús, porque Jesús, ha sido comisionado, fue autorizado por Dios, para llevar a cabo una misión. Jesús, está a punto de embarcarse en un periodo intenso, en el que enseñará y sanará a personas en esclavitud espiritual.

Tal como Jesús, nosotros luchamos contra satanás, no solamente en nuestros corazones, sino,afuera en el mundo, cuando buscamos destruir sus obras. Cuando buscamos ayudar a una persona a encontrar fe en Cristo, o cuando amamos a nuestro vecino pobre, mediante actos de compasión y servicio; estamos luchando contra Satanás en el frente de la batalla.

Tenemos un recurso más para esta batalla espiritual, y está justo enfrente de nosotros, en este pasaje. Me refiero, a Jesús mismo.

Hebreos 4:15, nos dice, que Jesús, es nuestro sumo sacerdote. Los sacerdotes, eran consejeros y sanadores, y se nos dice, que Jesús puede empatizar con nuestras debilidades, y puede darnos «gracia, que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4:16).

¿Por qué? Porque, “Él, fue tentado en todo, de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado” (v I5). Él, está allí para ayudarnos a enfrentar la realidad de la maldad, dentro y fuera de nosotros, habiéndolo hecho, Él mismo como hombre.

Entonces, al luchar contra las mentiras de satanás en nuestros corazones, y contra su obra, en nuestro mundo, descansemos, no sólo en la Palabra del Señor, sino, también en el Señor de la Palabra. 

No tenemos simplemente un libro, tan perfecto como la Biblia, sino, tenemos a Jesús mismo, quien, ha pasado por pruebas de fuego, tan intensas, que ni siquiera las podemos imaginar. Y, lo ha hecho todo por nosotros.

Así que, ahora, fortalecidos con Su profunda empatía, y Su eterno poder, podemos enfrentarlo todo, de Su lado.

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