Narciso, ¿ Qué Percepción Tenemos De Nosotros?.

Por Jorge Bucay

CONTENIDO CUENTO & NARRACIÓN

Narciso era un joven muchacho, tan hermoso que hasta las deidades del Olimpo celaban su belleza.

Un día, mientras tomaba agua en un estanque.

Cupido fue mandado por los dioses para herirlo con una de sus flechas.
Así fue como Narciso se enamoró de su propia imagen, tanto, que ninguna otra persona volvió a parecer le atractiva, aunque todas seguían enamorándose de el.

Ese era el resultado deseado por los dioses, sufrimiento infinito de verse privado del placer de amar.
Eco, por su parte, también había sido víctima de un conjuro, la esposa de Zeus le había quitado el don del habla.
Afrodita, la diosa del amor y de la belleza, se había compadecido de Eco y no pudiendo deshacer el hechizo anterior, lo atenúo permitiéndole hablar pero sólo repetir lo que otros le dijeran.
Cuenta la leyenda que un día Narciso caminaba por la orilla de un rio, triste como siempre, sufriendo su pena, y desde detrás de un matorral Eco lo espiaba.

Como todos los que se cruzaban con Narciso, también Eco se enamoró del joven pero no se animó a salir a su paso dado que nada podría decirle salvo que él le hablara
primero.

Dolorida por su condena, Eco lloró.
¿Quién está allí? – preguntó Narciso al escuchar el llanto.
¿Quién está allí? – contestó Eco,

Soy yo, Narciso. ¿Y tú quién eres?

Soy yo – repitió Eco.

Sal a la luz, quiero verte – dijo el joven.
Quiero verte – dijo Eco.
Ven aquí entonces – comandó Narciso.

Ven aquí – repitió Eco -, ven aquí.
Narciso temió una nueva trampa de los dioses y no se atrevió a internarse en la espesura.
¿Tu no entiendes que necesito amar a alguien? – preguntó Narciso.
Tú no entiendes – contestó Eco llorando.
Si no sales ya mismo…

exigió Narciso – … vete y adiós.

Adiós – repitió Eco -, adiós… adiós…
El bello joven se dio cuenta de que el amor por fin llegaba a su corazón. Quizás porque al no ver a su amada
no habia tenido una imagen con quien compararla, quizás porque su voz solo le devolvía sus propias
palabras. lo cierto es que sin razones para el, Narciso finalmente se había enamorado.

Vuelve por favor – gritó -. Yo te amo.

Pero era tarde… la doncella ya no podía escucharlo.
Narciso se sentó junto al rio y lloró.
Lloró como nunca había llorado, toda esa tarde y también toda esa noche. Tanto lloró Narciso que por la mañana, al salir el sol, su cuerpo se había secado y el joven amaneció transformado en una flor: el narciso, que desde entonces crece en las orillas de los ríos reclinado sobre el agua como llorando sobre su imagen reflejada.

Lo que Narciso recibía de Eco era el reflejo de su propia palabra, pero como estaba enamorado de su imagen, no tenia mas remedio que enamorarse de su propia palabra, que era lo único que Eco podría decir.


En el mito, el espejo no es sólo de imagen, también de palabra.
El mundo externo es una percepción, una abstracción. Yo tengo un registro interno del afuera. Por eso tengo que tratar de entender que el mundo del otro no es el mío, que no hay un mundo que podamos compartir.

Podemos hacer un espacio común y transitar por el. El mundo externo es el estímulo y el mundo interno es la percepción, pero yo no tengo trato con el mundo externo.

Por ejemplo, yo te veo, para mi, vos sos como yo te veo. Ahora, ¿cómo sos vos?. Que sé yo, cómo podría saberlo.

Lo único que yo sé de vos es como yo te veo. Del mismo modo, lo que vos sabés de mi es lo que vos ves, no lo que yo soy.

Es decir, no hay un mundo externo sobre el cual se pueda referenciar. La mirada de las cosas tiene una cuota de relatividad tan grande que las cosas se interpretan dependiendo de como se vean.

Un señor llamado Paul Watzlawick cuenta que en un laboratorio donde se hacen experimentos con animales, un investigador está tratando de hacer un reflejo condicionado con dos ratas en un laberinto.

Entonces, cuando el señor de guardapolvo blanco entra, una ratita le dice a la otra: ¿Ves a ese señor de guardapolvo blanco? Lo tengo totalmente amaestrado, cada vez que yo bajo esta palanca, me da de comer Dos maneras de ver el mismo proceso, la situación es exactamente la misma.


Admitir que el único mundo es el interno implica confiar en la esencia del ser humano. Para creer que el único acceso al mundo es mi percepción, tengo que imaginar al hombre esencialmente bueno, noble, generoso.

En principio, sabiendo que si le damos espacio a esa persona y le damos lugar al para que se desarrolle naturalmente, lo que él desarrolla es lo mejor de él, no lo peor.

Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz, que le iluminara el camino a seguir.

Todas las noches, al acostarse le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenia que vivir el resto de su vida.
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi místico buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pata medio rota.

Se quedó mirándolo y de repente vio aparecer a un puma.

La situación lo dejó congelado, estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un solo bocado.
Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso y también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él.

Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo.

Entonces ocurrió algo inesperado, en lugar de comérselo, el puma empezó a lamerse las heridas.
Después se fue y volvió con unas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua, y después se fue y trajo un poco de hierva húmeda y se la acercó para que el cervatillo pudiera comer.

Increíble.

Al día siguiente. Cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber.

El hombre se dijo: esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara.

«Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas».

Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber.

Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días,… pero nadie le daba nada.

Los que pasaban lo miraban y el ponía cara de pobrecito imitando al cervatillo herido, pero no le daban nada. Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba ya muy angustiado, le dijo:

– Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto?.

Yo soy un hombre creyente…


Y le contó lo que había visto en el bosque…
El sabio lo escuchó y luego le dijo:
Quiero que sepas algo.

Yo también soy un hombre muy creyente, Dios no manda señales en vano, Dios te mandó esa señal para que aprendieras.

El hombre preguntó:

¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:


¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?.

Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valorarse por sus propios medios.


Casi todo puede ser visto, registrado y analizado desde varios lugares. El hombre se veía como el cervatillo indefenso, asustado, sin esperanza, cuando Dios lo veía como el puma fuerte, compasivo, dispuesto a servir.

De echo la humanidad ha mirado al hombre y su problemática poniendo el acento en diferentes aspectos de nuestras dificultades a lo largo del último siglo.

¿QUÉ ES UN EGREGOR?

Un egregor inicialmente es un pensamiento que va tomando forma, sea cual sea el tema.

Esta forma de pensamiento se unirá a un pensamiento colectivo que se parezca y ambos se unirán y «LLAMARÁN» a 10, 100, 1000, convirtiéndose así en una entidad energética.

Un egregor es producido por una poderosa corriente de pensamiento colectivo.

Cuando varias personas se centran en un mismo objeto o pensamiento con la misma intensidad, desarrollan energía común.

Todos conocemos este efecto estimulante, lo hemos experimentado cuando compartimos con otros un proyecto emocionante o un momento fuerte, ya sean buenas noticias o catástrofes.

ENTONCES..

¿QUÉ EGREGOR VAMOS A CREAR?

Todos nuestros pensamientos de amor o ira van a crear esta corriente, y todos sabemos lo que queremos ver florecer en nuestro mundo.

La focalización de varias personas sobre un mismo tema, como por ejemplo lo que estamos viviendo en estos momentos, genera un egregor de ira, de frustración, atrayendo aún más energía negativa, y generando más pensamientos oscuros,manteniendo vivo ese estado.

Creemos egregores de soluciones, de salida de esta situación dolorosa, enviemos Luz y no Niebla sobre la humanidad.

Sí, todo se está descomponiendo. Sí, no es fácil, sin embargo permaneciendo en un estado mental negativo masivo, no podremos alcanzar la Paz en nosotros mismos.

Creemos Egregores de Alegría, Amor, Paz para todos. Es en esta condición que saldremos del marasmo.

Cuanto más suban las Energías de Luz, más rápido se irá lo Oscuro. Cuanto antes salgamos del MIEDO transmitido, más serenamente viviremos.

Por William Rouss


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