Días Buenos Y No Tan Buenos

CONTENIDO CRISTIANO

Todos, en alguna ocasión, nos hemos sentido sin ánimos, sin rumbo, totalmente perdidos y faltos de propósito. En resumen, todos tenemos días buenos y no tan buenos. 

Muchos, podrán pensar, e incluso,sentirse mal consigo mismos, por tener malos días.

¡Yo conozco a Jesús! ¡Soy hijo de Dios! ¡No debería tener que pasar por situaciones complejas en mi vida!

La realidad, es que, aunque conozcamos a Jesús,nuestra vida, no se vuelve en automático perfecta, y sin contratiempos o sin batallas que luchar, aún, conociendo y siendo hijos del Todopoderoso, debemos enfrentarnos a pruebas, algunas más fuertes que otras, e incluso, corremos el riesgo de ser heridos en esas batallas, tal vez, no de muerte, pero, muchas de esas heridas, se sienten como si lo fueran.

No creo, que debamos romantizar nuestra experiencia como cristianos, como hijos de Dios, creyendo que nosotros estamos libres de pecado y de aflicción.

La Biblia, no menciona que no seamos pecadores, dice,que somos liberados del pecado a través de creer en Cristo Jesús, es decir, nosotros somos pecadores pero la gracia de Dios nos libera.

Tampoco, dice, que no tendremos aflicción; de hecho, Jesús, les dice a sus discípulos en:

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo, tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. 

Juan 3:16 RVR1960

Nuestro Señor, sabía, que tendríamos luchas, Él,sabía, que habría momentos de duda y de tristeza, sabía que, eventualmente, la aflicción tocaría a nuestras puertas.

¿Alguna vez, has llorado sin consuelo, sobre tus rodillas? ¿Alguna vez, has sentido tanto dolor, que no sabes si serás capaz de soportarlo?

Si es tu caso, te puedo decir que, aunque hayas creído, que Dios no estaba contigo, ahí estaba, sosteniéndote, Él, no se ha olvidado de ti y mucho menos tira la toalla contigo. Él, no se cansa. Él, te abraza y te guía, en la obscuridad del valle.

Hace poco, escuché a alguien decir, que está bien no sentirse bien, está bien estar triste, e incluso, sentirse deprimido, lo que no está bien, es rendirse.

Así que, no dejes de respirar, no dejes de caminar hacia tu destino, aunque, no puedas ver nada a través de la obscura nube que te rodea, debes saber, que, aún, en ese momento Jesús está contigo, enfócate en Él, míralo sólo a Él; Él te sacara de ahí.

Me gusta imaginar, que, cuando esto sucede, Jesús,nos toma de la mano, justo como un padre lo hace con su pequeño hijo, frágil e indefenso, confiando sólo en la mano de su padre que lo sostiene y lo libra de lastimarse.

A veces, me he preguntado, ¿por qué, no hace desaparecer la prueba, como lo hizo cuando calmó la tormenta del mar? Creo, que hay dos poderosas razones para eso.

La primera y más importante, es que, nos está enseñando a crecer y a confiar. Es en estos procesos, cuando todo parece completamente perdido, que nos acercamos más a Dios, y, de esta manera, conocemos con mayor profundidad su amor hacia nosotros y su voluntad, nuestra fe crece y madura.

Dejamos de anhelar las cosas a nuestra manera y logramos alinearnos al plan de Dios, aquí es donde podemos ver sus maravillas. 

La segunda, está ligada con la primera, si tú te conviertes en un adulto funcional, puedes tomar decisiones más acertadas, pero, también puedes entender mejor cómo opera Dios y lo que ha puesto en ti, que, más que un don, es una orden de traer el Reino de los cielos a la tierra.

Me refiero, a que te conviertes en el catalizador de Dios, en aquel que tiene el poder de Dios en él, y está listo para usarlo. Básicamente, dejas de ser un niño, que quiere hacer las cosas a su manera.

Pero, si no pasas por el desierto, ¿cómo pues podrás entenderlo? ¿Cómo podrás aprender a hablarle a los problemas, con la autoridad que Dios te delegó, si no has pasado por el entrenamiento?

Cuando un soldado, se da de alta en la milicia, tiene un entrenamiento específico con el que debe cumplir, debe aprender a usar un arma, debe ponerse en forma, conocer los rangos de sus superiores, entre otras cosas.

Después de ese entrenamiento básico,debe pasar a filas, es decir, debe entrar en contacto con las situaciones diarias de su profesión, hacer rondines, vigilar, proteger, ayudar, etcétera.

De esta manera, cuando llegue el tiempo de ir a la guerra, el soldado estará listo para enfrentarse al enemigo, sin rendirse y lograr salir victorioso.

Deja un comentario