Trátate Con la Responsabilidad De Ayudarte y Amarte.

Por Jordan Peterson

CONTENIDO NARRACIÓN & CUENTO

Tratarte como a alguien a quien tienes la responsabilidad de ayudar supón considerar lo que de verdaderamente seria bueno para ti. No es «lo que quieres» ni «lo que te haría feliz».

Cada vez que das un dulce a un niño, lo haces feliz. Eso no significa que lo único que tienes que hacer por el niño sea darle caramelos, para que sea «Feliz» no es en absoluto un sinónimo de «bueno». Tienes que hacer que los niños se laven los dientes. Tienen que abrigarlos bien cuando salen y hace frio, coman bien saludable.

Por mucho que se opongan. Tienes que ayudarlos para que se conviertan en seres virtuosos, responsables y despiertos, capaces de actuar con reciprocidad, capaces de cuidarse a si mismos y a los demás y de crece mientras lo hacen. Te pregunto ¿Por qué seria aceptable hacer menos por ti?

Tienes que mirar hacia el futuro y pensar: «¿Cómo seria mi vida si me cuidara debidamente? ¿Qué carrera me plantearía un desafío y me convertiría en alguien productivo y útil, de tal modo que pudiera asumir la carga que me toca y disfrutar de las consecuencias? que tendría que hacer cuando cuente con cierta libertad para mejorar mi salud, desarrollar mi conocimiento y fortalecer mi cuerpo?».

Tienes que saber dónde estas para poder empezar a diseñar tu recorrido. Tienes que saber quien eres pare entender las armas con las que cuentas y saber cómo compensar tus limitaciones.

Tienes que saber adónde vas, para poder limitar el poder del caos en tu vida, reestructurar el orden y servirte de la fuerza divina de la esperanza para soportar el mundo.

Tienes que decidir adónde vas para poder así luchar en tu nombre, para no terminar siendo alguien resentido, vengativo y cruel.

Tienes que articular tus propios principios para poder así defenderte cuando los demás intenten aprovecharse de ti y para preservar tu estabilidad y seguridad cuando trabajas y cuando juegas. Tienes que disciplinarte cuidadosamente. Tienes que mantener las promesas que te haces y recompensarte de tal forma que puedas confiar en ti y motivarte.

Tienes que decidir cómo comportarte contigo para que sea posible que te conviertas en una buena persona y que lo sigas siendo.

Estaría bien hacer del mundo un lugar mejor. El cielo, después de todo, no llegará por si solo. Tendremos que esforzarnos para traerlo aquí a la tierra y hacer acopio de fuerzas para resistir a los ángeles mortíferos y a la espada flamígera del juicio que Dios utilizó para bloquear su entrada del jardín del Edén.

No subestimes el poder de la visión y la dirección. Se trata de fuerzas imparables, capaces de transformar lo que quizá parezcan obstáculos inadmisibles en senderos transitables y en oportunidades de desarrollo.

Hay que fortalecerse, así que empieza contigo. Cuídate. Define quién eres. Refina tu personalidad. Elige tu destino y expresa tu Ser.

Como el gran filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche observó tan brillantemente:

«Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo»

Podrías ayudar a rectificar la deriva del mundo y corregir su trayectoria para que apuntara un poco mas hacia el cielo y un poco menos hacia el infierno. Una vez que hayas entendido el infierno, una vez que lo hayas estudiado, por decirlo de alguna forma.

Sobre todo tu propio infierno particular, podrás tomar una decisión sobre dónde no ir y qué no crear. Podrías dirigirte a cualquier otro lugar.Podrías incluso dedicar toda tu vida a eso, lo que te proporcionaría un Significado, con mayúscula. Eso justificaría tu miserable existencia. Eso serviría para expiar tu naturaleza pecaminosa y para sustituir tu vergüenza y tu inseguridad por el orgullo natural y la franca confianza de alguien que ha vuelto a aprender cómo se anda junto a Dios en el jardín del Edén.

AMARME MÁS

De niña esperaba que mamá me diera un abrazo y me dijera que me amaba. 

De adolescente esperaba gustarle a un grupo de chicas o a el chico que me gustaba.

Cuándo elegí ser madre me consagré en cuerpo y alma a mis hijos 

Pasaron los días, los años y yo esperaba: reconocimiento,  gratitud  y nunca llegaron.

Hoy en mi atardecer veo hacia atrás y me doy cuenta que no me faltaron personas en mi camino que me amaran.

Lo que me faltó fue amarme más a mi misma, consentirme, apapacharme, cantarme, hablarme bonito y no esperar nada de nadie.

Me faltó NO delegar mi poder a nadie más que a mi.

Me faltó ser mi más grande y verdadero amor…

Hoy en mi atardecer veo hacia adelante, me abrazo y me pido perdón porque por mucho tiempo me menosprecié, me dejé de lado, ahora me revaloro y me aferro más a mi, sabiendo que no es ego es amor propio.

A. Dsconocido

NOTICIAS DEL REINO

TU PERIÓDICO DIGITAL

Deja un comentario