Por Lourdes Salcedo Cárdenas
La necesidad emocional más profunda del ser humano es la de sentirse amado.
Si estamos casados, la persona de quien esperamos recibir más amor es de nuestro cónyuge.

Si nos sentimos amados por esa persona, el mundo entero se ve maravilloso, pero si no, el mundo se verá oscuro. El amor no se consigue con exigencias o quejas. Muchos esperamos recibir amor antes de darlo.
Es necesario entender que alguien tiene que tener la iniciativa del amor. Dios es nuestro ejemplo en ésto (1 Juan 4:19)
Dios nos amó cuando todavía éramos pecadores, cuando no le mostrábamos ningún interés, cuando no habíamos hecho nada para merecer su amor. Ese es el máximo ejemplo de un amor que toma la iniciativa.
Si le ofrecemos a nuestra pareja amor incondicional y aprendemos a expresar el lenguaje del amor que nuestra pareja pueda apreciar, entonces es muy probable que nuestra pareja reaccione de igual manera. «El amor engendra amor».
La obediencia es el camino de la sabiduría, obedecer nos llevará a la felicidad.
El apóstol Pablo nos recuerda, «que el amor sea su meta más alta» (1 Cor. 14:1)
Para conocer el lenguaje de amor de nuestra pareja, hay que observar de qué manera nos expresa habitualmente su amor: ¿con palabras de aprobación?, ¿con regalos?, ¿con gestos de servicio?, ¿compartiendo tiempo de calidad?, ¿con caricias?
La forma en que expresamos amor a nuestra pareja, probablemente sea la forma en que nuestra pareja desea que nosotros le expresemos amor.
Abrazar, besar, es un lenguaje que expresa contacto físico. Es un deseo de nuestra pareja que tomemos la iniciativa de abrazarlo y besarlo.
También cuando la esposa se encuentra realizando las labores del hogar, es probable que su lenguaje de amor sea el de los actos de servicio, es decir, desea que su pareja le ayude con las tareas de la casa. Si él no lo hace, ella no se siente amada.
El amor debe ser nuestra meta más elevada.
Para alcanzar esa meta, necesitamos esforzarnos y averiguar de qué manera nuestro cónyuge recibirá mejor nuestro amor.
Debemos pedirle a Dios que nos dé la sabiduría, mientras observamos a nuestro cónyuge, y procurar descubrir cuál es su lenguaje de amor, para así brindarle todo nuestro amor.


AMADO DIOS
Padre misericordioso creador del cielo, de la tierra y de todo lo clemente que en ella existe. Me acerco hasta Ti en este domingo, día de descanso y recogimiento, para darte gracias por tu amor infinito y por cada una de tus maravillosas bendiciones.
La noche ha terminado, los primeros rayos de sol anuncian el alba y yo, lleno de esperanza y alegría, te doy gracias por todo lo bueno que haces por mí y por las personas que amo.
Gracias por el techo que nos resguarda, por el pan que Tú llevas a nuestra mesa, por la salud, por las ilusiones que se convierten en realidad y por la posibilidad de despertar cada día para luchar por nuestros sueños.
Señor, hoy abro para Ti las puertas del hogar que Tú me concediste, por favor visítalo, recorre cada espacio y cúbrelo con tu amor y armonía. Te pido que mires mi vida y la vida de los míos, nuestros anhelos, también nuestras necesidades y ayúdanos a alcanzar aquellas gracias que tanto necesitamos.
Te suplico que nos rodees en la alegría, nos consueles en la desesperanza y que seas nuestra roca y nuestro refugio seguro en los tiempos de tempestad. Porque Tú Señor eres el principio y el fin, la verdad y la vida, mi mejor amigo y mi mayor certeza.
Te pido que seas Tú colmándonos de salud, de esperanza, de sabiduría y de fortaleza. Que nunca cese tu ayuda y tu consuelo y por favor protégenos en toda circunstancia, libéranos de las preocupaciones y acompáñanos con tu amor incondicional en cada uno de nuestros actos.
Amado Dios, en tus manos pongo este domingo que empieza. Orienta cada uno de mis pasos, cuida de las personas que amo, aclara nuestras dudas, llena de valor nuestro espíritu y desborda dicha, tranquilidad y prosperidad en nuestra vida, Nombre de Jesús Amén.
Por Ma. Guanajuato González Y Castañales.













