La Sonrisa De Dios.

Hace poco tuve la oportunidad de compartir en un grupo de discipulado. La instrucción: Era muy simple, compartir una enseñanza que Dios nos hubiera dado o una palabra personal y de ánimo al resto de nuestros compañeros.

No te voy a mentir, entre en pánico. Mi reacción fue la de querer enfermarme para tener el pretexto perfecto para no estar presente en la clase. Quería huir de la responsabilidad de tener que compartir mi experiencia ya que pensaba que era mínima y sin importancia. 

Después, pensé “bueno, no es tan malo sólo son 10 minutos”. Entonces me di a la tarea de preguntarle al Señor qué quería que compartiera, cuál era mi enseñanza. Para mi sorpresa Él solo sonreía.

Comencé a entrar de nuevo en pánico, pensaba “mis compañeros son mujeres y hombres tan ungidos y llenos de dones que difícilmente puedo yo enseñarles algo, y si Dios sólo me sonríe ¿qué voy a compartir? esto era todo un dilema en mi mente.

Finalmente me dije a misma, está bien, tal vez no tenga una enseñanza poderosa de parte de Dios. Así que solo les mostrare lo que aprendí con mi Señor, estar en su presencia, recibir Su amor y consuelo.

Suelo sentarme en la sala de nuestro departamento, escuchando algunas de mis alabanzas favoritas.  Sin decir nada, solo dejándome llevar por la presencia de mi Padre celestial, buscando su abrazo.

Te mentiría si te dijera que en esos momentos recibo alguna profecía o revelación que pueda hacerte explotar la cabeza, pero lo que recibo es aún más profundo, recibo el abrazo de mi Padre, el amor infinito de un papá que se alegra de verme. 

No digo nada, ha sido todo un reto no hacerlo, ya que creía que debía aprovechar el momento para escuchar mis peticiones, la realidad es que no es necesario decir nada, su abrazo de amor y consuelo es suficiente.

Puedo pasar un buen rato en ese lugar, abrazada a sus pies, sintiendo su mano, acariciar mi cabeza y viéndolo sonreír, es el momento en el que entiendes.

“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”

Jeremias 31:3 RVR 1960

El día de compartir en el grupo, llegué y yo estaba muy nerviosa. No tenía un plan muy definido, sólo pensaba en servir de guía a mis compañeros. Para sentir la presencia del consuelo de nuestro Padre. 

El ejercicio fue sencillo, consistió en cerrar los ojos y conectarse con la presencia de Dios. Sentir su amor y dejar nuestras cargas en Él. Sentir su abrazo y su consuelo. Poder decirle todo lo que nos acongojaba en ese momento.  

Como podrás imaginar, mi participación fue nula. El Señor lo hizo todo, yo sólo fui una intermediaria. 

Al finalizar recibimos retroalimentación por parte de nuestro líder y dijo algo muy importante. Y que marcó mi corazón, y esto es lo que quiero compartir contigo.

A veces creemos que una revelación de Dios tiene que ver con un conocimiento de la Palabra, dónde haga que nuestras mentes exploten en un éxtasis mental.

Pero la revelación de Dios no tiene que ver con conocimiento sino con revelación de su carácter. ¿Qué quiero decir con esto? Lo más importante no es que tanto conoces la Palabra a un nivel informativo, lo más importante es que tanto la conoces a un nivel personal.

En cuanto al carácter de quién la escribió, qué le gusta y qué no. Qué alegra su corazón y qué lo hace sentir triste. Y lo más importante, qué hay en el corazón, de aquél que te formó en el vientre de tu madre y lo que anhela de ti. Su anhelo no es que seas perfecto, sino que entiendas cuánto te ama.

Que entiendas su paternidad sobre tu vida, y vivas en consecuencia de esto. De esta manera vivirás una vida recta y única.

Cómo en todos los aspectos de la vida, muchas veces nos centramos en las cosas menos importantes, porque parecen no ser demasiado vistosas o escandalosas. Olvidamos lo importante, qué es el abrazo de un padre, hermano o amigo.

Tener una cama y una comida caliente. Amar y ser amado. En nuestro caso, tener el maravilloso abrazo de Abba Padre. Aquél que no nos juzga, nos abraza y entiende nuestras luchas. Aquél que está orgulloso de nosotros y sonríe cuándo vamos a pasar tiempo en su presencia.

Te exhorto querido lector a ir a la presencia de tu Padre. Abrázalo y abre tu corazón. No hay nada que Él no entienda. Y recuerda, la mayor revelación que puedes tener de Dios: Es el amor tan profundo que tiene por ti, que lo hace sonreír.

3 comentarios sobre “La Sonrisa De Dios.

  1. amén , la presencia de Di♡S no da descanso , es fresca y disipa el dolor y obscuridad , nos da nuevas fuerzas, el animo levanta al enfermo, su palabra da luz, paz, el que lo halla encuentra la vida. Proverbios ♡ saludos

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