Piedra O Perla, Tropiezo O Impulso.

He escuchado montones de veces la frase: “Tú decides si las piedras que te quieren derrumbar lo hacen o las usas de escalón para seguir creciendo”.  Y efectivamente tú y yo tenemos el poder para decidir qué hacer con lo que recibimos.

Porque nosotros no somos lo que alguien más nos dice que somos. Para ellos sí, pero eso es lo que son ellos y ven ellos desde lo que guardan en su corazón. Jamás podrás hacer cambiar de opinión a alguien que no quiere hacerlo, porque para ello tendrías que vaciar su corazón y llenarlo de verdades que esa misma persona no ha querido ver.

El único que tiene el poder y autoridad para hacerlo es ese mismo ser. Al cual le pertenece ese corazón, porque para poder ver el corazón de alguien más,  primero debemos conocer el nuestro propio.

Existen personas llenas de casas, carros y lujos, pero carentes de valores, por lo que tienen en su corazón. Podemos encontrar lo valioso, hasta en alguien viviendo bajo un puente más que en alguien viviendo en un castillo. Porque el verdadero valor no está en los bienes que acumulas, si no en lo que atesora tu corazón. Porque de la llenura de tu corazón hablara tu boca (Mateo 12:34). Lo valioso no perece, no muere, no tiene un precio que se pueda pagar.

Solo hubo alguien que reconoció el verdadero valor que tú y yo tenemos. Y el único precio aceptable fue la sangre de su propio hijo nuestro Señor Jesucristo. (Juan 3:16)

Cada persona que ha sido parte de nuestras vidas,  aún las que nos la han hecho difícil,  tienen un propósito. Si las piedritas en el zapato te hicieron parar revisar tus pies y asegurarlos para dar los pasos más firmes,  entonces benditas piedras que me hicieron poner mayor atención.

Porque ellas no dejaran de ser eso“piedras”. Esas personas que buscarán siempre en que área te lastimarte, más fácil para clavarse ahí y mantenerte incómoda para retrasar tu avance. 

Y no las podemos culpar por quién son, más bien, deberíamos de tener compasión. Pero tampoco podemos permitirnos que lo que ellos son, nos afecte.

Mi vida, mi cuerpo y mi corazón son templo de Dios.  Y sólo yo, soy responsable de lo que permito que me afecte para bien o para mal.

Porque siempre habrá personas acumuladas de basura, buscando en quien descargarse para poder seguir. Pero es su basura, no te pertenece. Si llegan y la botan a tu puerta, haz lo que quien ama su casa haría.

Saca la aspiradora y ponla dónde pertenece, fuera de ti. No permitas que la basura de los demás, arruine tu casa, ese templo de Dios.

Así es como debemos hacer con todas esas personas que no saben ser. Y hacer diferente, porque no se les ha mostrado algo diferente. Sólo se les puede tener compasión, pero lo que ellos expulsen sobre ti, no te define ni te debe afectar. Porque son ellos siendo y haciendo lo que ellos son, no lo que tú eres.

Así como la palabra de Dios dice:

No le des perlas a los cerdos pues las pisotearan y ensuciaran pues no saben de qué se trata. 

Mateo 7:6

Así es con las personas quienes desconocen y no se interesan en conocer el verdadero valor de alguien, terminan pisoteando y ensuciando lo que de verdad tiene un gran valor.  

Y no las puedes culpar, por su ignorancia solo debes seguir siendo quién eres. Porque para quién conoce el verdadero valor, tú seguirás siendo una perla valiosísima.

Y no le importará con lo que te hayan tratado de ensuciar, pues para ese alguien, una perla, es una perla. Aunque la haya encontrado entre el fango.

Así es nuestro Señor Jesús, nos ha encontrado en lugares inimaginables. Donde para cualquiera, no somos de mayor valor, pero para Él tenemos el mismo valor que cualquier hijo de Dios.

Y aunque enlodados, sucios, raspados por el ajetrear del día a día. Y con quienes nos tocó ser arrastrados en esta corriente del correr del mundo y la vida. Él nos toma, nos limpia de todo eso, cuando decidimos creerle y seguirle.

La sangre de Cristo Jesús es quien tiene el poder para lavar toda iniquidad del mundo. A quienes le reconocemos como nuestro salvador. Romanos 10:9

Te invito a que si aún no es parte de tu vida lo hagas. Y jamás permitas que ninguna persona o pensamiento te diga que no eres digno. Para nuestro Señor Jesús todos somos de gran valor.

¡ Hola Bienvenidos!

Ma. Azucena Macías Sánchez

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