La Bondad Del Matrimonio.

El porcentaje de adultos estadounidenses que nunca se han casado es más alto que nunca, y una menor proporción de ellos dicen que les gustaría casarse.

Las tasas de matrimonio también han disminuido drásticamente en la mayoría de las naciones europeas en los últimos años porque los adultos más jóvenes valoran su independencia pero quieren intimidad.

Sin embargo, incluso en las condiciones culturales actuales, la mayoría de los matrimonios son felices y las personas casadas viven vidas más satisfactorias que los solteros. Esto va en contra de la intuición de los adultos más jóvenes, pero no debería sorprendernos.

El matrimonio es bueno para la mayoría de la población porque fue diseñado por Dios para el bienestar humano, ese siempre será el propósito.

Pero, ¿por qué la vida matrimonial es tan satisfactoria para las personas? Sólo Dios puede cambiar las condiciones sociales, el miedo y la indiferencia de las personas hacia el matrimonio.

En las dos décadas pasadas, la importancia creciente de los análisis al respecto, ha servido para evidenciar que las personas que se mantienen casadas y estables muestran un índice notablemente más alto de satisfacción que las personas solteras, divorciadas o que cohabitan en pareja.

Otro hecho relevante es que son mayoría las personas que se sienten felices en su matrimonio, y aquéllas que no lo son, pero que no se divorcian, también acaban siendo felices.

Un lugar en el que podemos tener una visión distorsionada del matrimonio, es en nuestra cultura, y el otro es en nuestra familia donde nacimos y crecimos.

Es comprensible aunque equivocado, considerar la relación matrimonial de nuestros padres como la pauta sobre cómo realmente es el matrimonio.

Eso seria como dejar que tus visitas a uno o dos médicos determinen tu visión de toda la profesión médica.

En cambio considera que, si bien has visto una parte de lo que es el matrimonio, algunas de las alegrías y muchas de las dificultades, sólo la Biblia puede darnos una perspectiva completa de la intención de Dios. La sabiduría y las promesas de Dios a través de Su Palabra con respecto al matrimonio puede liberarnos de nuestro pasado.

Si no tuviéramos otra idea del matrimonio, además del ejemplo de nuestros padres, ¿cuál sería nuestra opinión? ¿Cómo ha sido moldeada nuestra visión del matrimonio por su matrimonio o los matrimonios de las personas que nos criaron?

Nosotros debemos agradecer a Dios por lo que aprendimos sobre el matrimonio de nuestros padres, o de aquéllos que nos rodean, pidiéndole que complemente y complete ese conocimiento con Su Palabra.

Desde luego es difícil tener una adecuada perspectiva del matrimonio. La tendencia innata es considerarlo desde nuestra propia experiencia a riesgo de distorcionarlo.

Si te has criado en un hogar estable, con el ejemplo del feliz matrimonio de tus padres, quizás pienses que es «algo fácil» y que al enfrentarte a la realidad de tu propio matrimonio se te haga evidente lo mucho que exige forjar una relación estable y duradera.

En el punto opuesto, si tu experiencia personal del matrimonio sea de niño o de adulto, ha sido negativa, o ha acabado incluso en divorcio, es muy probable que tu actitud ante el matrimonio sea reticente e inclusive pesimista.

Es posible por ello que estés demasiado a la expectativa de problemas de relación y que cuando de hecho aparezcan, estés demasiado proclive a decir «justo lo que me esperaba» y resistas y te rindas sin más.

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