
“Los MOTES ni son tan GRACIOSOS…
ni tan INOCENTES”.
Y cada vez se USAN más y con peor intención en todos los ÁMBITOS.
Un APODO es el sobrenombre que OTORGAMOS a una persona de acuerdo a alguna característica física o circunstancia.
Hay apodos cariñosos y OTROS… no tanto.
Algunos están DISEÑADOS con la CLARA intención de burlarse de la persona y otros
PERPETÚAN estereotipos y prejuicios poco SALUDABLES que pueden CONDUCIR a al discriminación o EXCLUSIÓN injustas.
Conocéis a:
1️⃣El médico MATASANOS.
2️⃣El abogado PICAPLEITOS.
3️⃣El policía MADERO.
4️⃣El psicólogo COMECOCOS.
5️⃣El psiquiatra LOQUERO.
6️⃣El taxista PESETA.
7️⃣El dentista SACAMUELAS.
8️⃣El electricista CHISPA.
9️⃣El albañil PALETA.
🔟El funcionario CHUPATINTAS?
Claro que sí.
Los APODOS no siempre SON inofensivos.
PUEDEN tener un impacto SIGNIFICATIVO en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás.
Ya en mis AULAS me resulta desagradable ESCUCHAR a mis alumnos SEÑALARSE verbalmente y de manera constante con motes nada INOCUOS, por más que traten de JUSTIFICARLOS con su amistad y nivel de CONFIANZA.
Si constantemente nos referimos a alguien utilizando un apodo que resalta sus defectos o debilidades, es probable que esa persona GENERE inseguridades y dificultades para desarrollar una AUTOIMAGEN positiva.
Tuve MOTE desde mi más tierna infancia. Será por eso que NO USO los apodos ni los MOTES cargados, lo reconozcan o no, de malas INTENCIONES.
Qué opinas? Te leo!!


TE NECESITO, AHORA ES EL TIEMPO.
Cuando tuve frío, hablaste de mí; cuando tuve hambre, susurraste por mí.
Cuando me enfermé, tu rostro se ocultó del mío.
En el momento de aquel crudo, doloroso y agudo llanto, tu oído ensordeciste.
Para cruzar el crecido río y las agitadas corrientes, te pedí la mano y la ocultaste tras de ti, perdiendo tu mirada de la mía.
Estaba desnudo y no me abrigaste; todas las prendas que no usabas tomaron vida.
Y en mi presencia ante el tribunal, yo tenía limpia mi alma, ignorante de odio, egoísmo, mezquindad y maldad, y me quedé al final de la fila porque no tenía mucho que decir.
Me llegó la hora y tú estabas en tercer lugar. Me pasaron adelante ante el tribunal, y el juez me preguntó: «¿Por qué no pasaste de primero?» «Señor juez, no soy digno de estar en esta audiencia…»
«No me hagas perder más tiempo. Tú sabes desde siempre lo que es lo justo, pasa adelante».
Cuando el juez me pasó primero, aunque era el último de la fila, tú, que creías ser perfecto y yo, que no era nadie, por primera vez escuché tu voz decir, con tu mano levantada: «Señor juez, él es mi amigo, era mi vecino y lo conozco de toda la vida, ¿me deja pasar con él?»
«No puedes pasar. Él habla por sus acciones y tú por tus palabras. Ve, vuelve a empezar y cuando hayas aprendido, vuelves a hacer la fila».
Moraleja: No te consideres justo por lo que hablas o posees, sino por tus acciones, que son las que responden por ti.
Por autor: Nohelia Reyes Molina









