Líbranos Del Mal.

Por John MacArthur

Vivimos en un mundo partido que nos bombardea continuamente con la realidad del pecado y sus consecuencias. Lo podemos ver primero en el mundo natural. Volcanes, terremotos, incendios, inundaciones, pestilencias y accidentes están aumentando con regularidad alarmante, amenazando la supervivencia de la humanidad.

El mundo intelectual en particular ataca a nuestra fe. El hombre está constantemente buscando la verdad, pero no es capaz de encontrarla. Sus juicios son parciales e injustos.

Su incursión con el pensamiento relativo conduce a una destrucción inevitable. El hombre es estimulado por sus propias tendencias egoístas.

La lógica se rige por el orgullo, el intelecto se rige por la lujuria, y la ganancia material convierte a los hombres en mentirosos. Las opiniones humanas están en continuo rumbo de colisión entre sí.

El hombre ha erigido fortalezas de ideología que se han establecido en contra de la verdad y de Dios. El dolor y la ansiedad caracterizan al mundo emocional del hombre.

Su incapacidad de controlar las actitudes destructivas asola su espíritu y su alma se irrita por sus conflictos con los demás. La envidia lo hiere, el odio lo amarga y la avaricia lo carcome como cáncer.

Sus afectos están en el lugar equivocado, su amor es pisoteado y su confianza traicionada. Los ricos pisan a los pobres y los pobres tratan de destronar a los ricos.

Cárceles, hospitales e instituciones para en termos mentales marcan la agitación moral y emocional del hombre. Pero sin lugar a dudas la parte más oscura del mundo del hombre es su vida espiritual.

Está en discordia con Dios. El mecanismo de la naturaleza moral del hombre está visiblemente alterado. El hombre no está sincronizado con el plan divino de Dios. Las malas tendencias lo dominan desde sus antepasados perdidos y mancillados. Parece no haber escape de esto en este mundo para el creyente sincero. Dondequiera que miremos nos enfrentamos a la cultura prevaleciente en este mundo perdido.

Por encima de todo esto, Satanás ataca continuamente nuestra fe. Sabiendo esto, debemos orar: «No nos metas en tentación, más líbranos del mal» (Mat. 6:13).

¿TENTACIÓN O PRUEBA?:

Esta sexta petición habla alentadoramente de la protección de Dios. A primer vistazo, la interpretación de su significado parece bastante simple: Le pedimos a Dios que nos proteja para que no nos metamos en problemas.

Pero examinando más de cerca, este pedido no es tan sencillo, y una palabra en el texto griego acomoda su interpretación. Peirasmos («tentación») es básicamente una palabra neutra en griego, no tiene una connotación necesaria con algo bueno o malo, como lo hace la palabra en español tentación, la cual se refiere a inducir a hacer el mal. La raíz griega se refiere a examinar o probar, y de ese significado se derivan los significados relacionados con prueba y tentación.

Aquí parece hacer un paralelo La santidad y bondad de Dios no permitirán que él guíe a nadie, por cierto a ninguno de sus hijos, a un lugar o experiencia en la que ellos fuesen inducidos a propósito a cometer algún pecado. Santiago atestigua esto: «Nadie diga cuando sea tentado: «Soy tentado por Dios’; porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie» (Stg. 1:13). Sin embargo, Santiago recién había dicho previamente: «Hermanos míos, tenedlo porsumo gozo cuando os encontréis en diversas pruebas [ peirasmos], sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (v. 2, 3). Obviamente nos en contramos con un problema interpretativo para determinar si peirasmos en Mateo 6:13 debería traducirse «tentación» O «prueba». Como nos dice Santiago, Dios no tienta.

¿Entonces por qué pedirle que no haga lo que de todas maneras nunca haría? No obstante Santiago nos dice que deberíamos regocijar nos cuando nos encontremos con pruebas y no tratemos de evitarlas. Entonces por qué deberíamos orar: ¿«No nos metas en tentación»?

LA SOLUCIÓN PARADÓJICA

Afirmo junto con Crisóstomo, uno de los primeros padres de la iglesia, que la solución de este tema es que Jesús no está tratando con lógica o teología sino con un llamado natural de la debilidad humana enfrentándose al peligro (Homilia19:10).

Todo descanso evitar el peligro y el problema que crea el pecado. Por lo tanto, esta petición es la expresión del alma redimida que desprecia y teme tanto al pecado, que quiere escapar de toda posibilidad de caer en él, escogiendo evitar en vez de probar a la tentación.

Aquí tenemos otra paradoja bíblica. Sabemos que las pruebas son un medio para crecer espiritual, moral y emocionalmente. El carácter cristiano se fortalece por medio de las pruebas.

Sin embargo, no tenemos el menor deseo de estar en un lugar en el que la prueba podría conducir al pecado. Así que cuando resistimos las pruebas, nos damos cuenta de que estas nos fortalecen porque ejercitan nuestros músculos espirituales.

Incluso Jesús, cuando oró en el huerto de Getsemaní. consultó primero: «Padre mío, de ser posible, pase de mi esta copa» , antes de decir: «Pero, no sea como yo quiero, sino como tú» (Mat. 26:39).

Estaba aterrado ante el prospecto de cargar con el pecado, sin embargo, Jesús estaba dispuesto a soportarlo para cumplir con la voluntad de su Padre, la cual era ofrecer la redención de los pecadores que reciban al Hijo.

Nuestra propia reacción a los momentos de tentación es similar a la de Cristo, pero para nosotros es principalmente un asunto de tenerse desconfianza. Cuando vemos honestamente el poder del pecado y nuestra propia debilidad y tendencias pecaminosas, nos estremece el peligro de la tentación o incluso la prueba. Ese era el objetivo de Santiago cuando dijo:. cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión.

Luego esa pasión, después de haber concebido, da a luz. el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte (Stg. 1:14, 15). Esta petición, por lo tanto, es otra súplica para que Dios provea lo que nosotros no tenemos dentro de nuestras capacidades.

Es una apelación a Dios para que cuide nuestros ojos, nuestros oídos, nuestros labios, nuestros pies y nuestras manos, que en cualquier cosa que veamos, escuchemos o digamos, ! a cualquier sitio que vayamos y en todo lo que hacemos, él nos proteja del pecado. Y cuando somos tentados, necesitamos recordar que «toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación» (Stg.1:17).

¿APROBAR O DESAPROBAR?

Cuando hablamos de una prueba o un examen, nosotros aprobamos o desaprobamos. De este modo, cada prueba que Dios permite puede convertirse en una tentación.

Mucho tiempo después que los hermanos de José lo vendieron como esclavo en Egipto, él les dijo: «Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien» (Gén. 50:20). Cada lucha prueba que experimentamos Dios lo permite para probarnos, para que ejercitemos nuestros músculos espirituales y ayudarnos a madurar ( l Ped. 5:10). Pero si usted no encomienda la situación a Dios y permanece en su fortaleza, Satanás la convertirá en tentación. El atraerá su lujuria y puede que lo incite a pecar.

TRATANDO CON LAS PRUEBAS

No tenemos la certeza de que, como José, estaremos completamente sometidos y dependamos de Dios en nuestras pruebas.

La implicación de esta parte de la oración parece ser: «Señor, nunca nos lleves a una prueba que presente una tentación tal que no la podremos resistir. En cambio, líbranos de cualquier prueba que cause el mal en nosotros como una consecuencia natural. No nos pongas en una situación que no podemos manejar». “Esto es clamar la promesa de que …fiel es Dios, quien no os dejará ser tentados más de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la tentación dará la salida para que la podáis resistir» (1 Cor. 10:13).

Aunque Dios no nos va a tentar para que pequemos, traerá cosas a nuestra vida que se convierten en pruebas para nosotros. Cuando delante de usted pasa cierta revista, libro, cine o algún programa de televisión, eso puede ser una prueba para revelar su fortaleza espiritual.

Si no pasa la prueba, se convertirá en una tentación que incita su lujuria y lo lleva a pecar. Si lo han despedido del trabajo, eso puede ser una prueba ¿Cómo va a enfrentar ello?

Si lo toma con gozo y encomienda su situación al Señor, usted pasará la prueba. Pero Satanás lo tentará para que se queje y quizás haga todo lo posible por arruinar la reputación de su jefe. Mateo 4:1 dice que Jesús fue «llevado por el Espíritu desierto, para ser tentado por el diablo». Para Dios fue una prueba para examinar la virtud de Cristo; para Satanás fue una tentación para destruir su virtud. Job dijo: haya probado, saldré como oro» (Job 23:10). El trato su prueba de la manera correcta. Pedro dijo: «En esto os alegráis, a pesar de que por ahora, si es necesario, estéis afligidos momentáneamente por diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo» (1 Ped. 1:6, 7).

El Señor ordena nuestra vida para que nunca seamos tentados sin la fortaleza para resistir (I Cor. 10:13). Él usa nuestras pruebas para ayudarnos a confiar más en él y fortalecer a otros que después pasan por la misma prueba. También las usa para acercarnos a su palabra y a la oración.

La petición en Mateo 6:13 es una protección en contra de presumir y tener un falso sentido de seguridad y autosuficiencia. Sabemos que nunca seremos perfectos espiritualmente, y que nunca estaremos libres del peligro del pecado hasta que estemos con el Señor. Tal como oró nuestro amado Señor por nosotros en su grandiosa oración intercesora, queremos, à toda costa. que nos guarde del malvado (Juan 17:15).

TRATANDO CON LA TENTACIÓN

Cuando oramos sinceramente: «No nos metas en tentación más líbranos del mal». también declaramos nuestro sometimiento a su Palabra, la cual es nuestra protección en contra del pecado. Santiago 4:7 nos da una orden sencilla: «Someteos. pues, a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros».

Someterse a Dios es someterse a su Palabra: «En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti» (Sal. 119:1l). De modo que el creyente ora para estar protegido de la abrumadora incitación a pecar, y si cae, ora para ser rescatado. En un mundo bajo la maldición en el que somos atacados por la perversidad que nos rodea, confesamos nuestra insuficiencia para tratar con el mal.

Confesamos la debilidad de nuestra carne y la absoluta impotencia de los recursos humanos para combatir el pecado y rescatarnos de sus garras. Por encima de todo, confesamos nuestra necesidad de protección y liberación de nuestro amoroso Padre celestial Honrará Dios la petición en Mateo 6:13Según 1 Corintios10:13, sí. Dios nunca permitirá que usted experimente una prueba que es

más de lo que puede resistir. Esto se puede ver en Mateo 6:13 en la frase «libranos del mal». Dios nunca permitirá que seamos tentados más allá de lo que podemos soportar. Esa es su promesa, y si cumplimos con la condición de esa promesa, la podemos reclamar. ;¿Cuál es la condición? Sométase al Señor y resista al diablo. ¿Qué hemos aprendido del Padrenuestro? Todo lo que necesitamos está a nuestra disposición. Primero debemos dar a Dios el lugar que se merece.

Luego podemos traerle nuestras necesidades, y él las suplirá por medio de su abastecimiento ilimitado y eterno. Un autor desconocido resume muy bien el impacto de este modelo de oración: No puedo decir «nuestro» si vivo solamente para mí mismo en un compartimiento espiritual hermético. No puedo decir «Padre» si no me esfuerzo cada día para comportarme como su hijo. No puedo decir «que estás en los cielos» si no estoy guardando tesoros allí. No puedo decir «santificado sea tu nombre» si no estoy esforzándome para permanecer en santidad. No puedo decir “venga tu reino» si no estoy haciendo todo lo posible para que se acelere la llegada de ese maravilloso día. No puedo decir «sea hecha tu voluntad» si estoy desobedeciendo su Palabra. No puedo decir «como en el cielo así también en la tierra» si no le vor a servir ahora mismo. No puedo decir «el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» si soy deshonesto o compro cosas en forma ilícita.

No puedo decir «perdónanos nuestras deudas» guardo rencor contra alguien No puedo decir «no nos metas en tentación» Si me pongo a propósito a su paso. No puedo decir «libranos del mal» si no me pongo toda la armadura de Dios No puedo decir «tuyo es el reino» si no le doy al Rey la lealtad que se merece al ser fiel a él. No puedo atribuirle «el poder» si temo lo que pudieran hacer los hombres. No puedo atribuirle «la gloria» si sólo estoy buscando mi propia honra. No puedo decir «por todos los siglos» si el horizonte de mi vida está limitado completamente por las cosas del tiempo A medida que se compromete a seguir este modelo para todas sus oraciones, todo su caminar cristiano revolucionará, no sólo su costumbre de orar. Nunca le faltará qué decir en oración.

Estar a solas con Dios jamás será lo mismo.

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