
Cuando usted ora, ¿por qué ora típicamente? Si hoy fuéramos a hacer una encuesta en una iglesia evangélica acerca de temas por los que más se ora, descubriríamos que la mayoría de oraciones están a menudo dirigidas equivocadamente, son miopes y egoístas.
Típicamente oramos por salud, felicidad y éxito Oramos por la comodidad personal. Oramos por soluciones que curen todos los problemas físicos de la vida, tales como: sanidad, un lugar donde vivir, un trabajo, un carro, un esposo, una esposa, hijos, un ascenso de puesto, más dinero, etc. A pesar de lo importante que son esas cosas, en cierto aspecto (especialmente para la gente en necesidad), no tienen mucha prioridad en la lista del reino de Dios. Jesús dijo que no nos afanemos por lo que vamos a comer, beber o usar cuando sabemos que Dios suple todas estas cosas (Mat. 6:25-33). Nuestra prioridad debe ser fomentar el reino de Dios.
Vivimos en un mundo que sabe muy poco lo que es verdaderamente valioso. La gente que nos rodea está vendo detrás de cosas que no tienen valor duradero.
Esta búsqueda la trata con mucha habilidad Anton Chekhor en su historieta clásica The Bet (La apuesta). Esta historia nos ofrece una apreciación fabulosa del sistema de valores de la mayoría de la gente El argumento tiene que ver con una apuesta entre dos hombres educados con respecto a estar incomunicados.
“Un rico banquero de mediana edad creía que la pena de muerte era un castigo más humano que estar incomunicado porque «un verdugo mata al instante, estar incomunicado mata gradualmente».
Uno de sus invitados en una fiesta, un joven abogado de 25 años, no estaba de acuerdo y dijo: «Vivir bajo cualquier condición es mejor que no vivir en lo absoluto» Enojado, el banquero respondió impulsivamente con una apuesta de dos millones de rubros diciendo que el joven no podía durar cinco años incomunicado.
El abogado estaba tan convencido de su resistencia que anunció que se quedaría 15 años en lugar de cinco. Se hicieron los arreglos, y el joven pasó a un edificio apartado ubicado en el terreno de la gran propiedad del banquero.
No se le permitieron visitas o periódicos. Él podía escribir cartas, pero no recibir ninguna. Había guardias vigilando para asegurarse de que nunca infringiera el acuerdo, pero estaban situados de tal manera que nunca podría ver a otro ser humano desde su ventana Él recibía su comida en silencio a través de una pequeña abertura donde no podía ver a los que le servían.
Todo lo demás que quisiera, libros, ciertas comidas, instrumentos musicales, etc., se le concedía a pedido especial por escrito. Durante el primer año se podía escuchar el piano a casi cualquier hora, y él pidió muchos libros, mayormente novelas otras lecturas sencillas.
Al año siguiente cesó la música y se pi dieron las obras de varios autores clásicos. En el sexto año de aislamiento comenzó a estudiar idiomas y en poco tiempo dominó seis. Después del décimo año de estar incomunicado, el preso se sentó sin moverse en la mesa y levó el Nuevo Testamento.
Después de saturarse con la Biblia durante un año, comenzó a estudiar la historia de la religión y obras de teología La segunda parte de la historia se enfoca en la noche anterior al medio día de la fecha límite en que el abogado ganaría la apuesta. El banquero estaba ahora al final de su carrera.
Sus especulaciones riesgosas e impetuosidad habían socavado gradualmente su negocio.
El que una vez fue un millonario confiado ahora era un banquero de segunda categoría, y le destruiría pagar la apuesta. Enojado por su necedad y celoso del abogado que pronto estaba
por convertirse en rico que ahora sólo tenía 40 años, el viejo banquero decidió matar a su adversario y tendió una trampa para que pareciera que lo hizo el guardia. Se metió al cuarto del hombre, lo encontró durmiendo en la mesa y se dio cuenta de una carta que el abogado le había escrito. La recogió y levó lo siguiente: Mañana a las 12 en punto seré libre… pero antes de dejar esta habitación. encuentro que es necesario decirte unas cuantas palabras. Con una conciencia limpia, y ante Dios, quien me ve, te declaro que rechazo la libertad, vida, salud y todo lo que tus libros llaman las diversiones de este mundo…
Sé que soy más sabio que todos ustedes. Rechazo y desprecio todos tus libros, desprecio todas las bendiciones y sabiduría terrenales. Todo carece de valor y es falso, vacío y engañador como un espejismo.
Puede que seas orgulloso, sabio y hermoso, pero la muerte te barrerá y sacará de la tierra, como sucede con los ratones que viven debajo de tu piso; y tus herederos, tu historia, tu genialidad inmortal se congelará o quemará junto con la destrucción de la tierra. Te has vuelto loco y no estás siguiendo el camino correcto.
Lo falso lo tomas como verdadero, y lo deformado como belleza. Para demostrarte cómo rechazo todo lo que valoras renuncio a los dos millones que una vez me parecieron ser el comienzo de un paraíso para mí, y que ahora rechazo. Para privarme del derecho de recibirlos, dejaré mi prisión cinco horas antes del tiempo asignado, y de esta manera rompo con las condiciones de nuestro pacto.
El banquero leyó la carta, puso el papel en la mesa, besó al extraño hombre dormido, y con lágrimas en los ojos se fue silenciosamente de la casa.
Chekhor escribe: «Nunca antes, ni siquiera después de resistir grandes pérdidas, se había despreciado como lo hizo en ese momento». Sus lágrimas lo mantuvieron despierto el resto de la noche. Y a las siete de la mañana siguiente le informaron los guardias que habían visto al hombre arrastrarse por una ventana, ir a la puerta y luego desaparecer. Algunas personas tienen que aprender a las malas lo que es valioso, y hay otros que nunca aprenden.
Acabamos de aprender a través de varios capítulos lo que es valioso en nuestras oraciones. El modelo de la oración de Jesús en Mateo 6:9-15 nos da el marco en el que podemos establecer nuestra propia práctica de orar.
En los siguientes dos capítulos que quedan, veremos los temas espirituales específicos que deberían ser el centro de nuestras oraciones. Estos temas expandirán y darán forma al modelo que nos dio Jesús.
Para entender esos asuntos vitales, necesitaremos explorar lo que enseñó el apóstol Pablo acerca de ellos. Pablo supo lo que era importante en la vida cristiana. Sus oraciones por los santos son sorprendentes por el trato exclusivo de asuntos espirituales. Una de sus oraciones en particular resalta por su simpleza y profundidad: «Con este fin oramos siempre por vosotros: para que nuestro Dios os haga dignos de su llamamiento y que él cumpla todo buen propósito y toda obra de fe con poder» (2 Tes. 1:l1).
Pablo a menudo enfocó sus oraciones en temas que engrandecerían el beneficio espiritual de los santos. Aquí él tuvo tres deseos para los tesalonicenses: dignidad, cumplimiento y servicio poderoso.
LA FUENTE
Antes de ver esas tres peticiones y sus implicaciones, necesitamos considerar brevemente la fuente de toda bendición espiritual. Pablo sabía que la mayor parte de lo que deseaba sólo lo podía conseguir por medio de la oración.
Él no se fijó en el ingenio humano o algún programa; él se volvió a Dios. Pablo era un pastor fiel que enseñó al pueblo de Dios en todo momento y en cualquier lugar que podía, la importancia de obedecer los mandamientos del Señor.
Pero eso en sí no era suficiente, él tenía que volverse a Dios, el único que podía estimular la obediencia del pueblo. Pablo sabía que Dios descansaría a su pueblo, y ese también fue su deseo. Por lo tanto. él oró por las cosas que Dios quería lograr en su pueblo Si usted quiere orar el uno por el otro, no ore tan solo por las necesidades físicas, convierta en prioridad orar por los temas espirituales importantes de la vida porque son de sumo interés para Dios. Su propósito final es conformarlo a la imagen de Jesucristo.
Las pequeñas pruebas de la vida son importantes en la medida en que revelan su necesidad espiritual más grande. Dios se interesa por la manera en que responde y su actitud hacia los eventos que suceden en su vida.
Para Pablo, y para cualquier cristiano maduro, la oración es un estado mental permanente por el que las promesas y propósitos de Dios, el bienestar espiritual de su pueblo, la propagación de su evangelio y el crecimiento de su iglesia se desean apasionadamente.
Lo que le interesa al Señor debe interesarle a usted si verdaderamente va a glorificarlo en su vida.
LAS PETICIONES
La oración de Pablo por los tesalonicenses contiene tres temas espirituales vitales y dinámicos que son cruciales para todos los creyentes: «Para que nuestro Dios os haga dignos de su llamamiento y que él cumpla todo buen propósito y toda obra de fe con poder» (2 Tes. 1:l1). Dignidad se refiere al carácter espiritual. Debe ser nuestro deseo que el Señor nos convierta en la clase de gente que deberíamos ser.
Cumplimiento se refiere a Dios produciendo en nuestras vidas todo anhelo santo. Y el poder es necesario para que nuestro servicio sea verdaderamente efectivo. Cuando ora por sus seres queridos o por hermanos y hermanas en Cristo, ore por su dignidad, cumplimiento y poder en el servicio.
Cuando estos asuntos son la prioridad de sus oraciones y nuestros modelos de obediencia, Dios será honrado. La primera petición de Pablo es que Dios «os haga dignos de su llamamiento». Esta es una petición amplia que abarca nuestro carácter cristiano. Si decimos pertenecer a Cristo, necesitamos vivir de tal manera que lo honre.
La frase «su llamamiento» es un concepto amplio en el Nuevo Testamento que siempre, en las epístolas, se refiere al llamado efectivo a la salvación que trae como resultado la regeneración. Este no es un llamado al arrepentimiento o a creer. Es un llamamiento que Pablo describe en Romanos: «A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó» (Rom. 8:30).
Aquí, «llamamiento» ocurre en el fluir de la salvación, el «llamamiento» que activa en su momento la elección realizada en el pasado eterno. Es un llamamiento irrevocable (Rom.11:29). En su primera epístola a los tesalonicenses, Pablo habló sobre la importancia de este llamado: «Y os insistíamos en que anduvieseis como es digno de Dios, que os llama a su propio reino y gloria» (1 Tes. 2:12). Lo que Pablo quería decir era muy claro.
Los creyentes han sido llamados a la salvación, a llevar el nombre de cristianos e identificarse como pueblo de Dios. Así que él ora por nosotros para que seamos dignos de llevar el nombre de Cristo. Dignidad en posición Todos nos merecemos la muerte y no nos merecemos la salvación.
Eso era cierto antes de que Dios nos salvara. Por lo tanto podemos concluir que Dios salva al que no es digno y lo convierte en digno. Esa es nuestra posición en Cristo. Así como usted fue declarado justo en la justicia de Cristo, así fue llamado digno a causa de la justicia de él. Usted no se ganó su justicia; tampoco se ganó su dignidad, es toda suya sólo a través del regalo de la gracia de Dios. De manera que usted es digno en su estado posicional delante de Dios.
Dignidad en práctica Es en el sentido práctico que Pablo le pide a Dios que nos haga más dignos. Dios quiere que usted se merezca más el llevar su nombre, y él usará su sufrimiento para alcanzar esa meta: «Esto da muestra evidente del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual también estáis padeciendo» (2 Tes. 1:5).
El sufrimiento que él permite en su vida separa la carne y lo acerca a él. Y eso en última instancia trae madurez espiritual. En 2 Tesalonicenses 1:11 Pablo no se interesa tanto por el proceso que Dios usa, sólo que él sea efectivo en hacernos más dignos.






