Crónicas Bíblicas: Orar Por Los Que No Conocen Al Señor.

Chales Spurgeon relató bien la prioridad que todos los cristianos deben dar a la oración por los que no conocen al Señor: El ganador de almas debe ser un maestro del arte de la oración. Usted no puede traer almas a Dios si usted mismo no va a Dios. Usted debe tomar su hacha guerrera, y sus armas para la batalla, de la armadura de la sagrada comunicación con Cristo.

Si está a solas con Jesús, se le pegará su espíritu; se encenderá con la llama que ardía en su pecho y consumía su vida. Llorará con las lágrimas que cayeron sobre Jerusalén cuando la vio perecer; y si no puede hablar tan elocuentemente como él, aun así habrá en su hablar algo del mismo poder que en él emocionaba los corazones y despertaba las conciencias de los hombres.

Mis queridos oyentes, especialmente ustedes miembros de la iglesia, estoy siempre ansioso de que ninguno de ustedes comience a dormirse sobre sus laureles, y tome a la ligera los asuntos del reino de Dios. Hay algunos de ustedes benditos sean, bendito sea Dios cuando los recuerdo que a tiempo y fuera de tiempo están ansiosos por ganar almas, y ustedes son verdaderamente sabios; pero temo que hay otros cuyas manos son flojas, que están satisfechos dejándome predicar, pero que no predican; que toman estos asientos y ocupan estas bancas, y esperan que le vaya bien a la causa, pero eso es todo lo que hacen ¿Qué cristiano no ora por la salvación de amigos y seres queridos que no conocen al Señor?

Sin embargo, debemos tener una perspectiva más amplia que esa. Las Escrituras respaldan la perspectiva de que todos debemos orar por los que no conocen al Señor en general. La Biblia ofrece varios ejemplos de oración por aquellos que no son salvos. En Números 14:19 Moisés oró: «Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, como lo has perdonado desde Egipto hasta aquí.

El clamó a Dios por el perdón de los israelitas pecadores. Samuel el profeta también oró por la salvación de Israel. En 1 Samuel 7:3-5 leemos: Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel. diciendo: «Si de todo vuestro corazón os volvéis al SEÑOR, quitad de en medio de vosotros los dioses extraños y las Astartes, y preparad vuestro corazón para el SEÑOR. Servidle sólo a él, y él os librará de mano de los filisteos». Entonces los hijos de Isracl quitaron los Baales y las Astartes, y sirvieron sólo al SEÑOR. Y Samuel dio: «Reunid a todo Israel en Mizpa, y vo oraré por vosotros al SEÑOR», Posteriormente en 1 Samuel, después de reprenderlos por su pecado en demandar un rey, dijo: «En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el SEÑOR dejando de rogar por vosotros! Al contrario, os instruiré en el camino bueno y recto» (1 Sam 12:23)

El Nuevo Testamento relata el testimonio de Esteban Aunque lo estaban matando a pedradas, oró lo que llegó a ser una oración por la salvación de sus verdugos: Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu!. Y puesto de rodillas clamó a gran voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado!. Y habiendo dicho esto, durmió» (Hech. 7:59, 60). Pablo tuvo un profundo deseo por la salvación de sus compañeros israelitas. El expresó ese deseo en Romanos 9:1-4: «Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo de que tengo una gran tristeza y continuo dolor en el corazón; porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne. Ellos son israelitas». Esa profunda preocupación se expresó inevitablemente en su costumbre de orar: «Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por Israel es para salvación» (Rom. 10:1).

La Biblia, entonces, expresa claramente lo apropiado adecuado que es orar por los que no conocen al Señor. Además de los ejemplos mencionados anteriormente, la oración evangelistica es la enseñanza expresa de 1 Timoteo 2:1-8.

Estos versículos son polémicos por naturaleza; confrontan un problema en la iglesia efesia. Puesto que Pablo aquí manda a orar por los que no conocen al Señor, podemos concluir que esa oración había bajado de la prioridad que debió haber tenido en Efeso.

Ya que el alcance del llamado del evangelio es universal, Pablo muestra la necesidad de orar por todos los hombres. La meta de la iglesia, como Israel antes de ella, es alcanzar al mundo con la verdad salvadora de Dios.

Israel falló en ser la nación fiel por la cual Dios podría alcanzar al mundo, y la responsabilidad pasó a la iglesia.

Pablo escribe por su preocupación de que la exclusividad que causó que Israel fracasara en su misión no afecte negativamente a la iglesia.

La historia muestra que la iglesia, de hecho, se ha contentado consigo misma y a menudo es negligente en relación a los que no conocen al Señor. La función central de la iglesia en la Tierra es alcanzar a los que no conocen al Señor. Pablo sabía que los efesios nunca

El Nuevo Testamento relata el testimonio de Esteban Aunque lo estaban matando a pedradas, oró lo que llegó a ser una oración por la salvación de sus verdugos: Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu!. Y puesto de rodillas clamó a gran voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado!. Y habiendo dicho esto, durmió» (Hech. 7:59, 60). Pablo tuvo un profundo deseo por la salvación de sus compañeros israelitas.

El expresó ese deseo en Romanos 9:1-4: Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo de que tengo una gran tristeza y continuo dolor en el corazón; porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne.

Ellos son israelitas. Esa profunda preocupación se expresó inevitablemente en su costumbre de orar: «Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por Israel es para salvación» (Rom. 10:1).

La Biblia, entonces, expresa claramente lo apropiado adecuado que es orar por los que no conocen al Señor. Además de los ejemplos mencionados anteriormente, la oración evangelistica es la enseñanza expresa de 1 Timoteo 2:1-8.

Estos versiculos son polémicos por naturaleza; confrontan un problema en la iglesia efesia. Puesto que Pablo aquí manda a orar por los que no conocen al Señor, podemos concluir que esa oración había bajado de la prioridad que debió haber tenido en Efeso.

Ya que el alcance del llamado del evangelio es universal, Pablo muestra la necesidad de orar por todos los hombres. La meta de la iglesia, como Israel antes de ella, es alcanzar al mundo con la verdad salvadora de Dios.

Israel falló en ser la nación fiel por la cual Dios podría alcanzar al mundo, y la responsabilidad pasó a la iglesia. Pablo escribe por su preocupación de que la exclusividad que causó que Israel fracasara en su misión no afecte negativamente a la iglesia. La historia muestra que la iglesia, de hecho, se ha contentado consigo misma y a menudo es negligente en relación a los que no conocen al Señor.

La función central de la iglesia en la Tierra es alcanzar a los que no conocen al Señor. Pablo sabía que los efesios nunca harían eso mientras se mantuviesen en su exclusivismo egoísta.

Para llevar a cabo su misión en el mundo deben comprender la magnitud del llamado del evangelio. Y la primera característica de haber entendido eso es aceptar el llamado evangelístico.

LA NATURALEZA DE LA ORACIÓN EVANGELISTA

Pablo escribe: «Por esto exhorto, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres» (I Tim. 2:1). Aunque los primeros tres términos que usa Pablo son prácticamente sinónimos, existe entre ellos algunos matices sutiles en el significado que enriquecen nuestro concepto de la oración. «Súplicas» se reficre a la oración que surge de un sentido de necesidad. Al saber lo que hace falta, imploramos a Dios para que nos lo provea.

Al ver la inmensa cantidad de gente que no conoce al Señor, lo enorme de la necesidad nos debería impulsar a ponernos de rodillas y orar evangelisticamente.

El puritano inglés del siglo XVII, Richard Baxter escribió: Oh. si ustedes tienen por dentro el corazón de los cristianos o de los hombres, dejen que se incline ansiosamente hacia sus pobres, ignorantes e impíos vecinos.

¡Ay!, apenas hay un paso entre ellos y la muerte y el infierno; muchos cientos de enfermedades están esperando para atacarlos, y si mueren sin regenerarse, estarán perdidos para siempre. ¿Tienen corazones de piedra, que no pueden compadecerse de hombres en un estado como este?

Si no creen en la Palabra de Dios, y el peligro de los pecadores, ¿para qué son cristianos? Si en verdad creen en ella, ¿por qué no se mueven a ayudar a los demás? ¡No les interesa quién está condenado para que sean salvos? Si es así, tienen causa suficiente para compadece a sí mismos, ya que es un estado de ánimo que no concuerda absolutamente con la gracia. Viven ustedes cerca a ellos, se reúnen con ellos en las calles, trabajan con ellos, viajan con ellos, se sientan y hablan con ellos, o no les dicen nada acerca de sus almas o la vida por venir.

Si sus casas se estuvieran quemando,ustedes irían corriendo a ayudarlos; ¡entonces no los ayudarían cuando sus almas están casi quemándose por un fuego del intierno «Oraciones» se refiere simplemente a la oración en general A diferencia de «súplicas», en las Escrituras sólo se usa para referirse a Dios.

Por lo tanto conlleva un elemento único de adoración y reverencia, porque la salvación de los pecadores hace que le den la gloria a él. La palabra griega que se traduce «intercesiones» viene de una raíz que significa «juntarse con alguien». La forma verbal se usa para referirse tanto a la intercesión de Cristo por nosotros como a la del Espíritu (Heb. 7:25; Rom. 8:26). Ellos se identifican con nuestras necesidades y se involucran en nuestras luchas, revelando empatía, conmiseración y compasión.

Orar por los que no conocen al Señor nunca debería ser frio, alejado o impersonal como un defensor público asignado para representar a un acusado. Al comprender las profundidades de su miseria y dolor y su pronta destrucción, debemos clamar a Dios por la salvación de los pecadores.

«Acciones de gracias» es el cuarto elemento de las oraciones evangelísticas. Oramos con un espíritu de gratitud hacia Dios de que se entendió el ofrecimiento del evangelio, de que tenemos el privilegio de alcanzar con el evangelio a los que no conocen al Señor, y de que algunos responden con fe y arrepentimiento.

Estos cuatro matices enriquecen nuestras oraciones al orar eficazmente por los que no conocen al Señor.

Si no están presentes, necesitamos examinar nuestros corazones. ¿Nos damos cuenta completamente de la condición desesperada en la que se encuentran los que no conocen al Señor? ;Realmente queremos ver a Dios glorificado por la salvación de almas Nos identificamos con la realidad convincente de sus almas perdidas para toda la eternidad ¿Estamos agradecidos de que el mensaje del evangelio se extiende a todos y por nuestro privilegio de compartirlo? Si esos componentes están haciendo falta en nuestros corazones, seremos indiferentes. A menudo somos indiferentes sencillamente porque no somos obedientes a estos impulsos.

Debemos ofrecer estas oraciones «por todos los hombres; por los revés y por todos los que están en eminencia» (1 Tim. 2:1,2).

Tal como lo descubrimos en el capítulo anterior, nuestras oraciones con demasiada frecuencia están muy limitadas a las necesidades y deseos personales y rara vez se extienden más allá de los que están en nuestro circulo de amigos y familiares más cercanos. En total contraste, no obstante, Pablo hace un llamado a la oración evangelística «por todos los hombres»

No hay lugar para el egoísmo o la exclusividad. No debemos tratar de limitar el llamado del evangelio o nuestras oraciones evangelistas por los elegidos. Después de todo, no tenemos los medios para saber quiénes son los elegidos basta que responden al llamado del evangelio. Además, se nos dice que Dios desea que todos sean salvos (I Tim. 2:4).

El no quiere la muerte del impío, sino que el impío se aparte de su camino y viva (Eze. 33:11). De modo que la oración por la salvación de los que no conocen al Señor es perfectamente coherente con el corazón de Dios.

Él manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan (Hech. 17:30). Debemos orar para que así lo hagan, y que acepten la salvación que se ha manifestado a todos los hombres (Tito 2:1l). Del grupo universal de «todos los hombres». Pablo señala específicamente a algunos que de otra manera se omitirían en la oración evangelista: «por los reyes y por todos los que están en eminencia». Debido a que los gobernantes antiguos (y modernos) a menudo son tiranos, e incluso irrespetuosos para con el Señor y su pueblo, ellos son objeto de resentimiento y animosidad.

Ellos también están distantes, no son parte de la vida cotidiana de creyentes. De ahí que haya una tendencia a ser indiferentes con ellos.

Descuidarse de ellos es un pecado serio a causa de la autoridad y responsabilidad que tienen los líderes. La orden de Pablo aquí requiere que la asamblea efesia ore por el emperador, quien en ese entonces era el cruel y blasfemo feroz. Nerón Aunque era un vil y perverso perseguidor de la fe, ellos aún debían orar por su redención. Por el bien de sus almas eternas.

Debemos orar para que todos «los reyes y todos los que están en eminencia se arrepientan de sus pecados y crean en el evangelio.

Pablo no nos manda a orar para que saquen a los gobernantes perversos, o aquellos con los que no estamos de acuerdo políticamente. Debemos ser fieles y someternos a nuestro gobierno (Rom. 13:1-5; l Ped. 2:17).

Si la iglesia hoy en día usara el esfuerzo que gasta en maniobrar y ejercer presión política y derramara esa energía en orar intercesoramente, podríamos ver un profundo impacto en nuestras naciones. Muy a menudo olvidamos que «las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Cor.10:4).

La clave para cambiar una nación es la salvación de los pecadores, y eso requiere la oración fiel.

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