Diálogos Entre Ángeles

Parte 1

Por Taylor Caldwell

Es un extracto de su novela «Diálogos con lucifer» para poner en contexto, leeremos una carta que manda Satanás al Arcángel Miguel y en la segunda parte del artículo la contestación que le da el Arcángel a Satanás este no es un articulo de teología, aun cuando se adhiera a las tradiciones judeocristianas y a las Sagradas Escrituras, así como a las antiguas narraciones, tradiciones y religiones modernas .

SALUDOS

A mi hermano Miguel, Arcángel de los Conformistas que no hacen preguntas molestas: ¡Siempre te he amado, querido hermano, a pesar de tu simpleza!

De nuevo, mientras te escribo, veo tus brillantes ojos azules, tu pelo dorado, tu cuerpo alto y atlético, tus brazos poderosos, tu repentina sonrisa, tus manos fuertes, tus pies firmes y tus anchos hombros.

No pienses que me burlo con estas palabras. Las escribo con admiración. Siempre me gustó tu conversación, aunque no fuera notable porque carecía del resto de la especulación y en ocasiones era demasiado solemne. Aun así, muchas veces estabas feliz, y tu risa se oía por todo el Cielo. Pero eres demasiado simple.

Una vez más, y perdida ya la cuenta, me has pedido que tenga piedad de Terra, esa miserable mácula de fango congelado que se arrastra pesadamente alrededor de una infeliz estrella enana de color amarillo, en un rincón olvidado de tu propia galaxia.

Ha habido momentos en los que he pensado si Nuestro Padre no me habrá atormentado deliberadamente al elegir ese pequeño bocado corrupto como escenario de Su Redención universal.

De entre la inconcebible amplitud de Sus miles de millones de mundos El eligió el más aborrecible e insignificante, el más aburrido y opaco, el más estúpido y degenerado. ¿Tendrá eso algún significado? ¿Quién conoce Su Mente? Tú también has hecho esa pregunta.

Por lo tanto, no estoy sumiso y por lo tanto de mi parte no puede haber aceptación, sino incredulidad y afrenta.

Incontables otros mundos han pecado y caído bajo mi tutelaje y tentación, hermosos y vastos mundos de cegadores colores y fabulosos panoramas, y ciudades espléndidas pobladas de hombres que al menos podrían reclamar que tienen un parpadeo de inteligencia.

Pero Él no eligió uno de ellos. Eligió el más vulgar, el más animal, el más lodoso, el más sucio, el más inarticulado, el menos dotado de poesía y comprensión, el más carente de piedad, de fe y de aprendizaje.

Ese asesino de profetas y héroes, ese asesino de Dios Mismo, no merece siquiera que se le llame letrina o escupidero. Él se deleita en la inmundicia, en los pecados más abominables e indecibles, jese pequeño y arrogante chirrido en el canto de la Creación!

Yo he sentido alguna piedad por otros mundos que han caído, porque tenían cierta gloria y esplendor. Pero con Terra sólo siento repugnancia. Mitad desierto, mitad tormenta, mares medio contaminados, montañas medio erosionadas, ¡la vivienda perfecta para la criatura que se levantó sobre sus piernas posteriores y osó llamarse a sí mismo hombre!

Tú también estuviste presente con un ejército de mis hermanos no caídos cuando Dios fue asesinado por el animal que pretende ser humano. (¡Amado Cielo, una bestia tan inferior!)

¿Recuerdas ese día, Miguel? ¡Ah, jamás podrás olvidarlo! Ni yo. Dirás, como lo has dicho antes, que fue la voluntad de Nuestro Padre, y que Su Hijo nació con esa misma intención de la única criatura no maculada por los pecados despreciables de sus congéneres.

Me has dicho que fue una Consumación que El planeó desde el principio del tiempo. Pero la Consumación fue el hacer del hombre su pecado imperdonable. (En eso tú no estás de acuerdo conmigo, aunque no tienes otra explicación.

Vas a decir que no tengo ninguna capacidad de entendimiento, pero siempre fui más sabio que tú, querido hermano.)

¿Habrían consumado otros mundos ese crimen supremo, otros mundos que han caído y que ahora ya han desaparecido? Yo creo que no. Estos, aun cuando eran perversos, se hubieran rebelado contra una Consumación tal, incluso si hubieran considerado a Cristo sólo un hombre, ya que eran hombres.

No hubieran intentado nunca el asesinato y la destrucción del inocente, a pesar de sus tediosas guerras.

El que se manifiesta puro y bueno jamás ha provocado su odio, como lo provoca interminablemente a los hombres de Terra.

Aun cuando los enojara el bueno, ellos reconocían su virtud, y aunque muchas veces lo exiliaron por conveniencia y porque molestaba o interfería con el placer de la vida, no lo torturaron ni lo condenaron a muerte de la manera más infame. Le concedieron honor y lo toleraron porque eran verdaderos hombres, y aceptaban lo que fuera comprensible e irritante.

Pero los hombres de Terra no son hombres en realidad, aunque tú negarías eso. ¿Se da cuenta Nuestro Padre de que en verdad las criaturas de Terra no son hombres por completo, y su deseo era que El los elevara a la hombría? Si así fue, ha fallado dolorosamente.

Aquellos que son hombres en Terra sólo son unos miles y siempre ha sido asi pero se esconden con justificado terror y prudencia de aquellos que presumen llamarse a sí mismos compañeros. Se ocultan en lugares apartados, tras las paredes y en junglas, en los santuarios perdidos y en los desiertos.

Cuando emergen con palabras de amor, piedad y compasión se les recibe con burla o con el inevitable asesinato. ¿No han aprendido? ¿No irán a aprender nunca?

En Terra el hombre que viene con el pan de la piedad y con el pan de la vida es condenado para siempre y un día más, al odio y al asesinato.

Nuestro Padre, a través de las eras de Terra, ha inspirado a los sacerdotes de todas las religiones con el conocimiento secreto y místico de que enviaría a Su Hijo a los hombres para abrir de nuevo las puertas de la vida eterna, las cuales a ustedes mismos les fue ordenado cerrar.

No hubo ninguna religión en todas las eras que no proclamara la venida del Redentor. Los sacerdotes de Babilonia, de Egipto, de Grecia, de Roma, de Persia y de otras aburridas naciones, proclamaron esa Promesa Viviente. (Y así lo hicieron también los sacerdotes en los extintos continentes de atlántida, Lemuria, Mu y Endria.)

Los profetas anunciaron repetidamente la llegada de Dios hecho carne a los hombres. ¿Necesito recordar a ustedes las palabras del profeta Isaías? «De entre nosotros nace un niño. De entre nosotros se nos da un hijo. En Sus hombros sostiene el Gobierno, y Su nombre será llamado Maravilloso, Consejero, Dios Poderoso, el Padre del mundo por venir, el Principe de la Paz.»

De su madre dice la profecía: «¿Quién es ella que se ve como la brillante mañana, bella como la luna, clara como el sol y terrible como un ejército con estandartes?» A los sacerdotes de Kem en Egipto se les dio también la profecía y vistieron la Cruz de la infamia eras antes de que se consumara la vil acción en Judea, y las pirámides fueron inscritas con la Cruz, que fue para la humanidad el signo de Resurrección y vida.

Los griegos tuvieron su altar misterioso al Dios Desconocido y lo esperaban. Los romanos lo entendieron vagamente también, y en los reinos que se extendían más allá del mar y que los hombres todavía no conocían, Dios no negó Su secreto, ni se hizo clandestino sin profecía.

Aun así, cuando vino fue asesinado. Me ha resultado interminablemente divertido escuchar a los hombres desde el día de aquel asesinato, el más infame.

No debimos haberlo matado, si hubiera nacido de entre nosotros y no de entre los judíos declararon con vehemencia; ¡debimos haberlo cuidado y levantado en nuestros hombros y aclamado Hosanna al señor! ;Mentirosos! ¡Mentirosos!

Los hombres de Judea, que habían atestiguado a través de los siglos la misericordia de Dios, le dijeron a Jesús: «;Si los profetas hubieran nacido de entre nosotros, no los hubiéramos matado!» Pero todos los hombres matan a sus profetas y a sus héroes.

No pueden soportar su proximidad, su censura implícita. Si Dios no hubiera nacido de entre los Judíos, Su Nombre aún no sería reconocido entre los hijos de los hombres, porque habría sido borrado.

Pero los Judíos habían acariciado y recordado las profecías del Mesías, y cuando El se presentó entre ellos, miles exclamaron: «¡Bendito es El que viene en el Nombre del Señor! No fue un accidente que haya elegido a sus apóstoles de entre los Judíos, porque sólo ellos estaban consagrados a la profecía y lo reconocían a Él. (;Pero qué ironía fue que Pedro, quien había dicho: «Tú eres el cristo», lo haya negado tres veces!

¿No es eso natural en el hombre?) Yo muchas veces conjeturo: si la ciudad de Israel no hubiera estado oprimida y aterrorizada por Roma.

¿Hubieran cedido a Cristo en forma tan pusilánime a los romanos los sacerdotes de Judea? Si Israel hubiera sido libre, ¿No hubiera levantado gustosamente a su Señor y lo hubiera proclamado a las naciones?

Pero entonces no se hubieran cumplido las profecías de Isaías. Es un gran misterio y yo lo detesté desde un principio. Los caminos de Dios son definitivamente inescrutables y aburridos.

Fueron los judíos los que esparcieron las «buenas nuevas» a los hijos de los hombres: que el Mesías había nacido y había muerto por la salvación de los hombres, de acuerdo con las profecías.

Fueron los judíos quienes durante trescientos años proclamaron las palabras de liberación del mal de mí. Llevaron Su nombre a los griegos y los romanos, a los persas y los egipcios, y murieron en su propia sangre por esas nuevas. Murieron gustosamente; para nada. Porque yo los seguí por todas partes y levanté odio y cinismo entre los escuchas, y escepticismo entre los sabios y los educados, como lo sigo haciendo hoy. Yo susurré ¡Insensatos! a las multitudes, y éstas rieron de los Judíos y los golpearon, como los habían golpeado en Egipto, Persia, Siria y Babilonia, sí, y a otros profetas en la Atlántida, Lemuria, Mu y Endria, hasta el día en que Nuestro Padre los hundió bajo las aguas en el gran Diluvio.

Y en Terra hoy en día, ¡donde se anuncia con susurros, risas y celebraciones “ Dios está muerto!, encuentro mi recompensa final. Tú siempre me has preguntado por qué hago esto. No lo hago por el odio hacia Nuestro Padre, a Quien amo.

Lo hago para probarle a El que estuvo equivocado desde el principio y que debe borrar para siempre Su memoria de entre la manada que se atreve a llamarse hombre a sí misma. ¿Debe compartir una bestia en la fiesta del Santo de los Santos?

Es una profanación. ¡Debe cesar el pisoteo en el Templo! El asno, el búho y las serpientes no deben ya conocer el Templo.

Yo no descansaré hasta que esto se logre. No descansaré hasta que destruya Terra, y muera en su propio fuego y sangre porque ha blasfemado a Dios por demasiado tiempo.

Le he dado a Terra la fórmula para su muerte, como he dado fórmulas similares a los hombres de otros mundos. Tú no te alegrarás conmigo de que este abatir de Dios, Profetas y héroes quede atrapado en el torbellino de las llamas según la profecía del profeta Joel, Porque no compartes conmigo mi aborrecimiento hacia la humanidad, dondequiera que se haya manifestado a sí misma, en cualquiera de los universos.

Los mundos y los soles fueron creados para los ángeles, y no para animales que apestan a estiércol, sudor, vicio, entrañas y vejigas y enfermedad, y todas las vilezas.

De nuevo prometo que no cederé hasta que este insulto contra Dios sea purgado con la muerte universal y hasta que la provincia de las galaxia pertenezca solamente a los ángeles. Si Dios no lo hace, lo haré yo.

Tu hermano. LUCIFER

El bellísimo poema
escocés

Para despedir a
un ser querido
Puedes llorar porque se ha ido,o puedes
sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva,
o puedes abrirlos y ver todo lo que ha
dejado;
tu corazón puede estar vació
porque no lo puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacío y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a él le gustaría:
Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

Créditos Autor.

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