
Por Ps Santiago Moya
Aferrándonos a Dios en nuestros momentos oscuros.
En Mateo 14:25-31, vemos a Pedro enfrentando una situación de miedo, duda y enojo, mientras está en la barca con los demás discípulos.
La tormenta se desata y en medio de la oscuridad, ven a Jesús caminando sobre el agua hacia ellos. Pedro, lleno de valentía y fe, le pide a Jesús que lo llame para caminar hacia Él sobre las aguas.
A pesar de su valentía inicial, Pedro comienza a dudar cuando siente el viento fuerte y las olas a su alrededor. En ese momento, comienza a hundirse en el agua y clama a Jesús para que lo salve. Jesús, en su infinita misericordia, extiende su mano y rescata a Pedro, demostrando su poder sobre las circunstancias adversas.
Cuantos de nosotros nos hemos encontrado, en esa misma situación, donde la barca de nuestra vida es golpeada y sacudida por tormentas, problemas y situaciones difíciles, donde somos abrumados y nos llenamos de temor duda y enojo por la impotencia que viene sobre nosotros.
Momentos donde nuestra fe es retada, cuestionada, donde la suma de las circunstancias en nuestra contra, simplemente son demasiadas y con cada paso que tomamos simplemente nos hundimos.
Ahí al final de nosotros, de nuestras fuerzas, es donde Jesús, en medio de la incertidumbre, enfermedad y oscuridad nos recuerda que siempre está presente.
Este pasaje nos enseña que, aunque enfrentemos momentos de miedo, duda y enojo en nuestra vida, Jesús siempre está presente para extendernos su mano y rescatarnos.
Él nunca nos dejará solos en medio de las tormentas, sino que estará a nuestro lado para guiarnos y fortalecernos.
Yo puedo imaginarme como Pedro, después de ser rescatado por Jesús, se sujetó fuertemente de Jesús, mientras le decía una y otra vez no me dejes ir, no me sueltes por favor, nosotros también debemos aferrarnos a Él en medio de nuestras pruebas y dificultades.
Debemos clamar a Jesús con fe, pidiéndole que no nos deje ir, que no nos suelte de su mano protectora.
En los procesos que atravesamos en la vida, Jesús está con nosotros, sosteniéndonos y fortaleciéndonos. Él nos promete que nunca nos abandonará, que siempre estará a nuestro lado para guiarnos y protegernos.
Mientras clamemos a Él con fe y confianza, podemos estar seguros de que nunca nos dejará ir.
Que este pasaje nos recuerde que, en medio de las tormentas de la vida, Jesús está con nosotros, extendiéndonos su mano para rescatarnos y sosteniéndonos con su amor inquebrantable.
Aferrémonos a Él con fe y confianza, sabiendo que nunca nos dejará ir, mientras clamemos.
No me dejes ir ……….


AMADO DIOS
De infinito amor y bondad, hoy me presento ante Ti para darte gracias por este día que comienza. Por favor llena mi vida y la vida de mi familia con tu presencia, manifiesta tu grandeza en cada uno de nosotros y llévate toda ansiedad, todo miedo y toda angustia.
Señor, permite que este sea un día de victoria en tu nombre, bendice cada paso que damos, bendice a nuestros amigos y también a nuestras naciones.
Amado Dios, Tú mejor que nadie conoces mi vida, mi corazón, mis esperanzas y mis anhelos. Te pido que seas tomando mi mano, que me guíes por caminos seguros de dicha y prosperidad y que me ayudes a alcanzar mis metas. Por favor cúbreme con tu hermoso manto y llévame con bien a donde quiera que yo vaya.
Y si en algún momento se llegase a presentar alguna dificultad… mi fe, mi fuerza y mi esperanza seguirán intactas, porque sé que Tú estás a cada momento conmigo y me proteges con amor, dándome la posibilidad de crecer y ser mejor cada día para servir, crear y compartir.
Señor, te pido que llenes nuestros corazones con amor y bondad, para poder ser útiles a tu obra. Permite que nuestras manos siempre estén listas para ayudar al hermano que lo necesita y que con nuestros actos pintemos cada día de los colores del amor y lo adornemos con acciones de afecto y ternura.
Amado Dios, pongo en tus manos este nuevo día. Tú sabes lo que es mejor para mi vida, por eso confío en Ti y acepto cada uno de tus planes y designios. Te pido un día lleno de bendiciones, pues siento tu presencia en mi vida y donde Tú estás nunca ha de faltar absolutamente nada. Te amo Señor, gracias por escuchar mi oración.
En Nombre de Jesús.Amén.
Por Ma.Guanuajuato González Castañales.









