Normalmente cuando pasamos por situaciones complicadas solemos olvidar lo que Dios ha hecho en otro tiempo, olvidamos sus milagros y favores. Y nos concentramos en el problema.

No se acordaron de Su poder ni de cómo los rescató de sus enemigos. No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto ni sus maravillas en la llanura de Zoán.
Salmo 78: 42-43 NTV
En este Salmo Dios está reprochando a su pueblo como olvidaron lo que El hizo en tiempos pasados, olvidaron Su poder, Su bondad y Su fidelidad.
En el Antiguo testamento diferentes personas cada vez que llegaban a algún lugar o tenían un logro levanta un altar.
Un altar era un lugar de bendición y de promesa.
El primer altar lo hizo Noé después que él y su familia sobrevivieron el diluvio.
Abraham donde quiera que llegaba levantaba altar para adorar a Dios y agradecer por el trayecto que había recorrido con éxito.
Esta instrucción Dios se la da a Su pueblo“RECUERDEN”
Constrúyanme un altar donde yo determine que recuerden mi Nombre y allí me presentaré ante ustedes y los bendeciré.
Éxodo 20:24b NTV
Cuando el pueblo de Israel por fin cruzó el Rio Jordán para llegar a la tierra prometida, Josué erigió doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca (Josué 4:9)
Estas doce piedras que representan las doce tribus de Israel en su vida por el desierto, el cuidado que Dios tuvo de ellos y la promesa de que Él había cumplido con darles la tierra prometida.
Actualmente para nosotros esas piedras son los testimonios que tenemos que recordar de lo que Dios ha hecho en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra salud y en nuestra economía.
Quizá una de esas piedras es la casa donde vives, o la enfermedad de la que Dios te sanó.
Hay valor en recordar porque esto nos mantendrá alineados. Israel por olvidar, lo que Dios había hecho y les había prometido, hicieron dioses falsos. Y eso mismo nos puede pasar a nosotros.
Si nuestra mente no está llena de lo que Dios hizo, se llenará de otras cosas.
Recordar nos mantendrá en agradecimiento y además nos ayudará a enseñarles a nuestras generaciones.
No les ocultemos estas verdades a nuestros hijos, a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor, de Su poder y de sus imponentes maravillas.
Salmo 78:4,7 NTV
De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios y no olvidara sus gloriosos milagros, sino que obedeciera sus mandamientos.
Esas verdades, estas piedras, son nuestros testimonios que tenemos que tener presentes, recordarlos y trasmitirlos especialmente a nuestros hijos y nuestras generaciones.
Hay valor en recordar porque nos mantendrá en agradecimiento.


AMADO DIOS
Señor mío y Dios mío, con los primeros rayos de este amanecer que marcan el inicio de un nuevo día, yo me presento ante Ti para darte gracias por haber cuidado de mí, de mi familia y de nuestro hogar en la noche que ya pasó y por ser Tú con nosotros apoyándonos, guiándonos y dándonos constantemente todo tu amor y tu sublime bendición.
Gracias Padre por tu compañía, por el techo que nos protege, por los alimentos que hay en nuestra despensa y por la ilusión de empezar este nuevo día bajo tus cuidados.
Creer en Ti es nuestra mayor fortaleza, por eso en esta mañana te entregamos nuestras vidas de manera confiada y te suplicamos que seas Tú orientándonos en todas nuestras actividades, en el hogar, en el estudio, en nuestros trabajos y en todos nuestros emprendimientos.
Por favor mira nuestro corazón, nuestros temores y necesidades; danos la sabiduría que necesitamos para salir adelante, cúbrenos siempre con tu precioso manto y mantennos a salvo del peligro, de la injusticia, del enemigo malvado y de todo mal.
Ayúdanos a superar la carestía, la enfermedad y toda carga pesada; por favor encamina nuestros pasos por senderos buenos en alegría, bienestar, prosperidad y concédenos la dicha de alcanzar nuestras ilusiones y más grandes anhelos.
De mi parte, me comprometo a vivir conforme lo dicta tu palabra, a cambiar las críticas por reconocimientos, el enojo por la tolerancia, el orgullo por humildad y la indolencia por interés hacia el prójimo, para ayudar a los demás y así poder ser un humilde eslabón de tu obra.
Amado Dios, muchas gracias por este nuevo jueves que me regalas. Aunque no lo tengo todo, nada me falta, pues Tú Señor me das siempre todo y más de lo que necesito y de tu mano vendrán hermosos días de salud, provisión, propósito, éxito y bienestar.
En Cristo Jesús. Amén.
Por Ma. Guanajuato González Castañales.












