¿ Qué Es Un Pacto ?

Hoy la actualidad más candente se resume en una palabra muy antigua: pacto. Viene del latín pactum y significa “acuerdo, algo trabado y establecido.” De la misma raíz desciende la palabra “paz”.

Y es que, para los romanos, la política consistía en trenzar acuerdos cotidianamente, en un perpetuo esfuerzo por apaciguar las discrepancias.

Todas las magistraturas de la antigua Roma eran colectivas; cada cargo recaía en varios colegas (generalmente en número par: dos, seis o diez) que compartían las mismas funciones y tenían derecho de veto.

Por tanto, los magistrados actuaban bajo la amenaza constante de ser paralizados por el veto de sus iguales. Hoy nos sorprende imaginar dos presidentes del gobierno elegidos por separado y en pie de igualdad, obligados a colaborar a cada paso. Y sin embargo, así ejercieron su poder los antiguos cónsules, que alcanzaban la cumbre del mando de dos en dos, condenados a entenderse.

El sistema de la República romana estaba construido sobre la idea obsesiva de evitar el personalismo.

Roma había conocido una larga monarquía y quería impedir que un individuo carismático gobernase sin cortapisas.

Para protegerse de ese peligro, renovaban cada año a todos los magistrados sin permitir la reelección.

Quizá la reflexión política más profunda que nos han legado los romanos es la necesidad de ejercer el control desde el mismo poder. Para conseguirlo, fijaron límites y educaron a sus políticos en la forja del acuerdo. Entendieron que, en un delicado equilibrio entre la vigilancia mutua y la colaboración, está la pauta de los pactos

Viviré hoy como si fuera el último día de mi existencia.

¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Por qué arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la arena del mañana correr por el reloj antes que la de hoy? ¿Nacerá el sol dos veces esta mañana? ¿Puedo realizar las tareas del mañana mientras me hallo en la senda del hoy? ¿Puedo poner el oro del mañana en la bolsa del hoy? ¿Puede el niño del mañana nacer hoy? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿Debo preocuparme de acontecimientos que quizá nunca contemple? ¿Debo atormentarme con problemas que tal vez nunca ocurran?

¡No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él. Viviré este día de mi existencia.

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