Las crisis y los problemas en el matrimonio no siempre son culpa exclusiva del hombre. También hay mujeres que no cuidan, no valoran, no respetan y que también tricionan.

Igual hay muchas que ellas mismas crean un ambiente hostil, insoportable y donde todo se convierte en un campo de guerra.
Existen mujeres que también destruyen poco a poco con sus propias manos su matrimonio y su familia.
Podemos observar las diferentes formas en que las mujeres pueden destruir sus propias familias:
Con sus palabras: Cuando una mujer solo tiene palabras negativas y destructivas para su esposo, incluso para sus hijos. Cuando compara a su esposo con otros hombres, cuando lo desanima, cuando lo critica, cuando lo pone mal ante los demás, etc.
Con sus desplantes: Cuando la mujer no agradece y no valora lo que financieramente está al alcance de su esposo. Cuando desprecia lo que quizás con sacrificio su esposo le puede dar. Cuando vive para señalar sus errores. Cuando constantemente se queja y provoca pleitos por todo, cuando lo trata mal, etc.
Con su poco afecto: Cuando una mujer tiene mucha más empatía con sus padres, hermanos, familiares o amistades atendiéndoles con mayor entusiasmo. Cuando a su esposo no le muestra ningún acto de servicio, ni de afecto. Cuando no lo honra ni lo atiende. Cuando su esposo la busca en la intimidad y lo rechaza, etc.
Con su carácter explosivo: Existen mujeres explosivas, con celos impulsivos, enfermizos y con deseos incontrolables de posesión y manipulación. Mujeres que gastan el dinero en cosas innecesarias en lugar de ayudar financieramente a progresar a su esposo. Cuando constantemente pasan factura por situaciones del pasado, etc.
Con su orgullo y egoísmo: Cuando a la mujer le cuesta trabajo reconocer sus errores y fallas. Cuando sólo exigen y destacan que el que debe cambiar es el esposo. Cuando están convencidas de que ellas son las que están bien y que no necesitan cambiar. Cuando sólo ellas quieren recibir atención y que llenen sus necesidades. Cuando no están dispuestas a sacrificar, luchar, esforzarse y trabajar por el bienestar de su matrimonio. Mujeres que les prohíben a sus esposos visitar a sus padres y menos aún, ayudarles económicamente, etc.
Un matrimonio estable necesita un hombre sabio que aprenda a amar, respetar y cuidar a su esposa; pero también es igual de importante que la mujer sea sabia, que sea la ayuda idónea y que esté dispuesta a asumir, con la mejor actitud, que puede mejorar como esposa. Que constantemente busque ayudar y apoyar a su esposo.
La mujer debe llenar su hogar con palabras de afirmación, que confíe en su esposo y que disfrute y celebre sus logros aunque sean pequeños. Que tenga el consejo oportuno para dárselo. Que cuide la economía de su hogar.
Que la mujer ore más por su esposo, y lo critique menos, y que de manera regular le diga: «Tú eres el mejor hombre con el que Dios me pudo bendecir».
Un matrimonio es de dos, y existen casos en los que no siempre el culpable de que todas las cosas estén mal es el hombre. Hay cosas donde la mujer es responsable de que no funcione el matrimonio.
Ambos tienen que trabajar, los dos tienen que cambiar y esforzarse por ser mejor cónyuge para su pareja.
La mujer debe desear ser más sabia y evitar todas las fallas que puedan surgir. Querer cambiar y ser esa ayuda idónea, esa mujer virtuosa y sabia que edifique su hogar y que esté dispuesta a crear un ambiente de amor e integridad en su familia.
El matrimonio necesita de dos personas comprometidas con Dios y comprometidas el uno con el otro, en un acto de amor, respeto y lealtad mutuo.


AMADO DIOS
Qué hermoso es despertar en la mañana, sentir tu maravillosa presencia y poderte dar gracias. Gracias Señor por tus cuidados, por toda tu bondad y por ser mi mejor amigo. Gracias por cubrirme con tu amor y darme fuerzas para seguir adelante, aun en medio de todas mis ansiedades y mis angustias.
Padre celestial, gracias también te doy por mi hogar, por mi familia, por el techo que cobijó nuestro sueño y por los alimentos que Tú pones en nuestra mesa. Nuestra vida es feliz y dichosa gracias a Ti y tus hermosas bendiciones, por favor nunca te alejes de nuestra senda, pues cada instante que pasa te necesitamos más y más.
Amado Dios, en este nuevo día daré lo mejor de mí y pondré toda mi voluntad y esfuerzo en cada cosa que haga; te pido que tomes mi mano y me ayudes a avanzar, pues si Tú estás conmigo de nada habré de temer y todos mis propósitos podrán ser una hermosa realidad.
En esta oración también te pido por mi familia y por todas las personas que amo. Tú conoces por todas las cosas que estamos pasando y Tú mejor que nadie conoces nuestros sueños, nuestros planes, también nuestros dolores y nuestras tristezas.
Por favor escucha nuestras súplicas, ilumínanos con tu luz y concédenos los milagros por los cuales tanto hemos clamado.
Por favor danos salud, alimento, trabajo, esperanza, fe y ayúdanos a salir adelante aun en medio de las adversidades, pues si Tú estás con nosotros, ningún obstáculo, por difícil que parezca nos podrá detener.
Amado Dios, por favor guía mi vida en este nuevo día. Dame sabiduría y repara mis fuerzas, consuélame si estoy triste, por favor tómame de la mano y guíame por sendas de dicha, bendición, alegría y prosperidad.
En El Nombre De Cristo. Amén.
Por Ma. Guanajuato González Castañales.












