Le preguntaron al Maestro cuál era la diferencia entre la química y la alquimia en las relaciones de pareja y contesto estas hermosas y sabias palabras:

💥 Las personas que buscan «Química» son científicos del amor, es decir, están acostumbrados a la acción y a la reacción.
Las personas que encuentran la «Alquimia» son artistas del amor, crean constantemente nuevas formas de amar.
Los Químicos aman por necesidad.
Los Alquimistas por elección.
La Química muere con el tiempo,
La Alquimia nace a través del tiempo…
La Química ama el envase.
La Alquimia disfruta del contenido.
La Química sucede.
La Alquimia se construye.
Todos buscan Química, solo algunos encuentran la Alquimia.
La Alquimia integra y se transforma en una relación de individuos libre y con alas propias, y no en una atracción que está sujeta a los caprichos del ego.
En conclusión, dijo el Maestro mirando a sus alumnos:
La Alquimia reúne lo que la Química separa.
La Alquimia es el matrimonio real, la Química el divorcio que vemos todos los días en la mayoría de las parejas.
Comencemos a construir relaciones conscientes, pues la química siempre nos hará envejecer el cuerpo, mientras la alquimia siempre nos acariciará desde adentro
Créditos Autor

Mel Gibs

Cuando hablamos de belleza, entramos en el resbaladizo terreno de los deseos y los sueños, y en los dominios del tiempo. La gente siempre quiere gustar, pero los rasgos que resultan atractivos cambian sin cesar, en una oscilación permanente. Sorprende comprobar que los rostros y los cuerpos admirados en otros siglos, hoy pasarían desapercibidos. ¿Hay alguna explicación para este caprichoso vaivén de los gustos?
La percepción de belleza parece estar unida al éxito, a la dificultad y a la riqueza. Si algo tenemos en común, es la búsqueda de lo exclusivo. En la Antigüedad, la literatura satírica se reía de la delgadez porque sugería pobreza y falta de medios para comer mucho. Por aquel entonces, eran gordos —y estaban orgullosos de serlo— los ricos. El poeta Marcial dejó claras sus preferencias estéticas en un epigrama: “No quiero tener una amiga delgada, cuyos brazos puedo rodear con mis anillos, que me raspe con su rabadilla desnuda y me pinche con su rodilla y a la que le sobresalga en la espalda una sierra”.
Hoy, en un mundo donde abunda la comida barata y calórica, la delgadez exige esfuerzo, dinero y tiempo libre para cuidar el cuerpo. Por eso, se ha convertido en el nuevo canon, y la belleza sigue siendo tan difícil de alcanzar como siempre. Y es que todos deseamos ser lo más atractivos posible, pero, al mismo tiempo, idealizamos lo imposible.
Milenio








