¿ ES POSIBLE DEFINIR EL PODER DE DIOS ?

Jehová, cuya existencia data de antes de todos los tiempos, Jehová el alfa y omega, Jehová el principio y el fin, mostró con la resurrección de Jesús su PODER y con su poder su SUPREMACÍA divina.

Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

Is. 43:13

Previo a este acto cúspide de la Resurrección, en la narrativa bíblica se leen pasajes que muestran la magnitud del poder de Dios como lo son la Creación misma; el Gran diluvio; la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud egipcia,  en cuyo exilio fue cuidado con alimento divino, y liberado por un camino firme en medio del mar rojo en pos de la tierra prometida. 

Otro ejemplo: la destrucción de Babilonia, origen del pecado y causa de perdición del pueblo israelita, esclavo entonces del pecado. Por citar solo algunos registros en los que se manifiesta el enorme Poder de Dios mediante milagros inusitados que prepararon la expectativa del suceso más emblemático de su poder para la humanidad: La Resurrección de Jesús y con ella la victoria sobre la muerte; la reconciliación del cielo con la tierra; y la liberación del pueblo de Dios del pecado: la salvación.

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

Is. 40:12

El Poder de Dios es absoluto, ilimitado, infinito, no puede ser medido y resulta incomprensible para la mente humana, pero puede ser reconocido, experimentado, y replicado. El poder de Dios “es el sello distintivo de su reino”; muestra su autoridad, dominio, potestad, imperio. Y este acto insólito de la resurrección posibilitó el triunfo sobre las potestades de las tinieblas, el mal fue destruido; la enfermedad erradicada al igual que la pobreza; y la salvación conquistada por el perdón de los pecados.

Jesús estableció una iglesia fuerte y heredó a los cristianos los atributos de Dios, su carácter y fortaleza, su sabiduría, su paz divina, su Poder a través del Espíritu Santo y su amor ágape, incondicional, absoluto hacia nosotros sus hijos. Vemos que cada acto de poder lleva implícito el gran amor de Dios. En el exilio los israelitas no sólo recibieron alimento del cielo: el maná, para su cuidado físico

(…)Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.

Ex.13:21

También alimentó su espíritu por el camino largo en el desierto del Mar Rojo, para ser probada más severamente su fe y fortalecido su espíritu.

Ese es el amor de Dios y el cuidado que tiene de sus hijos: Dice su palabra …el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Jn.8:12

Por qué entonces los cristianos nos refugiamos solo en el amor de Jehová nuestro Dios en situaciones que nos vulneran en el diario vivir o en el desierto de circunstancias adversas, aflicciones corporales o duelo si sabemos del Poder que nos fue heredado para someter lo demoníaco, la oscuridad, el mal, dominar la enfermedad, y alcanzar la prosperidad financiera. No olvidemos que con la muerte en la cruz de Cristo Jesús no solo fuimos sanados, también fue desterrada de nuestra vida la pobreza.

Dios  no nos deja en  ninguna circunstancia. Eso lo tenemos bien sabido. Se trata de nosotros, tenemos que dar el primer paso, aprender a enfrentar la batalla y ganarla declarando la voluntad de Dios, porque las batallas no se ganan con la boca cerrada y porque el Poder del Padre también está en su palabra. Debemos mostrar la victoria del PODER de Dios al mundo, porque para Él nada es imposible. Un cáncer en etapa terminal para el Creador es lo mismo que una gripe. Él no mide las cosas con la regla que nosotros medimos. Él es sabio.

Él es TODOPODEROSO, a veces se nos olvida de quién somos hijos. Debemos apostar toda nuestra fe en Dios; dejar de lado nuestro análisis racional; arriesgar lo terrenal y poner en sus manos aquello que no está en nuestras fuerzas resolver para ser testigos de todo su poder en nuestras vidas.

Dejemos de vivir un cristianismo meramente terrenal, carnal, intelectual. No somos solo carne, somos Espíritu, y este atributo divino que nos vincula estrechamente con el Padre, hay que fortalecerlo para mostrar al mundo a través de él que los milagros AÚN suceden por el inmenso PODER de DIOS.

Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? (Is. 43:13).

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James SmithTraducido por Calvin GeorgeLos israelitas guiados por la columna de nube y de fuego

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