HUMILDAD

La humildad es un referente de espiritualidad y de purificación del alma, es también una expresión de la inteligencia y es la virtud suprema en el cristianismo.

¿Cómo se conecta la humildad con lo espiritual? 

Debemos partir del reconocimiento de que la existencia misma nos fue dada, es un regalo de Dios, nos constituyó en seres humanos,  en entes sociales. Y en este rasgo distintivo es donde se funda el ejercicio de humildad en el cristianismo:

 “ceñíos todos de humildad para servirse los unos a los otros».

William Robertson Nicoll, ministro escosés de la iglesia libre, periodista y editor nos dice: “Esta idea de humildad general era completamente desconocida para el mundo antes de la venida de Cristo. La palabra, por tanto, es una, acuñada para uso cristiano: humildad de espíritu, un marco en el que cada uno considera a los demás mejores que él mismo”. 

La humildad es una virtud con la que nacen algunas personas, forma parte de su personalidad innata. Si no es tu caso, permíteme decirte que la humildad se puede cultivar desarrollando esta cualidad con esfuerzo y dedicación, y en ese proceso intentar alcanzar la purificación del alma.

Vístete de humildad 

Primero, partiendo del conocimiento de la superioridad y divinidad de Dios. Luego, poniendo “toda tu ansiedad sobre Él, porque Él se preocupa por ti». Cuando los hombres hagan esto, habrá llegado el momento oportuno. Hasta que se alcance esta etapa, no puede haber verdadera humildad, [pues] son egocéntricos, miran con desprecio al resto del mundo y olvidan su dependencia de Dios. 

«El orgullo humano es el que no puede rebajarse a deberlo todo a Dios; falta de fe, también, tanto en el poder divino como en el amor divino”. (Nicolle).

Algunos rasgos característicos de las personas humildes son: aceptar y reconocer las cualidades propias sin destacar los éxitos ni ostentarse por ello frente a los demás. Una persona humilde reconoce sus limitaciones, debilidades y errores y trata de reparar el daño si lo cometió. Es agradecido, comparte sus conocimientos, lo  mismo que sus alegrías y penas.

La humildad es una cualidad opuesta a la soberbia y a la arrogancia. El egocentrismo, el apetito de poder, el enfoque en el beneficio personal, el deseo de posesiones materiales y de colocarse por encima de los demás son contrarios a la humildad; erradicarlos purifica el alma. La persona humilde expresa lo colectivo, no lo personal. 

Simone Weil, filósofa francesa, dice que todo aquello que nos genera orgullo es ilusorio e impermanente. «Tomar consciencia de esta mentira es la virtud de la humildad, es la desnudez del espíritu que nos hace transparentes y receptivos a la gracia, a los dones espirituales con los cuales se trasciende lo mundano”. 

Asimismo expresa que la inteligencia está asociada a la humildad porque el conocimiento a decir de ella,  depende de la atención, de la capacidad de escucha para recibir la luz del conocimiento. “La humildad es siempre atenta, es una forma de amor o compasión que te hace enteramente disponible al otro”. Las personas humildes suelen escuchar más, estar atentos y hablar menos, lo que les permite aprender  y adaptarse mejor a sus entornos.

Asegura que “son pocas las personas capaces de poner atención a los afligidos, a los que viven en la miseria o el infortunio. Y estas personas, lo que más necesitan es atención, una atención que no juzga y no busca sacar provecho. Otra de sus definiciones de humildad es: «la humildad es amor, que no repara en sí mismo».

El más grande ejemplo de enseñanza sobre la humildad cristiana lo encontramos en el siguiente pasaje en el que Jesús de Nazareth estando en la cena de pascua

Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 

Juan 13:4-5

Lavarle los pies a alguien en esa época era un servicio más propio de los siervos o esclavos. 

Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 

Juan 13:6-8

“La primera condición del discipulado es rendirse. Por lo que le advierte que no tendrá parte con Él no solo en la cena sino en el sentido más profundo de comunión mística; y en este acto de lavamiento de pies Jesús pone a prueba el verdadero orgullo y la pretendida humildad de Pedro mediante este símbolo de comunión”.

Para ser hijos de Dios debemos rendirnos, acabar con nuestro orgullo, reconocer la supremacía de Dios, su divinidad, obedeciendo y permitiendo que nos lave espiritualmente, para ser limpios de nuestros pecados y poder entonces tener comunión con Él y formar parte de su reino. 

Este pasaje es en sí mismo una enseñanza de humildad del Maestro, SÍ para sus discípulos en esa cena en la que había celos entre ellos y soberbia, pero se aplica a las relaciones actuales entre cristianos. 

Vale destacar  las primeras palabras del Señor en su sermón del Monte para los humildes: Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino del cielo. Nos está diciendo que el humilde tiene garantizado el reino, de ellos Es no será, Es. El favor de Dios para los humildes es hoy por hoy un regalo presente.

Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes

Sgo.4:6


Fuentes consultadas:

https://www.bibliaplus.org/es/commentaries/73/comentario-biblico-del-expositor-nicoll/1-pedro/5/5-7#google_vignettehttps://culturainquieta.com/estimulante/que-es-la-humildad-y-por-que-es-la-maxima-virtud-segun-simone-weil/

20 Ejemplos dehttps://www.ejemplos.co/20-ejemplos-de-humildad/  

Henry, Matthew, Biblia de Estudio. Ampliada con relevantes autores evangélicos de  todos los tiempos.

AMADO DIOS

En esta mañana me acerco hasta Ti, con un corazón devoto y esperanzado, para darte gracias por regalarme este nuevo día.

Gracias por permitirme despertar con vida, con ilusión y con mi espíritu dispuesto a recibir tu amor. Hoy me acerco a Ti con humildad, pero también con fe, con la certeza de que si Tú estás conmigo, nada me faltará.

Te pido, Señor, que este día esté lleno de paz. Esa paz que solo Tú sabes dar, esa paz que calma tormentas internas, que disuelve el miedo y que llena de serenidad cada rincón del alma. Permíteme caminar con tranquilidad, tomar decisiones desde la calma y vivir este día con el corazón en armonía.

Derrama sobre mí tu felicidad, Dios bueno. Que pueda sonreír con gratitud, que encuentre belleza en los detalles simples y que cada momento del día me acerque más a tu presencia. Líbrame de todo pensamiento negativo, y si surge alguna tristeza, recuérdame que Tú estás conmigo y nunca me abandonarás.

Padre Celestial, en esta oración también elevo mi intención por mi hogar y mi familia. Por favor fortalece nuestros cuerpos, bendice nuestras mentes y llénanos de energía para cumplir con nuestros deberes y avanzar con entusiasmo hacia nuestras metas. Que todo lo que hagamos hoy sea fructífero, lleno de propósito y guiado por tu sabiduría.

Y sobre todo, Dios mío, no me dejes solo. Acompáñame en cada paso. Sé mi guía, mi escudo, mi luz y mi refugio. Sana mis heridas, salva mis pensamientos de la desesperanza, y prospera mi vida en todos los sentidos: espiritual, emocional y material. Que este día sea una prueba viva de que, cuando Tú estás presente, todo es posible.

Amado Dios, gracias por tu amor, por tu fidelidad y por bendecirme más de lo que merezco. Sé que en tu compañía, hoy será un día maravilloso de prosperidad, bienestar, felicidad y grandes milagros.

En el nombre de Jesús. Amén.

Por Ma. Guanajuato González Castañales.

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Estela Jiménez Durán

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