Probar el sabor amargo de algún alimento nos resulta desagradable, tan desagradable que al probar otro bocado puede demorar en irse ese sabor y provocar que hasta dejemos de comer, en su momento es bastante incómodo, pero lo bueno es que afortunadamente este sabor es momentáneo, no es así cuando nos referimos a la amargura de nuestro corazón, porque este sentimiento si causa estragos, como la frustración, el resentimiento, enojo, tristeza, que viene del haber sufrido alguna desilusión o injusticia hacia nosotros y que no tuvimos la disposición del corazón para perdonar.

La amargura es peligrosa, la Palabra de Dios nos dice que es venenosa y que se va expandiendo por nuestro corazón hasta afectarnos en todas las áreas de nuestra vida.
La Biblia nos enseña que debemos huir de ella, en el SALMO 73:21-22: dice ;
SE LLENO DE AMARGURA MI ALMA Y EN MI CORAZÓN SENTÍA PUNZADAS, TAN TORPE ERA YO QUE NO ENTENDÍA, ERA COMO UNA BESTIA DELANTE DE TI.
Aquí el salmista dice que sentía punzadas en su interior y que la amargura afectó su entendimiento, porque la amargura nos nubla y nos corrompe por dentro.
El problema de la amargura, es que no solo nos afecta a nosotros, sino que también a todos los que nos rodean.
MIRAD BIEN NO SEA QUÉ ALGUNO DEJE DE ALCANZAR LA GRACIA DE DIOS QUE BROTANDO ALGUNA RAÍZ DE AMARGURA, OS ESTORBE Y POR ELLA MUCHOS SEAN CONTAMINADOS.HEBREOS 12:15
Así como la raíz de alguna hierba mala debe ser arrancada, la Palabra de Dios nos dice que debemos esforzarnos a arrancar de raíz esta amargura que hemos sembrado en nuestro corazón.
Ahora, cómo podremos hacerlo?, (PERDONANDO), debemos recordar como CRISTO nos perdono, y así mismo perdonar al que nos ofendió, debemos extender nuestro perdón otros, olvidando la ofensa.
Te voy a mostrar algunos puntos con los cuales nos equivocamos comúnmente:
1-. NOS REPETIMOS LA OFENSA; repetimos la ofensa una y otra vez en nuestra mente, esto nos lleva a alimentar el enojo y la ira hacia quien te ofendió, no lo hagas, renueva tu mente con la Palabra de Dios.
2-. LE CONTAMOS A OTROS LO QUE NOS HICIERON ; esto lo único que provoca es alimentar el odio, y provocar que los demás tengan mala opinión de aquel que nos ofendió.
3-. INSISTIMOS EN LA OFENSA; cada que tenemos oportunidad le recordamos la ofensa para que no la olvide.
LA SOLUCIÓN :
Deja que la amargura muera, así como la alimentas con odio, resentimiento, egoísmo, murmuración, orgullo, etc., así también la puedes matar de hambre y arrancarla de tu vida, recordemos lo que dice Pablo a los EFESIOS 4:31-32;
quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia.
Una clave inequívoca es que pongamos la mirada en CRISTO, en su amor, y en su perdón, esto nos llevará a quitar la amargura de nuestro corazón, porque entenderemos cuanto hemos sido perdonados.
En CRISTO Y SOLO EN CRISTO, desechemos la amargura de nuestro corazón, extendiendo su misericordia y perdón.
DIOS TE BENDIGA .


AMADO DIOS
En esta mañana me acerco hasta Ti, con un corazón devoto y esperanzado, para darte gracias por regalarme este nuevo día.
Gracias por permitirme despertar con vida, con ilusión y con mi espíritu dispuesto a recibir tu amor. Hoy me acerco a Ti con humildad, pero también con fe, con la certeza de que si Tú estás conmigo, nada me faltará.
Te pido, Señor, que este día esté lleno de paz. Esa paz que solo Tú sabes dar, esa paz que calma tormentas internas, que disuelve el miedo y que llena de serenidad cada rincón del alma. Permíteme caminar con tranquilidad, tomar decisiones desde la calma y vivir este día con el corazón en armonía.
Derrama sobre mí tu felicidad, Dios bueno. Que pueda sonreír con gratitud, que encuentre belleza en los detalles simples y que cada momento del día me acerque más a tu presencia. Líbrame de todo pensamiento negativo, y si surge alguna tristeza, recuérdame que Tú estás conmigo y nunca me abandonarás.
Padre Celestial, en esta oración también elevo mi intención por mi hogar y mi familia. Por favor fortalece nuestros cuerpos, bendice nuestras mentes y llénanos de energía para cumplir con nuestros deberes y avanzar con entusiasmo hacia nuestras metas. Que todo lo que hagamos hoy sea fructífero, lleno de propósito y guiado por tu sabiduría.
Y sobre todo, Dios mío, no me dejes solo. Acompáñame en cada paso. Sé mi guía, mi escudo, mi luz y mi refugio. Sana mis heridas, salva mis pensamientos de la desesperanza, y prospera mi vida en todos los sentidos: espiritual, emocional y material. Que este día sea una prueba viva de que, cuando Tú estás presente, todo es posible.
Amado Dios, gracias por tu amor, por tu fidelidad y por bendecirme más de lo que merezco. Sé que en tu compañía, hoy será un día maravilloso de prosperidad, bienestar, felicidad y grandes milagros.
Nombre de Jesus. Amén.
Por Ma. Guanajuato González Castañales.








