Un resentimiento largamente cultivado puede calcinar el cuerpo

Por Roberta Sánchez Smith.

CONTENIDO PSICOLÓGICO

Créase o no nosotros elegimos lo que pensamos. Puede ser que habitualmente pensemos siempre lo mismo. Pero hicimos la opción originaria.

Podemos negarnos a pensar ciertas cosas. Fíjate con qué frecuencia te has negado a pensar algo positivo sobre ti; bueno, pues también puedes negarte a pensar algo negativo sobre ti.

No hay nadie a quien conozca, o con quién haya trabajado que no sufra en una u otra medida, por odiarse a sí mismo o por sentirse culpable.

Las creencias más íntimas de todos aquellos con quienes he trabajado es siempre “No sino hubiera .,” Y con frecuencia a eso añadimos “No hago ningún esfuerzo” o “No lo merezco” ¿No es cierto?

Da a entender o siente que no es lo bastante bueno. Pero, ¿para quién, y de acuerdo a las normas de quién?

Si en ti, esta creencia es muy fuerte, no podrás crearte una vida sana, una vida de amor, de prosperidad, de júbilo. Sin que tú sepas cómo tu fundamental creencia subconsciente estará siempre contradiciendo este propósito. Sin saber por qué tú jamás conseguirás llegar del todo a cumplirlo, porque siempre, en alguna parte habrá algo que ande mal.

Siento que el resentimiento, las críticas, la culpa y el miedo causan más problemas que ninguna otra cosa. Estás de acuerdo; estas cosas son las que provocan los principales desarreglos en nuestro cuerpo y en nuestra vida. Son sentimientos que se generan en el hecho de culpar a otros en vez de asumir la responsabilidad por nuestras propias experiencias. Si somos responsables ciento por ciento de todo lo que nos sucede en la vida, entonces no hay nadie a quien podremos culpar.

Sea lo que fuere lo que está sucediendo “ahí afuera” no es más que un reflejo de lo que pensamos interiormente. No estoy perdonando el mal comportamiento de otras personas, pero son nuestras creencias lo que atrae a la gente que nos trata de esa manera.

Si se descubre diciendo que todos le hacen siempre tal o cual cosas, lo critica, no le ayudan jamás, lo tratan como un tonto y lo insultan, piense que eso es su modelo. En su mente hay alguna idea que atrae a las personas que exhiben ese comportamiento. Cuando deje de pensar de esa manera, se irán a otra parte a hacérselo a otro porque usted ya no los atraerá.

He aquí algunos resultados de las pautas que se manifiestan en el nivel físico: Un resentimiento largamente cultivado puede calcinar el cuerpo hasta convertirse en enfermedad que se llama cáncer.

Con frecuencia, el hábito permanente de la crítica conduce a la aparición de la artritis. La culpa siempre busca el castigo, y el castigo provoca dolor, sé que es una persona que carga con mucha culpa.

La tensión que el miedo produce, puede provocar afecciones como calvicies y úlceras. He comprobado que el perdonar y renuencia al resentimiento se puede disolver incluso el cáncer. Esto puede parecer simplista, pero por algo lo he visto y he experimentado personalmente.

Podemos cambiar nuestra actitud en el pasado. Lo pasado, pasado, se suele decir. El pasado ya no se puede cambiar, pero si podemos cambiar nuestra manera de pensar en el. Es una tontería que nos castiguemos en el presente porque alguien nos hizo sufrir en un remoto pasado.

–Empieza a disolver ese resentimiento ahora que es relativamente fácil- suelo decir a las personas que, si tienen resentimientos profundos,

-no esperen a verse ante la amenaza de un bisturí o en su lecho de muerte, cuando tenga que enfrentar también el pánico.

Cuando somos presa del pánico, es muy difícil concentrar la mente en el trabajo curativo.

Primero necesitamos tiempo para disolver los miedos. Si oramos por creer en somos víctimas indefensas, y nada podrá salvarnos. Es vital que renunciemos a esas ideas y creencias tontas, negativas y anticuadas que no nos sirven de apoyo, ni nos alimentan. Hasta nuestro concepto de Dios ha de ser el de alguien que está de nuestra parte, y no en contra de nosotros.

Para renunciar al pasado, debemos estar dispuestos a olvidar. Es necesario que nos decidamos a renunciar al pasado y a perdonar, incluso a nosotros mismos. Es probable que no sepamos perdonar, y también que no queramos perdonar; sin embargo, el simple hecho de decir que estamos dispuestos a hacerlo inicia el proceso de curación.

Para curarnos, es imperativo que “nosotros” renunciemos al pasado y que perdonemos: “Te perdono por no ser como yo quería que fueras” “Te perdono y te dejo en libertad”

Quien se libera con esta afirmación, somos nosotros. Toda enfermedad proviene de no haber perdonado algo. Cada vez que enfermamos, debemos buscar en nuestro corazón qué es lo que necesitamos perdonar.

A esta idea añadiría que la persona a la quien más difícil se nos hace perdonar, es generalmente de ella de quien más necesitamos liberarnos. Perdonar significa renunciar, dejar en libertad. No tiene que ver con ningún comportamiento externo, es simplemente no estar aferrado a algo. No es necesario que sepamos cómo perdonar, lo único que hace falta es que estemos dispuestos a hacerlo, que de todo lo demás ya se encargará Dios.

Aunque entendamos también nuestro dolor. ¡Que duro nos resulta a casi todos entender que ellos sean quienes fueren esos que más necesitamos perdonar, también sufrirán!

Es necesario que entendamos que estaban haciendo lo mejor que podían con la comprensión, la conciencia y el conocimiento de aquel momento.

Cuando alguien viene a mí con un problema, no me importa de qué se trata; ya sea mala salud, falta de dinero, relaciones insatisfactorias, o una creatividad sofocada; yo siempre trabajo sobre una sola cosa, que es el amor a sí mismo.

He comprobado que cuando realmente nos amamos, es decir, cuando nos aceptamos y aprobamos exactamente tal como somos, todo funciona bien en la vida. Es como si por todas partes se produjeran pequeños milagros.

Nuestra salud mejora, atraemos hacia nosotros más dinero, nuestras relaciones se vuelven más satisfactorias, y empezamos a expresarnos de manera más creativa.

Y parece que todo eso sucediera sin que lo intentásemos siquiera.

Si uno se ama, y se aprueba a sí mismo, creándose un espacio mental, creará más relaciones de amor en su vida, le traerá un trabajo nuevo, un lugar nuevo y mejor donde vivir; incluso, le permitirá normalizar su peso corporal.

Las personas que se aman a sí mismas, y que aman su cuerpo, no abusan de sí mismas, ni de los demás.

Aprobarse y aceptarse a sí mismo en el ahora, es el primer paso hacia un cambio positivo en todos los ámbitos de la vida.

El amor a nosotros mismos, tal como yo lo veo, comienza por no criticarnos jamás por nada. La crítica nos inmoviliza en la pauta misma que estamos intentando cambiar; entendernos y ser amables con nosotros mismos, nos ayuda a salir de ella.

Recuerda los años que ha pasado criticándose sin resultado alguno. Haz la experiencia: Apruébese, y vea qué es lo que sucede.

REFLEXIÓN

Photo by cottonbro

Padres huérfanos de hijos

Hay un período en el cual los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos.

Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. 

Crecen sin pedirle permiso a la vida. Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.

Pero no crecen todos los días, crecen de repente.

¡Un día se sientan cerca de nosotros y con una naturalidad increíble nos dicen cualquier cosa que indica que esa criatura de pañales, ya creció!

¿Cuándo creció que no lo percibimos?¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena y los cumpleaños con payasos?

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.

Ahora estamos aquí, en la puerta de la discoteca, esperando no sólo que  crezcan, sino que aparezcan….

Aquí estamos muchos padres al volante esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus cabellos largos y sueltos.

Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas. Con el uniforme de su generación y sus incómodos y pesados morrales  en los hombros.

Acá estamos nosotros, con los cabellos canos.

Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.

Hay un período en el cual los padres vamos quedando huérfanos de los hijos.

 Ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.
Pasó el tiempo del piano, del fútbol, del ballet, de la natación, del béisbol…

Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más, junto a su cama al anochecer, para oír su alma respirando conversaciones y confidencias entre las sabanas de la infancia.

Deberíamos haber ido más  a los adolescentes cubrecamas de aquellos cuartos con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores,

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.

Al principio fueron campo, playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

Si, había peleas en el auto por la ventana y la música de moda.  Después llego el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento. No podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.

Quedamos los padres exiliados de los hijos.

“Teníamos la soledad que habíamos deseamos…”

 Y nos llego el momento en el cual sólo miramos de lejos,  deseando que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar…

En cualquier momento nos darán nietos.

El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos. Por eso los abuelos somos tan desmesurados y distribuimos tan incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.
Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales…

 CREZCAN !!!!

Así es.  Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres…

Sólo aprendemos a ser padres después de ser abuelos….

En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después que la vida se nos va pasando….

A. Desconocido

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Roberta Sánchez Smith.

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