Crónicas Bíblicas: José Tercera y Ultima Parte

Por John Macarthur

CRÓNOCAS BÍBLICAS

LA REITERACIÓN DEL PERDÓN

José tenía cincuenta y seis años cuando murió su padre, y cuando sus hermanos se postraron ante él una vez más, temerosos de que con la muerte de Jacob José pudiera finalmente ejecutar venganza contra ellos.

Como explica Génesis 50.15: «Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos». Su odio hacia José había sido real, pero el odio de José hacia sus hermanos existía solo en la imaginación de ellos.

Como vimos al comienzo de este capítulo, José no estaba interesado en vengarse.

Su confianza en el poder providencial de Dios pesaba más que cualquier sentimiento de animosidad personal hacia sus hermanos.

Reconoció que todo lo que le había ocurrido era parte del perfecto plan de Dios. Por tanto, les pudo decir a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (Génesis 50.20).

Hablar de la providencia soberana de Dios no era una excusa de José para ser perezoso ni era un cliché barato; era verdaderamente el tema de su vida.

Sus hermanos lo habían traicionado, lo habían vendido como esclavo, la esposa de su amo lo había acusado falsamente, lo habían encarcelado injustamente y se habían olvidado de él en prisión. Sin embargo, a través de todo eso el Señor bendijo a José; y él aprendió a confiar en el poder providencial de Dios (cp. Hechos 7.9–14).

Llegó a entender que Dios tenía un propósito con su sufrimiento y que, a través de ello, el Señor salvaría a los israelitas y les llevaría a Egipto. Finalmente, regresarían a la tierra que Dios les había prometido. Por la fe, José incluso afirmó esa realidad (cp. Hebreos 11.22).

Por la manera en que José respondió a sus hermanos y en que se sometió a la voluntad de Dios, los eruditos bíblicos a veces le han comparado con el Señor Jesucristo mismo. Sin exagerar el caso, hay algunos paralelismos interesantes entre las vidas de José y de Jesús.

Por ejemplo, el padre de José lo amaba mucho y era pastor de las ovejas de su padre. Sus hermanos lo odiaron, lo despojaron de su túnica, lo vendieron por el precio de un esclavo, lo llevaron a Egipto, fue tentado, falsamente acusado, encadenado y condenado con criminales. Sin embargo, después de sufrir fue sumamente exaltado.

Tenía treinta años cuando comenzó su servicio público; lloró por sus hermanos, perdonó a los que le habían maltratado y finalmente los salvó de una muerte segura. Más aun, lo que los hombres hicieron buscando su mal, Dios lo cambió para bien. Todas esas cosas, si bien es cierto que en un sentido más profundo y eternamente significativo, ocurrieron también con Jesús.

Aunque el Nuevo Testamento nunca identifica específicamente a José como un tipo de Cristo, hay ciertos aspectos de la vida de José que parecen anticipar la llegada de Jesús.

PRACTICAR UNA FE COMO LA DE JOSÉ

Aunque las circunstancias de José fueron exclusivas para él, todos los cristianos debiéramos emular su perspectiva.

El Dios que supervisó los sucesos de Génesis 37—50 sigue sentado en el trono del universo. Él era soberano en las circunstancias de la vida de José y también lo es en nuestras circunstancias.

Puede que no siempre entendamos lo que ocurre a nuestro alrededor, pero como José, podemos confiar tranquilos en que el Señor tiene todo perfectamente bajo control.

A lo largo de las Escrituras, el tema de la soberanía de Dios se presenta repetidamente como un consuelo para los creyentes.

No debemos afanarnos por nada, porque nuestro Padre celestial reina sobre todo. Él es todopoderoso, omnisciente y omnipresente, y ha prometido hacer que todo obre para su gloria y para nuestro bien (Romanos 8.28).

No tenemos nada que temer porque si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Nadie se puede oponer a su voluntad y nada puede frustrar sus planes (Isaías 14.27).

Piense en algunas de las muchas formas en que Dios ejercita su control soberano:

• Él es soberano en todo (Job 42.2; Salmo 103.19; 115.3; Daniel 4.35; 7.13–14; Efesios 1.11).

• Él es soberano en cuanto a Satanás y los ángeles (Job 1.9– 12; Salmo 103.20–21; Marcos 1.27; Hechos 10.38; Apocalipsis 13.7).

• Él es soberano en el mundo natural (Job 37.10–14; Salmo 135.6–7; Mateo 5.45; 6.25–30; Marcos 4.39).

• Él es soberano en la historia: pasado, presente y futuro (Isaías 46.10; Daniel 2.21, 28).

• Él es soberano en cuanto a las naciones (2 Crónicas 20.6; Job 12.23; Salmo 22.28; 33.10–11; 47.7–9; Hechos 17.26).

• Él es soberano en cuanto a los gobernantes humanos (Proverbios 21.1; Esdras 1.1; Isaías 40.23; Daniel 4.34–35; Romanos 9.17).

• Él es soberano en cuanto a la vida de los hombres (1 Samuel 2.6–7; Salmo 139.16; Proverbios 16.9; 19.21; Lamentaciones 3.37; Gálatas 1.15; Santiago 4.15).

• Él es soberano en el mundo animal (1 Reyes 17.4–6; Salmo 104.21–30; Jonás 1.17; 4.6).

• Él es soberano en la aparentemente casualidad y los mínimos detalles (Proverbios 16.33; Jonás 1.7; Mateo 10.29–30).

• Él es soberano en la custodia de sus hijos (Salmo 4.8; 5.12; Romanos 8.28, 38–39).

• Él es soberano en cuanto a las necesidades personales (Mateo 10.29–31; Filipenses 4.19).

• Él es soberano en la calamidad y en las pruebas (Eclesiastés 7.14; Isaías 45.7; Lamentaciones 3.38; Amós 3.6).

• Él es soberano en cuanto a la muerte y la enfermedad (Éxodo 4.11; Deuteronomio 32.39).

• Él es soberano al responder a las oraciones (Mateo 6.8; Filipenses 4.6–7).

• Él es soberano en cuanto a las obras malas de los hombres perversos (Génesis 45.5–8; 50.20).

• Él es soberano al aplicar justicia sobre los malos (Salmo 7.11–12; Proverbios 16.4; Romanos 12.19).

La Escritura es explícita en su descripción acerca del control soberano de Dios sobre todas las cosas.

En este capítulo hemos considerado solo una ilustración de su perfecta providencia, incluso al usar las malas acciones de personas pecadoras para lograr su voluntad.

El ejemplo de José nos recuerda que «nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho» (Salmo 115.3).

Eso significa que podemos confiar en Él y descansar totalmente en la realidad de que está en su trono. Aceptar ese tipo de perspectiva no eliminará nuestras pruebas, pero nos permitirá

 encontrar gozo y paz en medio de ellas (Santiago 1.3–5). Así, incluso cuando otros nos hagan daño o la vida se nos haga difícil o injusta, podemos declarar triunfantemente con José:

«Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien».

INDICE CRÓNICAS BÍBLICAS

NOTICIAS DEL REINO

TU PERÓDICO DIGITAL

TE INVITA

A leer Crónicas Bíblicas

Recogiendo un comentario de teólogos reconocidos, para que te puedas informar rápidamente.

Te dejo los enlaces para que puedas leer siguientes historias:

Gedeón

Sansón

Un Verdadero Héroe

la Hermana de Moisés Primera Parte: Miriam

JOSÉ Primera Parte :PORQUE DIOS LO ENCAMINÓ A BIEN.

Comparte con familia, amigos y redes sociales

¡ Gracias !

Deja un comentario