¡Sobrepongámonos Ante Las Dificultades, Que Dios Nos Enseña Cómo!

Por Marlene Socorro Herrera Huerta y Mtro. Herick Herrera Huerta

¡A nadie le es fácil sobreponerse a las dificultades; trátense éstas de carácter personal o profesional! ¡Pareciese ser una tarea titánica el querer llegar a hacerlo! ¡Nadie tiene la receta mágica para seguir adelante! ¡Pero, es justamente en esos momentos en que vemos la Fortaleza Espiritual con la que todos contamos dentro de nuestro propio ser!

La palabra dificultad nos puede ayudar en estos casos. En la Palabra del Señor nos enseña la palabra dificultad.

¡Oh, Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el Cielo y la Tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, no hay nada que sea difícil para ti.

Jeremías 32:17

¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti…

Genesis 18:15

 ¡Necesitamos identificar nuestras fortalezas, ¿cuáles y cómo son para poder verlas y valorar lo que sí hemos hecho bien?, y así aprender a valorarnos a nosotros mismos!

Oh, Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, ¡y refugio en el tiempo de la aflicción!

Jeremías 16:19

¡No podemos darnos por vencidos! Eso nunca debe pasar, porque al hacerlo, no nos demostramos el amor hacia nosotros mismos. Sabiendo que nuestra verdadera identidad en Dios, lo valioso que somos para Él, saber que le pertenecemos y así sentirnos amados, llenos de Su amor, bendecidos y listos para poder bendecir a otros y darle la gloria a el señor.

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

1 Juan 4:7-8

Creo que las casualidades sí existen; son más bien como el Efecto Domino, en donde una primera pieza conlleva a una segunda hacia una dirección dada, por el efecto que produce en ella, y ésta a su vez, hace que una tercera se dirija hacia esa misma dirección, y así sucesivamente, al encontrarse éstas colocadas en serie, cerca unas de otras y es lo que va formando nuestras circunstancias.

Si lo enfocamos desde la verdad de la palabra, nos daremos cuenta de la riqueza que hay en nuestras vidas. A nadie le es fácil vivir estas circunstancias; donde todo le sale a uno mal.

Nada de lo que uno hace parece ser correcto o estar bien, provocándole a uno un sentimiento de impotencia por sugestionarse al creer que uno simplemente no puede hacer nada bien, a grado tal que pareciese que todo lo que uno hace, por principio, está mal hecho.

No sabemos qué hacer, ni qué pensar, ni, mucho menos, qué decir. La vergüenza nos abruma, nos embarga, y no vemos el justo valor de nuestra persona. Vivimos en gran zozobra y nos perdemos en esta falsa realidad existencial en la que nos encontramos, no en la que vehementemente deberíamos encontrarnos: “nuestra verdadera identidad como hijos de Dios”.

No debemos desesperarnos, en 2 Corintios 4:8,que estamos atribulados en todo, mas no angustiados, en apuros, mas no desperados”.

Pero ¿Por qué a mí y no a otra persona? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué está pasando conmigo?

No entendemos los hechos. Nos sentimos, franca, genuina y desconsolantemente mal, en toda la expresión de la palabra Nos sentimos perdidos en este espacio geográfico, llamado: “Tierra”.

Y entonces ¿qué hemos de hacer para remediar los hechos ocurridos? Nadie puede saber el futuro. Sólo debemos enfocarnos en el presente. Pues, de lo que hagamos en él, dependerá nuestro futuro.

Tal vez una manera de combatir nuestro orgullo en querer resolver las cosas en nuestras propias fuerzas, es aceptar nuestra debilidad para poder descansar en Cristo es evaluar el cimiento sobre el cual nos hemos fundado. Cuando nuestro corazón nos falla, Dios sigue siendo nuestra fortaleza; El nos enseña a ser pacientes ( Salmo 73:26). Dios elige a la vasija débil y resquebrajada para avergonzar a las fuertes ( 1 Corintios 1:27). Cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 1:27). versículos que fortalecen mi fe porque se que Dios está conmigo en medio de mis debilidades.

Mi esperanza se basa únicamente en la sangre y justicia de Jesús. de lo contrario, seguiría luchando, poniendo expectativas mal sanas y desproporcionadas en otros y en mi misma, depositando mi esperanza en las circunstancias.

¿Qué haremos para cambiar esos sentimientos? Primero estar firmes en nuestra Fe no es por vista, es por la certeza que se espera y la convicción por lo que no se ve ( Hebreos 11). Lo que nos dice el Apóstol Pablo:

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Fiñipenses 4:8

Respiremos a fondo y relajémonos serena y sutilmente! Porque nuestra propia tranquilidad es la que nos ha de ubicar en un balance intermedio en nuestras emociones. Ya que, esa quietud en nuestro ser habrá de contrarrestar dichos sentimientos –injertados en nosotros por nosotros mismos– mucho más de lo que podamos esperar.

Finalmente, en las Sagradas Escrituras nos dice, en Salmos 46:10-11“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. Seré exaltado entre las naciones, enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con   nosotros. Nuestro refugio es el Dios de Jacob.”

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