DIOS Levanta Del Polvo Al Pobre Y Lo Sienta Con Príncipes.

Por Timothy Keller

Una historia sobre el cambio del orden Finalmente, las metanarrativas a través de sus afirmaciones de la verdad pueden llevar a la dominación, pero la trama bíblica revela «una historia de la elección repetida de Dios del dominado y el miserable, del indefenso y el marginado»

La Biblia inicia con el Libro de Génesis, escrito cuando la progenitura la transferencia de toda la riqueza y las propiedades de toda la familia al primogénito era una ley rigurosa en casi todas las sociedades.

Sin embargo, la totalidad de Génesis subvierte esta norma cultural, Dios constantemente eligió y operó a través de los segundos hijos, aquellos sin poder social Eligió a Abel en lugar de Caín, a Isaac en lugar de Ismael, a Jacob en lugar de Esa, a José en lugar de Rubén.

Y cuando operó a través de las mujeres, no eligió a las mujeres con poder cultural de belleza y sexualidad.

Llevó a cabo Su obra salvífica a través de Sara, anciana y estéril, no la joven Agar, a través de Lea, no amada y poco agraciada, no la hermosa Raquel. Repetidas veces, Dios se negó a permitir que sus actos de misericordia siguieran el Atraído esperado de las influencias y los privilegios terrenales. Colocó en el epicentro de la historia a la persona que el mundo colocaría en la periferia.

Reverendo biblico Walter Brueggemann comento sobre Génesis 25 donde Dios anunció a través de una predicción que operaría a través del hijo más joven. «Explico que la lección de Génesis es que la predicción va contra toda sabiduría convencional».

Los israelitas deben haberse preguntado sobre este patriarca que siempre estaba en problemas [..]. Este Dios no se alió solamente con los que eran evidentemente valorados, los primogénitos.

Esta predicción habla sobre un cambio en el orden. Afirma que no estamos destinados a la manera en que el mundo, al presente, está organizado.

Esta es la premisa del ministerio de Jesús: los pobres, los que lloran, los mansos, los hambrientos…. son los herederos del reino (Mat. 5:3-7).

Según avanza la trama bíblica, vemos a Dios parado junto a Israel en esclavitud contra la opresión del imperio más grande en el mundo. Avanza a la historia de Jueces los libertadores y líderes, quienes unos tras otros guiaron a Israel cada vez que cayó bajo el dominio de las naciones más poderosas. Sin embargo, los textos han señalado a menudo que el hombre a quien Dios levantó; Jafet, Gedeón, Sansón – era alguien de una tribu más pequeña. una familia de condición baja o incluso de la clase de los marginados sociales.

David, el rey, era el más joven y el más pequeño de la familia de Isaí (1 Sam 16), Luego, en el Nuevo Testamento, cuando Jesús encontró a un hombre respetado y a una mujer socialmente marginada (Juan 3 y 4) o a un líder religioso y a un cobrador de impuestos (Luc.18) o a un maestro religioso) y a una mujer pecadora (Luc 7), siempre es el marginado moral, acial serial o social el que se relaciona más fácilmente con Jesús.

Junto con esta narrativa del cambio en el orden de los débiles y los fuertes, de los pobres y los ricos, hay un amplio y profundo río de enseñanza ética y llamamiento para todos los creyentes a vivir justamente y ser agentes de justicia social en el mundo, Los profetas del Antiguo Testamento insistieron en que desatender al pobre y necesitado era señal de falta de fe genuina en Dios (Isa,1:17;58:6-7).

Asimismo, el Nuevo Testamento enseñó que el amor práctico por el pobre era una marca de un corazón transformado por la gracia (Sant,2:14-17;1 Jn. 3:17-18). Dios «levanta del polvo al pobre y saca del muladar al necesitado; los hace sentarse con príncipes. [.]. A la mujer estéril leda un hogar y le concede la dicha de ser madre» (Sal. 113:7-9), pero «Mira de lejos a los orgullosos» (Sal. 138:6, comp. Sant. 4:6)

La razón para este persistente argumento en la Biblia no es simplemente porque a los escritores les agradaban los desamparados e indefensos. Es porque el máximo ejemplo de la obra de Dios en el mundo fue Jesucristo, el único fundador de una religión importante que murió en deshonra, que no estuvo rodeado por todos Sus amados discípulos, sino que fue abandonado por todos aquellos que le importaban, incluyendo a Su Padre.

Fue víctima de una injusticia y murió oprimido y desamparado. La salvación de Jesucristo Viene a nosotros a través de Su pobreza, rechazo y debilidad. Y los cristianos no son salvos por reunir fuerzas y realizar grandes obras, sino por admitir su debilidad y necesidad del Salvador.

La mayoría de las metanarrativas afirman: «Así es como se sale adelante. Contrólate, dominarte a ti mismo, domina la situación. Sé fuerte. Tú puedes hacerlo», Pero Jesús afirmó, esencialmente: «Tú no puedes hacerlo. Debes contar en mis.».

Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se Nielan como niños, no entrarán en el reino de los cielos» (Mat. 18:3). Una salvación que se ganara por las buenas obras y el esfuerzo moral favorecerían al más capaz, competente, talentoso y privilegiado. Pero, la salvación por pura gracia favorece al fracasado, al marginado, al débil, porque llaga solamente a aquellos que saben que la salvación debe ser por pura gracia. Como muestra de esto.

Jesús no vino como una persona rica y poderosa sino como un hombre pobre, hijo de una madre soltera. La Biblia no nos muestra historia tras historia de «héroes de la fe, que van cosechando un éxito más alto.

En cambio, tenemos una serie de narraciones que contienen personajes que por lo general no son las personas que el mundo esperara que fueran ejemplos o lideres espirituales, La Bibia no es ante todo una serie de historias con un mensaje moral, aunque hay muchas lecciones prácticas. Más bien, es un registro de la gracia de Dios que acaricia en las vidas de las personas que no la buscan, que no la merecen, que continuamente la resisten y que no la aprecian después que han sido salvas por ella.

Si todo esto te sorprende, podría significar que has creído una idea completamente equivocada, es decir que el cristianismo se refiere a aquellos que viven vidas morales y buenas y como consecuencia son llevados al cielo.

Más bien, uno de los principales temas de la historia bíblica y las historias es que incluso algunos de los seres humanos más capaces que han vivido, como Abraham y David, no lograron elevarse por encima de la brutalidad de sus culturas ni el egoísmo de sus propios corazones.

Pero, al aferrarse a las maravillosas promesas de la gracia de Dios que se les concedió en sus fracasos morales, ellos triunfaron. Una historia que rompe el ciclo La historia bíblica nos muestra a Dios, quien ama al oprimido, pero que hace algo más que eso. Con una perspicacia penetrante, Bauckham escribió que creer en la historia de la salvación «también rompe el ciclo por el cual los oprimidos se convierten a su vez en opresores».

En el Antiguo Testamento a los israelitas se les advirtió constantemente de no oprimir al extranjero ni a los marginados raciales «porque …] ellos fueron extranjeros en Egipto» (Lev:19:33-34).

Recordares que su salvación de la esclavitud no fue por su propio poder, sino por la gracia de Dios, era socavar radicalmente su inclinación natural humana a la dominación y el control. Pero, Banckham escribió: La cruz es el evento en el cual el ciclo (del oprimido que se convierte a su vez en opresor se rompe en definitiva Proverbios 14:31, vemos que Dios se identificó con el pobre. Si oprimes al pobre «ofende a su Creador», y si das al necesitado «honras a Dios paro solo en Jesús veros cómo radical y literalmente Dios se identificó con el pobre y el oprimido, Nació en el seno de una familia pobre; vivió entre los marginados.

Su juicio fue injusto. Murió de manera violenta, desnudo y sin dinero. Y asi el mismo Hijo de Dios supo lo que era ser víctima de la injusticia, enfrentarse a un sistema corrupto y morir en manos de este sistema.

Y, los cristianos creemos, que hizo esto para expiar nuestros pecados, para librarnos del castigo. Los cristianos sabemos, entonces, que, a los ojos de Dios, éramos pobres en espíritu y débiles –éramos también extranjeros y esclavos –, pero Dios nos salvó al ser oprimido por nosotros. Sin duda, creer en las verdades morales universales puede usarse para oprimir a otros. Pero ¿qué pasa si la verdad absoluta es un hombre que murió por Sus enemigos, que no respondió con violencia a la violencia, sino que los perdonó? ¿Cómo podría esa historia, si es el centro de tu vida, llevarte a tomar el poder y dominar a otros?

Entonces, podemos concluir que uncristiano, que ha declarado que lo es, que no está comprometido con unaVida de generosidad y justica hacia el pobre y el marginado, al menos, es una contradicción viviente del evangelio de Cristo, el Hijo de Dios, cuyo Padre … hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos» (Sal. 146.7) Bauckham afirmó: «La distorsión dela historia bíblica en una ideología de opresión tiene que suprimir el significado bíblico de la cruz, Todas estas características de la historia bíblica la hacen excepcionalmente inadecuada para ser un instrumento de opresión»La cruz rompe el ciclo de la opresión en más de una forma.

Las personas que sienten pasión por la justicia a menudo se vuelven farisaicas y crueles cando confrontan a personas que perciben como opresoras. Sin embargo, a los creyentes en Cristo se les enseña a confesar que han ofendido a Dios cuando han hecho algún mal a otras personas que están hechas a la imagen de Dios.

No hemos amado y respetado a nuestro prójimo como nos gustaría ser tratados. Es decir, cada cristiano que entiende el evangelio admite que ha sido un opresor. Cuando mentimos, privamos a las personas de la verdad a la que tienen derecho. Cuando rompemos una promesa, privamos a las personas de los beneficios a los que tienen derecho.

Y si no somos pobres y cerramos nuestro corazón a aquellos que lo son, los privamos del sustento al que tienen derecho. Los cristianos saben que tienen el corazón de opresores, no obstante, han sido salvos por pura gracia.

Por ello, incluso cuando confrontan al opresor, pueden hacerlo con determinación valiente y firme, pero el evangelio enseña que se haga sin pretensión de superioridad moral y hostigamiento. No pueden odiar al que odia o justificarse de oprimir al que piensan que es un opresor.

El evangelio de Jesucristo ofrece una verdad absoluta no opresora, una que ofrece una norma fuera de nosotros como una manera de escapar de la ineficacia del relativismo y del individualismo egoísta, pero uno que de verdad no puede usarse para oprimir a otros.

Terry Eagleton cree que «si la fe religiosa fuera exenta de la responsabilidad de proveer orden social con un conjunto de razones para su existencia, podría ser libre para redescubrir su verdadero propósito como una crítica de todas estas políticas». Cree que «lo que añade a la moralidad común no es algún respaldo sobrenatural, sino las terribles e inconvenientes noticias que nuestras formas de vida deben pasar por la disolución radical, si han de renacer como comunidades justas y compasivas. La señal de esta disolución es la solidaridad con el pobre y el débil. Es en este caso que una nueva configuración de la fe, la cultura, y las políticas podrían nacer»

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