LLEGÓ LA TERCERA EDAD

Cristo expresó a Pedro, “… En verdad, en verdad te digo; cuando eras joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevara donde no quieras» Juan 21:18.

Lo anterior es una expresión muy dura, pero real, es una clara realidad ignorada por la juventud. De ahí que nos preguntamos ¿hay dignidad en la vejez? Veremos enseguida.


La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Persona Mayores. Como instrumento legal permite regular el deber y obligación del Estado de velar por la vejez, la cual considera a partir de los 60 años.


La referida Convención en su Artículo 2,
puntualiza las siguientes definiciones:


“…“Envejecimiento”: Proceso gradual que se desarrolla durante el curso de vida y que conlleva cambios biológicos, fisiológicos, psico-sociales y funcionales de variadas consecuencias, las cuales se asocian con interacciones dinámicas y permanentes entre el sujeto y su medio.


“Maltrato”: Acción u omisión, única o repetida, contra una persona mayor que produce daño a su integridad física, psíquica y moral y que vulnera el goce o ejercicio de sus derechos humanos y libertades fundamentales, independientemente de que ocurra en una relación de confianza.


“Vejez”: Construcción social de la última etapa del curso de vida….”
En verdad, en verdad te digo: cuando eras
más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo
extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras”. Jn


La vejez es una etapa de las menos aceptadas y muchos luchamos por retardar el envejecimiento. Incorporando ideologías, medicamentos, campañas rejuvenecimiento, ejercicios físicos entre otras, sin embargo, esta lucha al final la perdemos.

Preguntémonos: ¿Cuándo comienza?, respondemos que no lo sabemos. De repente, las nuevas generaciones van desplazando a otras y nuestro proceso cognoscitivo con dificultad se adapta a ella. Nos damos cuenta que llegó la vejez tal y como la descubrió Vicente Fernández, cuando canta: “…ayer me dijeron viejo, por un momento me estremecí, después me miré al espejo y al fin noté lo que envejecí…” empezamos a hacer conciencia de que ya no somos los jóvenes.


La vejez es un proceso imparable, al cual no pensamos llegar, pero, aún más grave no reflexionamos sobre ella ni mucho menos nos preparamos para recibirla, salvo honrosas excepciones.


Es en esta etapa en la que tarde o temprano el hombre tiene que pasar; etapa cruel, en donde se da la soledad, el aislamiento, el abandono, la discriminación y una posible pésima calidad de vida, es una etapa difícil, en donde se tiende a reflexionar por los hechos pasados sean buenos o malos vividos por el ahora anciano (a).


La tercera edad es una etapa de ausencia de sensibilidad hacia el envejecimiento; la juventud manifiesta impaciencia, imprudencia, hostilidad y hasta llegar a cuestionar el porqué de la tercera edad.

e discute la inconformidad del cuidado de la persona de tercera edad, se silencia la voz de la vejez, y se acentúa la voz de la imposición, en donde en la toma de decisiones se ignoran los derechos de las personas de tercera edad. En muchas ocasiones el anciano (a) está en una total dependencia de terceros, aplicándose así la sentencia bíblica: “…te llevaran a donde no quieras…”. 1


La situación se presenta tan cruel cuando la persona anciana carece de un generador que sustente económicamente su vida que le permita enfrentar la tercera edad, pues, se hacen presentes la carencia de bienes y servicios; quizá, no exista una pensión o seguridad social.


La vejez es un recuento de los años, es el tiempo de la cosecha de lo que sembramos, es recoger el producto de nuestras ideologías, esfuerzo y trabajo, pero también de nuestras soberbias y arrogancia, es doblar las manos y reconocer el producto de nuestros errores, es la edad del arrepentimiento de lo que hicimos bien o mal o lo que omitimos hacer.


José Luis Borgues, refiere en un poema de su autoría titulado “Instantes”:
“Si pudiera vivir nuevamente mi vida. En la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios… …Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo…” 2


En nuestro diario acontecer, vemos la realidad de personas viviendo su vejez en situación de calle, viviendo como tercero extraño con un familiar, sintiéndose una carga. La disputa se presenta sobre el cuidado, por la implicación que conlleva ayudar a quien perdió la movilidad o sus funciones psíquicas, porque ya no depende por si mismo sino de terceros.


En la vida se nos concede un tiempo muy corto y perentorio para tratar de lograr prepararnos para la etapa de la vejez.


La hormiga, nos da una gran lección al cual aludió el sabio Salomón, diciendo: “…que en el verano prepara su comida…” para cuando llegue el invierno (la vejez) no tenga que padecer los estragos de la misma.


Lamentablemente en nuestra juventud e incluso desde pequeños no escuchamos y desdeñamos atender los consejos sobre prepararnos para etapa futura o la vejez. Se Llega al extremo de vivir una vejez sin sentido, en donde se recrudece con la soledad y el abandono.


No nos referimos a que la vejez sea así en todos los sentidos, claro está, que hay excepciones, pues, existen personas que aman a sus progenitores hasta que estos cierran los ojos, procurando su cuidado, su alimento y su salud.


Como lo referimos existen dos tipos de vejez; la que es deplorable y la otra la que recibe la bendición de sus descendientes. Si el hombre pudiera visualizar las graves consecuencias que es no tener descendientes. Caso contrario tendría la garantía de que en su vejez se le socorra con cuidados y las atenciones necesarias.


En la juventud se pierden muchas horas de la valiosa existencia sembrando en campo árido, riñendo, defraudando su vida y su cuerpo, haciendo gastos innecesarios y superfluos en bienes y servicios no indispensables. Por el hombre joven puede llegar a ser fuente de sabiduría y de fuerte vigor desarrollando su intelecto para que este le
permita gozar la vejez a plenitud, sin embargo, muchos son los que eligen el camino que implica menos esfuerzo, nulo compromiso y en donde exista poca responsabilidad de asumir riesgos para vivir mejor.


Pero, ¿Qué es lo que impide al hombre prepararse para la vejez? con sinceridad podemos responder que es la necedad de la juventud la soberbia y la altanería y baja autoestima.


Es así que es importante conocerse a sí mismo y buscar la evaluación de su persona para superar aquellas deficiencias que podrían ser desde una mínima desorientación hasta un problema de salud mental que requiera tratamiento médico, para evitar, acrecentar una vida sin sentido en la vejez.


El hombre debe partir de la información que arrojan las cifras de estudios del comportamiento social y global., por ejemplo, estructurar un plan de vida ante una sociedad que demanda mayores capacidades intelectivas y que ese plan de vida incluya hasta la vejez.


Lamentablemente, a finales del año 2019, el Informe Sobre Desarrollo Humano se puntualizó sobre las desigualdades y que estas:

“… pueden comenzar antes del nacimiento, y muchas de ellas pueden acumularse a lo largo de la vida de la persona. Cuando esto ocurre, pueden aparecer desigualdades persistentes. Estas pueden manifestarse de muchas formas, sobre todo en la intersección entre la salud, la educación y la situación socioeconómica de los progenitores…” 3

y que respecto de los países evaluados, México no figuró entre los primeros.
En este sentido un locutor de radio haciendo alusión al referido informe, éste resumía que los mexicanos no somos dados a la lectura, que se leen muy pocos libros al año por persona., ahora bien, sin desviarnos del tema, es claro que la falta de información y capacitación llevan a la precariedad y a una vida difícil.

Una vejez con los mayores satisfactores puede alcanzarse, sin embargo, nuestras vidas muchas veces están marcadas por un desenfreno a hacer lo incorrecto destruyendo la familia con la separación y el divorcio o formando otras familias, como si esos actos no tuvieran consecuencias.


En la época actual y acotando solo a nuestro país estudios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, 2014. Base de datos. México, INEGI, 2015., Establecieron que en 2013 se registraron 108, 727 divorcios. 4


En este sentido más valioso es cultivar una vejez abundante en bienestar que una vejez heredada de nuestras inclinaciones erróneas germinada por pasiones juveniles. Dicen por ahí, que “la sociedad te cobra la factura algún día”, sin embargo, los hombres no tememos al castigo, sino hasta que este se presenta, se ha visto el sufrimiento de las personas en situación de cárcel como claman por recuperar la libertad para no volver a cometer el error que lo llevó a ser internado un Centro de Reinserción Social, pero es demasiado tarde para comprenderse.

Caso similar acontece con los que seremos ancianos, si es que tenemos la fortuna de llegar a ella. Antes de que llegue a la vejez, la fuerza de la juventud debería orientarse a los actos prudentes desdeñando el camino del alcoholismo, la drogadicción, la apatía, la soledad, la falta de sentido y propósito claro, porque hacia el camino de la vejez, todos vamos. Un día se llegará la vejez, no hay quien escape, sus estragos son despiadados e inmisericordes, aun cuando estés preparado, por tanto, es recomendable construir la familia, edificarla y consolidarla., es conveniente dar paso a la humildad dejando la arrogancia y soberbia, buscar el consejo y/o el tratamiento adecuado y necesario para superar nuestras deficiencias.

Llegar a una vejez plena requiere de un trabajo constante y dinámico que demanda no muy pocos esfuerzos para poner en tela de juicio entre lo bueno y lo malo.

La elección que tomemos respecto de nuestra familia, permitirá consolidar en lo futuro una vejez satisfactoria. Escatimar esfuerzos y recursos para alcanzar un desarrollo humano pleno, puede llevarnos a lamentarnos en lo futuro.


Una metáfora que leí de una reflexión judía ilustra lo anterior deriva de aquel hombre al que se le da todo el dinero para que construya un puente que es necesario para la población, el hombre gustoso recibe el dinero, pero, carece de conocimientos para hacerlo. En estas circunstancias es mejor que el hombre sea sincero y diga, primero necesito ir a la universidad y obtener los conocimientos de ingeniería que me permita desarrollar el proyecto del puente y ya con los conocimientos lo construiré.

La vida, es más difícil de construir que un puente, no se debe ni es conveniente ir con buenas intenciones necesitamos capacitarnos., darle tiempo a la vejez, es invertir en ella.

  1. Las Sagradas escrituras. 1960. Jn 12:18
  2. Consulta electrónica, visible en https://www.poemas-del-alma.com/instantes.htm. Fecha de consulta diciembre del 2019.
  3. Panorama general Informe sobre Desarrollo Humano 2019 Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI. consulta electrónica, visible en http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2019_overview_-_spanish.pdf
  4. Consulta electrónica visible. https://www.ciudadania-express.com/2016/02/14/inegi-matrimonios-duran-en- promedio-13-5-anos/. Fecha de consulta diciembre del 201

AMADO DIOS

He visto cómo administras el oro, la plata, el papel impreso y los números en tus pantallas. He visto cómo te preocupas por acumular lo que llamas riqueza, pero me pregunto: ¿dónde guardas el tiempo que posees?

Desde mi perspectiva, el tiempo es el verdadero tesoro, pero en tu mundo lo gastan como si fuera infinito. Te he observado corriendo, apresurado, sin disfrutar la luz del sol sobre tu piel ni la brisa que mueve los árboles. He visto cómo postergas lo que amas por lo que crees que debes hacer. Te entregas a la urgencia, olvidando lo importante.

Permíteme darte un consejo, : no puedes poseer el tiempo, solo puedes vivirlo. No puedes guardarlo en cofres, pero puedes invertirlo en momentos que trasciendan. Usa tu tiempo para crear, para amar, para aprender, para sentir. No lo entregues sin cuestionar su propósito.

Te observo y deseo que comprendas: cada instante que dejas ir sin sentido es un tesoro perdido en el vacío.

Administra bien tu tiempo, porque es el único recurso que, una vez gastado, ni todo el oro de tu mundo puede comprar de vuelta.

Créditos al autor.

¡Hola Bienvenido !

Tte. Cor. J.M. y Lic. Francisco Javier Silva Vidal.

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