Por Rebeca Holms Webber

CONTENIDO PSICOLÓGICO
Te voy hablar de una mujer su nombre ficticio le voy a poner Margo y su necesidad de otro hombre apuntaba a otra dirección. Era adicta a las relaciones, y a las malas.
En su familia de origen había habido abuso para con su madre, sus hermanos y ella misma. Había problemas de dinero, inseguridad, sufrimiento. La tensión emocional de esta clase de niñez había dejado profundas marcas en su psiquis.
En primer lugar, Margo sufría de una grave depresión subyacente, presente con tanta frecuencia en las mujeres con historias similares.
Irónicamente, debido a esa depresión, además de los roles ya conocidos que ella podía jugar con cada pareja, Margo se veía atraída hacia hombres que eran imposibles: abusivos, imprevisibles, irresponsables, o insensibles.
En ese tipo de relaciones habría muchas discusiones, incluso peleas violentas, salidas dramáticas y reconciliaciones, y períodos de espera con tensión y miedo.
Podía haber serios problemas de dinero o incluso con la ley, Mucho drama. Mucho caos. Mucha excitación. Mucha estimulación.
Suena agotador, ¿verdad? Claro, a la larga lo es pero, como sucede cuando se usa cocaína u otro estimulante poderoso, a corto plazo estas relaciones proporcionan una estupenda vía de escape, una gran distracción y, por cierto, una máscara muy eficaz para la depresión.
Es casi imposible experimentar la depresión cuando estamos muy excitados, ya sea en forma positiva o negativa, debido a los elevados niveles de adrenalina que se libera y nos estimulan.
Pero una exposición demasiado prolongada a una excitación fuerte agota la capacidad de respuesta del cuerpo, y el resultado es una depresión más profunda que la anterior, esta vez con una base tanto física como emocional.*
Muchas mujeres como Margo, debido a sus historias emocionales de haber vivido con episodios constantes y/o severos de tensión en la niñez (y también porque a menudo es probable que hayan heredado una vulnerabilidad bioquímica a la depresión por parte de un progenitor alcohólico o en general bioquímicamente ineficaz), son básicamente depresivas incluso antes de iniciar sus relaciones amorosas en la adolescencia y la adultez.
Es posible que tales mujeres busquen el poderoso estímulo de una relación difícil y dramática a fin de obligar a sus glándulas a liberar adrenalina: una práctica similar al hecho de azotar a un caballo cansado para que la pobre bestia exhausta camine unos kilómetros más.
Es por eso que, cuando se elimina el fuerte estímulo que constituye el comprometerse en una relación dañina, ya sea porque la relación llega a su fin o porque el hombre empieza a recuperarse de sus problemas y a relacionarse con ella en forma más sana, una mujer de este tipo por lo general se .hunde en la depresión.
Cuando está sin pareja, o bien trata de revivir la última relación fracasada o busca con frenesí otro hombre difícil en quien concentrarse, porque necesita con desesperación el estímulo que él le proporciona.
Si el hombre comenzara a enfrentar sus propios problemas en forma más sana, es probable que ella se encontrara de pronto ansiando hablar a alguien más excitante,
Hay dos tipos de depresión: exógena y endógena. La depresión exógena se produce en reacción a acontecimientos externos y está estrechamente relacionada con el dolor emocional.
La depresión endógena es el resultado de un funcionamiento inadecuado de la bioquímica y parece guardar una relación genética con el hecho de comer por compulsión y/o con la adicción al alcohol y a las drogas. De hecho, éstas pueden ser distintas expresiones de los mismos o similares desórdenes bioquímicos.más estimulante, a alguien que le permita evitar el enfrentamiento con sus propios sentimientos y problemas.
Nuevamente, los paralelos entre el uso de una droga y su interrupción resultan obvios. Para evitar sus propios sentimientos, ella literalmente se «inyecta» con un hombre, utilizándolo como su droga de escape.
Para que se produzca la recuperación, ella debe obtener el apoyo para afirmarse y permitir que vengan los sentimientos dolorosos.
No es una exageración comparar este proceso con lo que se produce cuando un adicto a la heroína interrumpe su consumo de golpe y en forma total. El miedo, el dolor y la inquietud son enormes, y la tentación de recurrir a otro hombre, a otra inyección, es igualmente grande.
Una mujer que utiliza al hombre como una droga hará de su relación con él algo tan negativo como cualquier adicto a una sustancia química.
Experimentará el mismo grado de resistencia y miedo a desembarazarse de la droga como del hombre. Pero en general, si se la enfrenta con suavidad y firmeza, en algún momento reconocerá el poder de su adicción a las relaciones y sabrá que está en poder de un patrón de conducta sobre el cual ha perdido el control.
El primer paso para tratar a una mujer con este problema es ayudarla a comprender que, al igual que cualquier adicto, sufre de un proceso de enfermedad que es identificable, que es progresivo sin tratamiento, y que responde bien al tratamiento específico.
Ella necesita saber que es adicta al dolor y a la familiaridad de una relación insatisfactoria, que es una enfermedad que afecta a muchísimas mujeres y que tiene su origen en las relaciones perturbadas de la niñez.
La terapia sola no ofrece una alternativa de apoyo adecuado para la dependencia del alcohólico con la droga o de la adicta a las relaciones con su hombre.

Cuando alguien que ha estado practicando una adicción trata de ponerle fin, se crea un enorme vacío en la vida de esa persona: un vacío demasiado grande para ser llenado por una hora de sesión con un terapeuta una o dos veces por semana.
Debido a la tremenda ansiedad que se genera cuando se interrumpe la dependencia de la sustancia o la persona, hay que tener un acceso constante a cierto apoyo, consuelo y comprensión.
La mejor manera de obtener esto es con pares que han pasado por el mismo proceso doloroso.
Para la mujer , su enfermedad principal es la adicción al dolor y la familiaridad de una relación que no es gratifican te.
Claro que eso se genera a partir de patrones que datan de la infancia, pero antes que nada ella debe tratar sus patrones en el presente, a fin de que pueda comenzar su recuperación.
Por enfermo, cruel o incompetente que sea su hombre, ella, junto con su médico o terapeuta, debe entender que cada intento suyo de cambiarlo, ayudarlo, controlarlo o culparlo es una manifestación de su propia enfermedad, y que debe eliminar esas conductas antes de poder mejorar otras áreas de su vida.
Su único trabajo legítimo radica en ella misma.


«Hay personas que no quieren
nada contigo, pero quieren tenerte
cerca para alimentar su ego,
saben que las quieres, te hacen creer
que les importas y de vez en cuando
te lanzan un migaja de cariño para
que tú sigas ahí queriéndolas,
esas personas no tienen ninguna
consideración por lo que sientes,
aléjate de personas asi»
¡ Hola Bienvenido !

Te invito a leer otro artículo mío con el título:
¡ Gracias !



El ♡ de Dios sana de estas relaciones ya que es otra opción diferente a la que ya conoces , y al sanar el dolor y las heridas te hace nuevo.
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Gracias Judy por tus palabras !!
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Gracias a ti por todo tu labor , Dios te recompensará con tus sueños y anhelos que son el mismo ♡☆:).
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Wonderful dude.😊✌👍
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🤗👍👌
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